Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC
Según los anuncios del nuevo Gobierno, los flujos del intercambio comercial entre Colombia y Venezuela, interrumpidos drásticamente a mediados de la década pasada, se restablecerán gradualmente. El Gobierno saliente asestó un golpe artero a las relaciones bilaterales en 2019, al empeñarse en imponer su falaz discurso de aislamiento, del inocuo cerco diplomático al Gobierno del vecino país, culpado de abusos a los derechos humanos y ataques a la democracia representativa. Duque quiso convertir a Venezuela en un país paria, forzando la ruptura de las relaciones diplomáticas, lo que sirvió de plataforma para la instalación de un ficticio presidente interino de facto, como ha sido el caricaturesco Juan Guaidó.
La fractura comercial promovida obsesivamente por Duque, condujo a una caída del comercio, lo que no sólo ha afectado a la economía fronteriza, -en que el contrabando en doble vía no ha cesado-, sino que atizó la diáspora venezolana con más de 1,8 millones de migrantes, con todo el desarraigo y la desesperanza. La extensa, conflictiva y porosa frontera de 2.200 kilómetros, ha estado asediada por todo tipo de perturbadores fenómenos políticos, económicos y sociales, que han impedido una normalización de los lazos comerciales.
El comercio transfronterizo mantuvo a comienzos de este siglo una creciente importancia, comoquiera que representaba cerca del 10 por ciento de las ventas externas de Colombia, fluctuando entre 2.000 y 3.000 millones de dólares, hasta alcanzar en 2008 una cuantía de 6.000 millones de dólares y copar el 16,5 por ciento de las exportaciones del país. En 2010 la proporción de las exportaciones con destino al mercado venezolano se redujo a 3,6 por ciento y el año pasado se comprimió a 0,8 por ciento. Con estos guarismos el intercambio comercial tocó fondo.
A lo largo de la década la balanza comercial ha sido ampliamente favorable a Colombia, a pesar de la caída de las transacciones comerciales afectadas por una maraña de obstáculos políticos y económicos. Como se evidencia en el cuadro, el flujo comercial se desplomó hasta situarse en menos de 500 millones de dólares, siendo 2019 el punto de quiebre. El año pasado hubo un repunte del comercio binacional. A junio de este año las exportaciones a este mercado ascendían a 284,3 millones de dólares, buen presagio para la reapertura de relaciones económicas y políticas.
Se aspira que las exportaciones colombianas, conformadas por bienes industriales y productos agrícolas y agroindustriales, rebasen, en los próximos cuatro años, los 4.000 millones de dólares. Para Boyacá, Venezuela es el octavo socio comercial, solo aventajado por Acuerdos como Mercosur, la Unión Europea, la CAN y Triángulo del Norte.
Venezuela parece experimentar una mejoría en su desempeño económico, -luego de un persistente estancamiento, agravado por la presión y las sanciones de Estados Unidos-, como lo revelan algunos indicadores, además del repunte de la producción petrolera, que no obstante el afán de elevarla a 2 millones de barriles diarios, se equipara con los niveles que registra Colombia (aproximadamente 750.000 barriles).
Quizás la reapertura del comercio binacional contribuirá a que la vapuleada economía venezolana y su atribulada población supere la mala racha que está padeciendo.
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