Por | Edilberto Rodríguez– Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC / @zaperongo
El comportamiento de la economía departamental sigue muy de cerca el desempeño de la economía agregada, a pesar de las especificidades de la vocación económica de cada escala territorial, así como el dinamismo de las actividades que jalonan su crecimiento. En Colombia las disparidades interdepartamentales e interregionales no solo se mantienen, sino que tienden a perpetuarse, al ensancharse la brecha que anula las tendencias hacia la convergencia regional.
La economía nacional se ha concentrado en los cinco departamentos de mayor tamaño poblacional, comoquiera que Antioquia, Bogotá, Cundinamarca, Santander y Valle del Cauca coparon el año pasado el 61,1 por ciento de la producción de bienes y servicios, luego de que en 2005 representaran el 63,2 por ciento.
Resulta sorprendente que algunos de los departamentos con mayor gravitación en la economía nacional, como es el caso de Antioquia (6,9 por ciento) y Santander (5,3 por ciento), crecieron por debajo del promedio nacional en 2022 (7,3 por ciento), en tanto que los tres restantes de los quíntuples, como Bogotá (9,5 por ciento), Valle del Cauca (8,1 por ciento) y Cundinamarca (7,8), lo rebasaron.
Lo anterior se refleja en los elevados niveles de ingreso por habitante (a precios corrientes) en 2022: en Bogotá ($45,3 millones), Santander ($39,5 millones), Antioquia ($31,3 millones), Valle del Cauca ($30,2 millones) y Cundinamarca ($27,5 millones), solo superados por los departamentos petroleros, tales como Meta ($52,4 millones), Casanare ($51,4 millones) y Arauca ($27,7 millones, lo que contrasta con el promedio nacional de $28,2 millones.
En el caso de la economía boyacense, su peso relativo en la economía colombiana es moderado, ya que en el periodo 2005-2022, ha mantenido una participación que ha fluctuado en 2,7 por ciento. Simultáneamente, su ritmo de crecimiento económico de largo plazo (4,0 por ciento) se alinea con la tendencia del país (3,9 por ciento). A lo anterior se agrega, que el ingreso por habitante ($16,8 millones) coincide con la media nacional ($16,2 millones).
De otra parte, existe una correspondencia entre el mayor ritmo de la actividad económica y una mejoría en la generación de nuevos puestos de trabajo y, paralelamente, un descenso en la pérdida de empleos, aunque en algunos años, esa correlación no se evidencia.
En 2019, año que antecedió la aparición de la pandemia del coronavirus, se produjo un retraimiento del crecimiento de la economía y un retroceso del mercado laboral que significó una merma de 34.000 empleos. Al año siguiente, en 2020, en plena propagación y contagio del Covid-19, el desplome de la economía arrastró la destrucción de 75.000 empleos en Boyacá.
En 2021, el rebote de la recuperación de la economía no permitió retornar a los niveles observados en la prepandemia, tanto en la ocupación como el desempleo.
Solo en 2022, un moderado crecimiento económico a a una mejoría del mercado de trabajo, y la creación de 68.000 puestos de trabajo en Boyacá, cifra inferior a los empleos destruidos por los estragos de la pandemia.