Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC
El DANE, ave de mal agüero…
Como se suele decir coloquialmente, la economía va de tumbo en tumbo. El parsimonioso director del DANE divulgó esta semana los guarismos del desempeño del Producto Interno Bruto (PIB), correspondiente al segundo trimestre de este año, en comparación con igual periodo de 2019, y los resultados son muy desalentadores: una estrepitosa caída de -15,7 por ciento, cifra que no tiene precedente, ni siquiera en el infausto año 1999, el peor año del siglo XX.
La explicación más frecuente de este dramático retroceso es el aplastante impacto del confinamiento forzado, sin embargo, el errático manejo de la crisis sanitaria y sus repercusiones en la actividad económica, puede atribuírsele una cuota de responsabilidad. No es como lo proclaman, simplistamente, los gremios empresariales, un problema de reapertura, a rajatabla, de la economía, que se inició en abril; el gradualismo debe estar sintonizado con los sectores de mayor capacidad de jalonamiento, que, a su vez, no sean un foco de mayor propagación del coronavirus.
En este calamitoso panorama, es comprensible la fatiga y desesperanza de la ciudadanía y de los empresarios por la prolongación de la cuarentena sin fin.
El discurso gubernamental
A su vez, el Gobierno Nacional para apaciguar las críticas por el desacertado manejo económico, argumenta que la contracción de la economía fue inferior a los pesimistas pronósticos del Banco de la República, el Ministerio de Hacienda y los principales intermediarios financieros (Bancolombia, Davivienda, entre otros), que lo situaban bordeando el 17 por ciento.
Como cualquier estimativo es provisional, pese a que se anuncie, con cierta arrogancia tecnocrática, que el pico de la pandemia se registrará en agosto, diversas entidades nacionales e internacionales, han ajustado sus cálculos y la variación, año corrido, calculada, por ejemplo, por el DANE, es de -7,4 por ciento, por encima del pronóstico del Ministerio de Hacienda: -5,5 por ciento.
Del timbo al tambo…
La medición del DANE del periodo abril -junio de 2020 capta los efectos de la reapertura económica y revela que los sectores sobre los cuales se confiaba la reactivación, en lugar de repuntar se desplomaron, tales como el comercio (-34,3 por ciento), la construcción (-31,7 por ciento) y la industria manufacturera (-25,4 por ciento). De los doce sectores en que se clasifica la economía agregada sólo tres tuvieron un modesto crecimiento: agricultura (0,1 por ciento), sector financiero (1,0 por ciento) y finca raíz (2,0 por ciento), no obstante, la suspensión o parálisis en la construcción de edificaciones residenciales. La minería, es el cuarto sector más azotado por la recesión económica, pues se abatió en -21,5 por ciento.
Una de las banderas emblemáticas de la economía naranja duquista, las actividades artísticas, entretenimiento y de recreación fue duramente golpeada y se comprimió en -37,1 por ciento. Los resultados, finalizando junio, del índice de Seguimiento de la Economía (ISE), están alineados con estas tendencias coyunturales.
Como si fuera poco, algunos indicadores líderes del desempeño económico, como la demanda interna (consumo de los hogares y del gobierno), la inversión fija, y las transacciones de comercio exterior, mostraron un abultado saldo en rojo.
Punto final
Paradójicamente, a pesar de la debacle económica y del incontenible malestar social, los asesores de imagen del Gobierno Nacional, con la caja de resonancia de las parcializadas firmas encuestadoras, quieren convencer al ciudadano de a pie, que la gestión gubernamental ha sido acertada. Los hechos lo desmienten. La improvisación del ausente ministro Carrasquilla campea por todos lados.
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La caída de los principales indicadores de la economía, lucen pálidos frente a la desproporción mostrada por la acéfala orientación de la autoridad, que no da pie con bola, en lo económico, en lo político y mucho menos en el manejo de la parte sanitaria de la pandemia, pero si muy acertado el gobierno en el farandulero despliegue de un inexistente éxito, pues su logro apenas nos colocó en el top ten del mundo de infectados y de muertos por la pandemia. El desastrado panorama agravado por medidas como el día sin IVA,y la flexibilidad de la actividad económica terminaron dándonos la razón y rogando por que la promesa de vacuna para todo Latinoamérica hecha por el magnate mexicano, al menos nos deje vivos para recomponer como siempre con trabajo la ineptitud de un gobierno que no sabe lo que hace y da palos de ciego intentando una salida.