Por |Martha Sofía Medina Cuervo
Cuando el Premio Nobel de Paz, profesor Yunus, habla que debemos reconstruir el mundo luego de esta pandemia, no solo hace referencia a escalas de valores y medidas de ayuda y solidaridad. Habla de la importancia de la reactivación de la economía que debe darse en todos los sectores. Habla de los Negocios entre personas con conciencia social. ¡Qué verdad más clara! En realidad, podríamos no solo desinfectar las calles y los cuerpos, también a la forma casi generalizada de formalizar negocios.
Aunque en estas dos últimas décadas, la praxis de la sostenibilidad ha viajado sistemáticamente por un importante número de países del mundo, el aterrizaje en Colombia nos pone aún en una pista de desniveles profundos, que seguramente son más evidentes en momentos como el que vivimos. No obstante, esta coyuntura nos permite refrendar las experiencias e iniciativas que sí han ganado altura en sectores de violencia y pobreza: Los negocios inclusivos vienen respondiendo con impactos sociales significativos en comunidades vulnerables, valor que nos aproxima a los escenarios posibles del replanteamiento económico y social, del que habla Yunus. Es probable que estas experiencias de NI ocupen mayor atención entre los grandes empresarios, hoy más atentos en el desarrollo de los territorios, sus habitantes y la misma organización.
Sergio Rengifo, director de capitales de Cecodes, con acertada experticia en casos NI de éxito, como el desarrollado en Montes de María, donde las comunidades que afrontaron la violencia del país se empoderaron a través de emprendimientos sostenibles, define estas iniciativas como económicamente rentables, ambiental y socialmente responsables. Es una lógica de mutuo beneficio, de gana gana. “Se incorpora en sus cadenas de valor a comunidades de bajos ingresos y mejoran su calidad de vida, por tanto permiten al sector privado contribuir con la solución de problemas sociales con un enfoque de mercado”. Para contribuir en el empeño de generar conocimiento, Cecodes lanza a los empresarios colombianos una herramienta que se constituya en un medio de valoración de la organización, al tiempo que sea el inicio de una hoja de ruta para la consolidación de este tipo de negocios.
Los negocios inclusivos también han tenido su curso en algunas provincias de Boyacá. La Compañía Nacional de Chocolates, creyente en la riqueza del suelo y la necesidad de sus gentes, testigos de la cruda violencia de occidente, desarrolla el proyecto “Proveedores de Cacao” desde el año 2007, tomando como base el marco de los NI desde la modalidad de proveedores. “A través del proyecto se han realizado alianzas con agricultores, alineadas con la importancia del mutuo beneficio y apoyados por entidades gubernamentales y financieras”.
En Bogotá como caso reciente, se adelanta desde el sector oficial un programa dirigido a Mipymes con mujeres vinculadas en su cadena de valor bajo la modalidad de trabajo en casa. Estas doscientas mujeres involucradas tanto en la producción como en la comercialización de tapabocas, guantes y gel antibacterial, encontraron alternativas de ingresos y crecimiento productivo.
A estos casos, seguramente más de los negocios con impacto social. Sumemos en el entorno nacional y regional para visibilizar resultados que dan cuenta del modelo en avance. Empresarios boyacenses, una alternativa puesta sobre el quehacer de la actividad diaria como tranca al crecimiento de la pobreza, que según expertos, se prevé para los próximos años. “No es válido volver… Regresar no es una opción” dijo Yunus. Los negocios inclusivos sociales, ambientales son una fuerza activa. Y ese precisamente es el desafío.