El dañino afán de querer quedar bien con todo el mundo

Alejandro Fúneme. Foto: Carlo Fidel Gómez-EL DIARIO
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Por: Daniel Triviño

Eso fue lo que le ocurrió al alcalde de Tunja, Alejandro Fúneme, que fue el tema del fin de semana en todos los hogares tunjanos, y que parece lo seguirá siendo mientras no deje de lado esa necesidad nefasta de querer quedar bien con todo el mundo.

Y es que hoy Tunja es la pequeña patria boba de cerca de 180.000 personas, que se apasionan discutiendo sobre la necesidad de aislarse para disminuir el impacto de la pandemia contra aquellas otras que, cansadas del aislamiento, y temerosas por su presente y su futuro económico, defienden a rajatabla la necesidad de dar apertura a diversos sectores económicos.

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En esa misma encrucijada está el Alcalde de Tunja y su equipo de gobierno, que simultáneamente ha de pensar en dar gusto al Gobierno Nacional, a pesar de que este último dio una supuesta autonomía a los territorios para decretar lo que estimulen conveniente para sus pobladores.

Es verdad que nadie tiene la receta exacta para afrontar este momento, pero lo que está claro es que tres días de aislamiento no reducen significativamente la velocidad de contagio, y al realizarse cada ocho días se convierten a la vez en una sentencia de muerte para el comercio local.

Cabe recordar que cuando la ocupación de Unidades de Cuidado Intensivo en Bogotá alcanzó el 90%, el Colegio de Médicos de Colombia recomendó al distrito una cuarentena de 15 días para reducir notablemente la velocidad de propagación. El Ministerio del Interior caprichosamente se negó a que eso fuera posible, y puso a la alcaldesa Claudia López a dar palos de ciego con sus poco efectivos cierres sectorizados. El resultado fue el colapso del sistema sanitario y un largo listado de decesos en los últimos días, la mayoría de ellos de gente en sus casas, pues no hubo hospitales que les pudieran atender.

En Tunja se hizo evidente que se decidió bajo la misma presión, pues de seguro el Alcalde, en su condición de médico, tiene claro que lo conveniente sería una cuarentena de 15 días, pero de entrada sabe que el Ministerio del Interior no le avalará una medida así. De hecho es casi toda una hazaña que le dejen decretar toques de queda con menos de 40 excepciones.  

Y es aquí cuando debería hacer relucir su condición de primer mandatario de esta ciudad, pues a medida que el contagio crezca, los señalamientos irán hacia él y no hacia el Ministerio del Interior. Es en este momento cuando el Alcalde ha de hacer valer su condición y defender los intereses de sus conciudadanos.

Su insistencia en la efectividad del aislamiento de tres días es solo una defensa a ciegas de lo que le obliga a hacer el Gobierno Nacional, es un contentillo para aquellos que piden cuarentena, y contentillo para aquellos que piden que no sea larga, pero en el fondo sabe que es una medida inútil y dañina, pues un aislamiento corto no reduce significativamente la velocidad de contagio y afecta notoriamente al comercio local. Es como querer comprar un celular a 36 cuotas, que a la larga se termina pagando al doble o al triple de su valor.

En esta coyuntura funciona más o menos igual con estas medidas a cuentagotas ¿No es acaso mejor un cierre de 15 días para luego aprobar un largo periodo de apertura económica?

Y cuando se habla de cierre se trata de uno verdaderamente estricto, no uno de esos que promueve el Gobierno Nacional con cerca de 50 excepciones.

Lamentablemente las aglomeraciones de jueves y viernes, la confusión reinante del sábado en la mañana, y el descontento de un amplio sector ciudadano no le dejó las lecciones necesarias al Alcalde, que tercamente se sostuvo en su postura, como quien nunca se equivoca.

Tanto así que terminó calificando de incendiarios a todos aquellos que no comulgaron con sus improvisadas decisiones y que de una u otra manera lo único que buscan es hacer escuchar su voz.

Tristemente para la capital boyacense esa es hoy la realidad, un pico de pandemia que amenaza con no detenerse, un Alcalde que vive insistiendo en que la responsabilidad es de la ciudadanía, cuando está demostrado que hay muchos que ni siquiera saben ponerse un tapabocas, y otros tantos que, movidos por quién sabe cuál interés, aseguran que la pandemia es un invento.

A eso hay que sumarle la negación a la posibilidad de expresar descontento, pues ahí mismo aparece alguien que ostenta dignidades como las de Alcalde de la ciudad para calificar de incendiarios a quienes no están de acuerdo con sus decisiones.

No es que se esté tratando de crear un clima de crispación, ni de ponerle la gente en contra, al revés, hoy más que nunca cuenta con el apoyo de la ciudadanía, pero ese apoyo ha de estar fundamentado en decisiones coherentes con la realidad y las necesidades de la ciudad.

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2 COMENTARIOS

  1. Que artículo tan malo, de verdad que pésima redacción. ¿Cuáles son las fuentes de que la gente está muriendo en sus casas? ¿Cuáles son las fuentes que la cuarentena en bogota no funciono? Malísimo.

  2. La Cuarentena ya cumplió su función, cual era preparar el sistema hospitalario, es hora de reactivar la débil economía de Tunja que por ser ciudad netamente estudiantil y politiquera ha quedado muy golpeada por la Pandemia, Alemania, Francia, Estados Unidos, Bogotá ya se han levantado en contra de las cuarentenas y están dando paso a reactivar sus deterioradas economías la conservadora y sumisa Tunja aplaude a su mandatario que la mantenga encerrada, pero esperemos que llegue el Pos Covid y veremos si esos aplausos seguíran. Señor alcalde deje de replicar las medidas que toma Bogotá son escenarios totalmente diferentes.

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