La pandemia desatada en marzo de 2020 provocó, no sólo la peor y más letal crisis sanitaria de los últimos tiempos en Colombia, sino que trajo consigo un bajonazo drástico de $60 billones en la producción de bienes y servicios (- 6,8% en relación con 2019), el cierre temporal o definitivo de miles de empresas, ante el desplome de los pedidos y ventas, y la pérdida de más de 2,4 millones de puestos de trabajo.
Por: Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor de la Escuela de Economía e integrante del grupo de investigación OIKOS de la UPTC
Los costos de la pandemia
La descolgada de la economía siguió los picos de la pandemia, siendo el mes de abril el punto de quiebre, prolongándose hasta el último trimestre del año pasado, cuando empezaron a asomarse los primeros signos de reactivación. No obstante que la espiral de contagios del Covid-19 resultaba incontenible y miles de pérdidas humanas golpeaban dolorosamente al país, el Gobierno Nacional decidió reabrir, prematuramente, la estancada economía colombiana.
En el trimestre enero-marzo de 2021 se registró un moderado repunte del PIB nacional de 1,1%, pese a que la tasa de desempleo se resiste a descender del umbral del 15%.
En una situación de crisis sanitaria amalgamada con la crisis económica, que desembocaron en la protesta social y el paro nacional, los pronósticos económicos eran catastróficos. La economía se precipitaba en caída libre y las medidas gubernamentales, tales como los créditos de emergencia y los días sin IVA, parecían insuficientes, mientras más de 3,5 millones de colombianos engrosaban la inicua pobreza y los hogares colombianos pasaban las duras y las maduras, para disponer de las tres comidas diarias. Entre marzo y mayo de 2021 sólo el 63% de los colombianos podían hacerlo en tanto que 34,5% sólo accedían a dos comidas al día.
De Boyacá en los campos…
En Boyacá la pandemia abatió los indicadores económicos y sociales, revelando que su impacto no fue menor al observado a escala nacional. El PIB departamental se contrajo en $1,7 billones, por encima de la media nacional (-7,3%) y el mercado laboral se deterioró al punto de lanzar a la calle a más de 80.000 personas, mientras 13.000 trabajadores y empleados se vieron forzados a abandonar sus empleos, aumentando, por consiguiente, la población económicamente inactiva, llevando a que aumentara el número de amas de casa, pensionados, estudiantes y rentistas en más de 70.000 boyacenses. Como si fuera poco, la pobreza se expandió, pese a las transferencias monetarias condicionadas, y un poco más de 65.000 personas malvivieron con unos ingresos cercanos a los $282.000 mensuales.
Comportamiento de algunos indicadores en Boyacá
El colapso de la economía departamental se evidenció, además, en la severa reducción de las exportaciones e importaciones boyacenses (-24,1 y -66,4% respectivamente), así como en la disminución de las licencias de construcción aprobadas y las viviendas construidas, principalmente casas, que cayeron en -52,0%. Simultáneamente, se marchitó la inversión empresarial, comoquiera que el número de unidades económicas creadas, particularmente matriculadas como personas naturales (85,8%), pasó de 11.461 a 10.303 significando un descenso de -10,0%. De otro lado, las arcas de las finanzas públicas departamentales dejaron de recaudar $47.000 millones.
Los claroscuros de la recuperación
En lo transcurrido de 2021 la tendencia del retroceso económico se ha revertido parcialmente, con mejorías muy leves, aunque persiste el estancamiento en el mercado del trabajo, pues, a pesar que las empresas de gran parte de los sectores económicos han reabierto sus puertas, el empleo sigue siendo esquivo, sin haber podido retornar a los niveles de prepandemia.
En el primer trimestre de este año, el número de unidades productivas constituidas en las tres cámaras de comercio del departamento, fue inferior en -3,5% a lo registrado en igual periodo de 2020.
Sorprende que, según el DANE, entre enero y mayo de 2021 la producción industrial en Boyacá tuvo el mejor desempeño en el país: creció en 53,6% (frente a 15,1%), por cuenta de las empresas metalúrgicas, cementeras y productoras de bebidas, invirtiendo el signo de hace un año. A lo anterior se agrega, que a pesar de que las ventas reales repuntaron en 42,8% el empleo cayó en -2,2%.
Un reflejo de la mala racha por la que atraviesan muchas familias colombianas, es lo reportado por la Encuesta de Pulso Social del DANE, que encontró que en el trimestre marzo-mayo de 2021 el 67,2% de los jefes de hogar y sus cónyugues, declaró que su situación económica actual era “peor” o “mucho peor” que hace doce meses. En Tunja, este guarismo fue de 59,9%, que contrasta con el 4,0% que respondió que es “mejor” o “mucho mejor”.
Por último, resulta paradójico, que en esta encuesta el 87,7% de los hogares tunjanos manifestó que consume tres comidas diarias, mientras que 11,3% sólo puede tener disponer de dos comidas al día. En fin, las penurias y las privaciones continúan.