Por: José Moreno Villamil
Candidato del Partido Conservador a la Cámara de Representantes por Boyacá.
Es cierto que nuestra histórica y emblemática colectividad ha enfrentado adversidades en las últimas contiendas electorales, pero no como un fenómeno aislado del escenario político, sino como parte de una tendencia nacional en donde el sistema colombiano de partidos se ha venido afectando gradualmente y estos no han podido canalizar muchas de las expectativas colectivas de varios sectores de la comunidad.
Pero debe observarse que otras agrupaciones políticas, las más antiguas e incluso las más jóvenes que siembran sus raíces en la apertura democrática que inició a finales de la década de 1980, también han sufrido estos embates y rigores del convulsionado espectro democrático caracterizado por apatía e incertidumbre.
El señalar categóricamente la crisis única de uno u otros partidos, desdibujaría el trasfondo que hay en esta tendencia inevitable de nuestro tiempo, donde encontramos un sistema de partidos debilitado por posturas unipersonales y algunos caudillismos populistas ante la existencia de representantes que toman decisiones que desconocen a sus colectividades y por otros líderes que abandonan inesperadamente a sus electorados, por perseguir fines particulares. He aquí la causa de la desconfianza de la población, el desinterés de los jóvenes en las elecciones y la incredulidad generalizada en el quehacer político.
¡Claro, no somos los mismos de antes! ¿Quién lo es? Pero aún tenemos fuerza y vigor en nuestra hermosa tierra boyacense. De hecho, hoy tenemos un senador, un representante a la cámara, 2 diputados, 19 alcaldes y 183 concejales y cientos de miles de simpatizantes. La mayoría de ellos, dispuestos a defender y posicionar los valores e intereses que históricamente hemos pregonado, como la legalidad, la libertad, la seguridad, la propiedad, el orden y el respeto al entorno natural entre otros.
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Tal es la vigencia de nuestra colectividad en el departamento y el sentido de pertenencia de sus integrantes, que a pesar de no tener un aspirante oficial en las pasadas elecciones a la gobernación, más de 19.000 personas marcaron la imagen del partido, como muestra del fervor y compromiso conservador.
Que no se olvide que una variable básica para la estabilidad democrática de un país es la fortaleza de sus partidos políticos y su cercanía con la sociedad y los intereses que estos poseen. Por ello, quienes preservamos el legado de Caro y Ospina de más de 160 años, tenemos cómo y con qué enfrentar el desafío de las próximas elecciones en Boyacá y contamos con los argumentos necesarios para obtener una curul y proteger a quienes defienden las instituciones, la familia, el buen uso de los recursos naturales y el medio ambiente, la garantía de los derechos humanos, el desarrollo y crecimiento de la economía y la descentralización del poder.
En ese panorama descrito, las alarmas deben prenderse, pero no sobre los partidos sino sobre los transfuguistas, sean de donde sean, los que van cambiando de partido en cada elección; su elasticidad ideológica es un síntoma claro que su preferencia por la satisfacción de expectativas individuales prima sobre los intereses generales, situación que respetamos, pero no compartimos.
No todos los líderes se van del redil y abandonan el barco en las mareas altas, algunos ceden sus espacios y permiten el surgimiento de nuevos liderazgos, y se proyectan en otros escenarios para participar en contiendas nacionales donde nuestro partido jugará un papel fundamental y definitorio.
Por lo anterior creemos como Bolívar que “en los momentos de infortunio se prueba el temple de los hombres”. Muchos nos quedamos abrazando las tesis de la coherencia y la gratitud, no solo para integrar una lista; sino para llegar con firmeza al Congreso de la República, más con ideas y propuestas; que con maquinarias e inercias.
De mi parte el compromiso es firme: defender las banderas del partido en el que he militado toda mi vida y me ha brindado tantas oportunidades de ejercer liderazgo y servicio, fortalecer la democracia colombiana por vía de una colectividad que desde la tradición le ha proporcionado estabilidad social y política al país.
Boyacá enfrenta los nuevos retos de un territorio con poca presencia en la agenda nacional y escasas oportunidades a sus habitantes; es imperioso y necesario, repensar nuestro papel como voceros renovados ante el país, con un claro desafío, amasar y construir colectivamente un futuro más promisorio en esta tierra libertaria y buscar una BOYACÁ VISIBLE.
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