El Diario de Colombia frente al ahora

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Por | Vicente Ramírez Garzón

Que EL DIARIO represente a Boyacá en el concierto de la opinión de Colombia es el resultado de los conceptos periodísticos claros y vehementes que lo fundamentan; de los valores humanos intransables que lo inspiran y de las duras batallas que a cielo abierto, en descampado y cumpliendo los protocolos del conflicto, lo han convertido en el referente del departamento ante la nación, por el registro fidedigno de los hechos sociales y políticos y la buena fe en el relato y la afirmación periodística.

Vocería y representación que hoy cruza un cuarto de siglo y que nació acunado por la crítica a la apertura económica iniciada en los noventa, y que, como desde entonces lo anunció, arruinaría a las mayorías nacionales comenzando por los campesinos y agricultores, y enriquecería aún más a los abominables privilegiados de siempre  y a los arribistas enloquecidos de las facciones mafiosas, hoy en el poder.

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En medio de esa contienda nació, advirtiendo años ha, sobre el desgarrador y doloroso escenario que hoy sufrimos, si se seguía por ese camino meticulosamente diseñado en el consenso de Washington y obedecido, cual bestia con ojeras, por el gobierno de entonces  en manos del gavirismo, y los sucesivos administradores delegados.

La gestación del periódico se había dado al calorcito del INTERDIARIO dirigido por el virtuoso Julio Cesar Peña Suárez, con su enhiesta Proclama Comunera, seguidilla de la gesta de Galán y de Alcantuz; periódico ilustrado artísticamente por el Maestro Josué Carantón Sánchez, guiado por el acertijo de la postmodernidad, para dar espacio a escritores y artistas, en paralelo con las voces auténticas de las comunidades citadinas y rurales, de Tunja y Boyacá, acentuando en el campesinado por considerarlo vital para la construcción del requerido sistema y garantía alimentaria de los colombianos.

Desde ahí EL DIARIO se levantaría siguiendo la tinta de la pluma de oro de su Director Pedro Esaú Mendieta Palacios, de quien la historia se encargará de narrar su templanza y compromiso, y con el ojo avizor y artístico del Fotógrafo con mejor perspectiva y sincronicidad de la realidad, el paisaje, la vida y el espíritu ancestral de Boyacá: Hisrael Garzón.

Y desde entonces, por más de cinco quinquenios, EL DIARIO les ha dicho la verdad a alcaldes, gobernadores, presidentes y políticos de toda laya, depurada de los decires y chascarrillos fraguados en el Pasaje Vargas, aún hoy regentado por el poeta León Mojica.

Verdad siempre elegante y crítica, a veces mordaz, en ocasiones bárbara, como en los versos de Kavafis, de Clemencia Torres, siempre con chispa y lógica. Con un elenco de pensadores y escritores visionarios de una sociedad diferente, para mejor, con fraternidad, libertad e igualdad; que supere la actual, caracterizada por la decrepitud material y la decadencia moral, y que sigue guiada por unos peleles con miopía del futuro.

EL DIARIO siempre abogando por un país incluyente, pluriétnico, diverso, razonable, festivo y valiente para eliminar todo atavismo asociado al amo y el esclavo.

Al llegar a los veintiséis años el periódico se enfrenta a la cruda realidad, anticipada con lógica y perspicacia, de un país convulsionado, con memoria falsa, donde las gentes trabajadoras, estudiosas y honradas siguen sufriendo el atropello inclemente y cruel de quienes desde el colonial poder, remozado por las mafias, se creen iluminados por el fanatismo y se caracterizan por su proceder autoritario: sumisos, arrodillados, abyectos ante el poder foráneo, mirado como más fuerte; y  chafarotes, humillantes y delirantes con los vecinos, y con ciudadanos más nobles, vistos como más débiles.

Llegado a este performance, a ésta puesta en escena, con el viento en contra, pero con energía, con ánimo redivivo, con lucidez y precisión en la idea, EL DIARIO se apresta  a dar el combate definitivo, en medio de una sociedad arrastrada a los extremos porque las clases medias han sido destruidas y arrojadas al arrabal de la pobreza.

Va a ser algo definitivo, así lo señalan los incontestables hechos, y para el efecto EL DIARIO, según advierten sus postulados y voceros, afinará sus valores, ideario y compromiso sobre  el desempleo absoluto, la crisis fiscal y cambiaria, el inminente cese del flujo monetario y una nueva creciente en vulneración y violación de derechos por parte de las “autoridades”.

En la misma forma anuncia que se pondrá al día con el soporte tecnológico que hoy exige una información valiosa y pertinente, desde un relato crítico e innovador que justifique y explique la magia de una hoja de papel impresa. Para ello ya cuenta con los instrumentos requeridos para capturar información, procesarla y llevarla a la ciudadanía, de un Boyacá y Colombia, visto desde el ojo fantástico de las cámaras, los drones y los satélites.

De suyo la gente sabrá responder positivamente a éste desafío del ahora y el esfuerzo por superarlo porque en ello le va, le va nada más y nada menos que su propia existencia.

Así, que venga otro cuarto de siglo.

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