Por: Silvio E. Avendaño C.
Desde el punto de vista mítico, en otras palabras desde la religión, la divinidad entregó la naturaleza al hombre para su dominio. El dominus, es decir el señorío, no es otra cosa que la autoridad y la obediencia. Más, la pretensión de someter la naturaleza no se consigue, por el contrario el resultado es la alteración de los ecosistemas.
Una primera amenaza se encuentra en el microcosmos. Rasgos habituales en el medio ambiente, como condiciones de temperatura, calidad y cantidad de luz solar, causan variabilidad en las poblaciones del microcosmos. El resultado de las condiciones ambientales del microcosmos, lleva a que los virus adquieren mayor capacidad de desplazamiento, cuestión ventajosa. Los virus que son pequeños pedazos de material genético infectan a una célula hospedera y se reproducen. El virus covid 19 es un zoonótico que se transmite de animales a personas.
La segunda amenaza está dada por la alteración de los elementos de la naturaleza. El caso del aire y del agua es significativo. En la atmósfera crece día a día la polución, dado el uso de hidrocarburos y la industrialización desaforada. Así, sobre las ciudades flota la nube de sustancias nocivas. El agua, que es otro elemento vital, se contamina, como se puede ver en las alcantarillas de las ciudades, con el agravante que las plantas de tratamiento se quedan en ideas y proyectos, mientras el caudal de contaminación crece. Además, vale considerar al zancudo Aedes aegypti responsable de la transmisión de los virus del dengue, la fiebre amarilla, chikunguña, la fiebre de Zika y el Virus Mayaro. Sin embargo, no se atacan las condiciones de pobreza y miseria que son las que favorecen el ciclo de la enfermedad. En el caso del covid 19 el virus se caracteriza porque es indiferente a la condición de ser ricos o pobres, ataca a todos.
El neoliberalismo, con su intención, “sálvese quien pueda”, con la supremacía de lo individual sobre lo colectivo, desborda la racionalidad. Las políticas y propuestas de hacer un “Estado chiquito” han llevado a que la salud puede tenerla quien pueda costearla. En lugar de la salud como un derecho universal, se disminuye lo público, en beneficio de lo privado. Vale considerar lo que ha ocurrido con “el otro sendero”: la informalidad, como fuente incipiente de emprendimiento, en otras palabras, el “rebusque”, ganarse la vida con su propio “negocito” que hace crisis cuando se tienen que adoptar medidas de cuarentena.
Por otra parte, los gobiernos ante la pandemia dejan ver el desconocimiento de la ciencia. Encerrados en fronteras y banderas olvidan la universalidad de la pandemia. También hay posiciones que consideran que el virus vencerá al capitalismo y, por tanto, que en lugar de la libertad de empresa, el máximo beneficio y la alienación en el trabajo, vendrá la solidaridad. Y otros apuntan a la agudización de la distopía como es la desigualdad económica, la explotación, las maniobras de distracción, la necesidad del pánico y la rebelión.