La falta de un segundo curador urbano para la capital boyacense tiene notablemente frenados los procesos de licenciamiento para proyectos de vivienda.
A niveles insospechados ha venido cayendo el número de licencias expedidas para proyectos de construcción en Tunja. La existencia de una única curadora urbana, a cargo de las dos curadurías con las que cuenta la ciudad, tiene en vilo al sector de la construcción en la ciudad.
Esto no es a causa de la pandemia, como podría llegar a creerse. Se debe más bien a lo extenso y demorado que ha sido el concurso para la selección de un nuevo curador urbano. Dicho proceso viene desde 2018, momento desde el cual Carmenza Tobón no pudo continuar ocupando el cargo, y desde ese entonces, y hasta nuestros días, Tunja sigue a la espera de la designación de un nuevo curador.
“Una ciudad con una dinámica como la que tiene Tunja para el sector de la construcción, no puede vivir así. La dinámica de Tunja es demasiado grande para tener un curador encargado de todos los procesos”, señala Ana Elvia Ochoa, gerente regional de Camacol Boyacá y Casanare.
Los diálogos entre Camacol Boyacá y Casanare han sido frecuentes con la Alcaldía, aunque no es esta entidad la encargada de la selección del curador; este proceso se surte por parte de la Superintendencia de Notariado y Registro.
Claro que, habiendo pasado tres años de concurso, el proceso está bastante avanzado. Las entrevistas a los aspirantes se realizaron este año, y ahora solo resta que la Alcaldía expida el decreto mediante el cual se nombra en el cargo al nuevo curador, que por lo que se sabe será Carolina Pinilla.
Desde Camacol Boyacá y Casanare estiman que el inicio de funciones de esta nueva curadora podría estar dándose a mediados de agosto.
Y no se trata de un asunto menor, pues muchos proyectos de construcción se han visto aplazados en el tiempo por la falta de un curador. “Consideramos que la curaduría 1 no ha sido lo suficientemente eficaz, eficiente y rápida con todos los temas de tienen que ver con el licenciamiento”, agrega Ochoa.
Es que el número de licencias expedidas ha venido en picada. Entre 2005 y 2019 se tenía un promedio anual de 1.900 licencias expedidas. Para 2020 esa cifra descendió hasta 455, lo que equivale a un 75% de reducción respecto al promedio que venía manejando la ciudad.
Con la disminución de las licencias expedidas, se reduce también el número de proyectos ejecutados, y con ello se genera a la vez un impacto notable en materia de desempleo, pues el sector de la construcción genera en promedio 5,6 empleos por cada vivienda que se construye.
En ciudades como Duitama y Sogamoso también se ha dado una contracción en materia de unidades de vivienda licenciadas, pero no con la caída estrepitosa que está viviendo Tunja. Mientras en Duitama esa contracción está representada en un 13% y en Sogamoso en un 37%, el caso de Tunja es del 75%.
Teniendo en cuenta que Tunja, históricamente, ha sido la ciudad que ha manejado el 55% del mercado inmobiliario en Boyacá, se ha de convertir en un llamado de atención para las instancias nacionales encargadas de realizar estos procesos de selección, pues el sector de la construcción se ha visto notablemente afectado por la demora en la designación de un nuevo curador urbano.