Sobre las brasas de unos leños, en una noche sin luna contemplábamos las estrellas, hace miles de años. Más eso fue anterior a las películas, anterior a la televisión, anterior a la radio, anterior a los libros, anterior al celular.
El cielo nocturno era interesante. Se podía observar el firmamento como no ocurre hoy en las ciudades dada la contaminación lumínica. Contemplábamos el cielo y de ahí llegamos a la consideración de que los astros influyen en nuestro destino. En la sociedad contemporánea es fácil comprar una revista de astrología en el quiosco de la esquina, o mirar el móvil para hallar el tarot, en otras palabras, el juego de naipes dedicados a la adivinación; el horóscopo, es decir, la observación que hacen los astrólogos del estado del cielo en la hora del nacimiento de un niño y por el cual pretenden adivinar los sucesos futuros de la vida.
La astrología sostiene que las constelaciones en que se hallan los planetas al nacer una persona influye profundamente en el futuro de ella. Miles de años hace cuando se consideraba que los planetas determinaban el destino de los reyes, de las dinastías y de los imperios. Ser astrólogo era una empresa delicada y de alto riesgo. El China los astrólogos de la corte eran ejecutados cuando la predicción no coincidía con los hechos.
La astrología popular moderna tiene su origen en Claudio Ptolomeo, que no tiene que ver con los reyes del mismo nombre. Se dice que Claudio trabajó en el siglo II. Pero los astrólogos modernos se han olvidado de los planteamientos de Ptolomeo. Las esferas etéreas de Ptolomeo que los astrónomos medievales imaginaban de cristal, nos permiten hoy hablar de la música de las esferas y del séptimo cielo. El zodiaco encierra las constelaciones: aries, tauro, cáncer, leo, géminis, virgo, libra, escorpión, sagitario, capricornio, acuario, piscis. En el calendario chino que es lunar y, data de antes de nuestra era, cada ciclo está regido por un animal: rata, búfalo, tigre, liebre, dragón, serpiente, caballo, cabra, mono, gallo, perro, cerdo. Y así este año, 2019 corresponde al cerdo.
Con curiosidad he comenzado a leer los pronósticos. Lo primero que encuentro es que los cerdos suelen ser muy crédulos. Consideran que cualquier idea es verdadera y se le debe dar crédito, por ejemplo, la de los padres fundadores. Una cualidad del cerdo es que se baña en agradecimientos y bendiciones de su padre putativo. A lo que hay que añadir que apoya la ayuda humanitaria a un país al que se le ha hecho un cerco de hambre y de recursos. Pero también tiene aspectos negativos, el año del cerdo, pues ya desde la antigüedad en astrología la palabra desastre significa “mala estrella” pero, que será peor la calamidad si se lanza contra las siete estrellas de la bandera del vecino. No se puede olvidar lo que ocurrió en otro tiempo en bahía cochinos. En el horizonte una represa augura un desastre.