Duitama es un oasis

Foto: Édgar Estupiñan / @edgarphotodj / Archivo
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El triunfo de José Luis Bohórquez en la ciudad de Duitama es una bocanada de aire en medio de la asfixiante politiquería que ya es tradicional en la llamada ciudad cívica del departamento. Se volvió costumbre ver a exalcaldes (y círculo cercano), salir millonarios de la alcaldía sin que los organismos de control digan ni mú. Se volvió costumbre el derroche en contratos para los amigos y cualquier otro que regrese una tajada. Los contratistas debieron quedar helados con la elección de Bohórquez. La ciudadanía crítica respiró. Era agotador, además, ver cómo se les entregaba a algunos concejales la institucionalidad y los recursos.

Por | Fernando Pineda. Docente de ciencias sociales. Líder de la Cátedra Jaime Garzón y del proyecto Mnemósine: la memoria histórica, una pedagogía para la paz; proyecto ganador en el Foro Educativo Nacional 2017 y Proyecto nominado al Premio Compartir al Maestro. Premio Internacional de Poesía en Paralelo Cero 2022.

El problema ahora es que los habitantes de Duitama tendrán que reflexionar sobre lo que implica esta elección. Bohórquez recibe una ciudad acostumbrada a que no le suban los impuestos pero que pide obras y futuro; la cuestión es que eso hasta se entiende; porque ¿a quién le gusta pagar impuestos si se los roban o los invierten para pagarle favores a los amigos que guardan algo de esa platica para enriquecer a quienes firman? Por eso Bohórquez hará historia con que cuide los recursos; con que custodie y proteja el gasto que pasa por las manos tenebrosas de ciertos personajes enquistados en la alcaldía y en el concejo, pasará a la historia.

Bohórquez recibe una ciudad con las calles destruidas (en ocasiones pareciera que a propósito), porque el continuo reparcheo permite sacar platica gota a gota. La idea es que todo se mantenga mal para invertir continuamente los recursos.  Recibe una ciudad con problemas de alcantarillado, sucia y para nada cívica, a la que le cuesta mucho reciclar y quién pegaría un grito en el cielo si se le exige que desde el hogar colabore con los residuos. Por eso con que diseñe y trace un proceso a mediano y largo plazo, que le permita a todos los hogares educarse para respetar el medio ambiente, hará historia. A la larga los costos para la ciudad se reducirían si nos educamos para habitar una ciudad futura y digna al fin. Un porcentaje de los habitantes de la ciudad ya es consciente de estos problemas y respaldaría a Bohórquez.

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Bohórquez recibe una ciudad en la que sus concejales piensan que Duitama es una lechona para repartir, un botín para desfalcar (algunos incluso ya investigados por criminales); por eso con que visibilice estas prácticas y permita que desde los barrios haya veedurías, mientras gestionan algunos recursos con la administración (ojo, en la medida de sus posibilidades), la rueda se echará a andar, y, a lo mejor, los interesados a futuro en el cargo de burgomaestre, abran los ojos y defiendan lo que se debe defender: la posibilidad de trazar poco a poco una ciudad más cercana a la modernidad.

Bohórquez recibe una ciudad inundada de perros abandonados (antes los mataban: aunque no sólo la Perla se ha construido sobre un cementerio de perros); por eso Bohórquez pasará a la historia, si dinamiza una pedagogía que combata la crueldad, reúna a todos los Quijotes que han detectado este problema, y enfoquen una política que obligue a todos los que tienen estos animales en sus casas, a que esterilicen, adopten, respeten, valoren y no abandonen a las mascotas. El respeto a estas criaturas indefensas es una muestra de lo que somos como sociedad; y, por esta razón, debemos merecernos la fama de ser una ciudad cívica, es decir, humana y preocupada por los desvalidos, por los desamparados, por el hambre que camina por las calles.

Si el lector ha llegado hasta aquí, quizás ya haya comprendido que el problema de Duitama han sido los electores, sometidos a grupos políticos interesados en mantener el poder y el presupuesto público; eligen a corruptos mientras les ayudan repitiendo sandeces o fórmulas banales de cajón, como la consabida “nos van a volver como Venezuela”, o esa dicotomía izquierda-derecha tan aburrida y lejana de las verdaderas intenciones de los politiqueros: los contratos para guardarse la platica.

Ya dentro de poco Bohórquez comprenderá que gobernar es complicado, y en ese momento enaltecerá el sentido de su vocación. Por ahora, ha sido grandioso ver su disposición a utilizar la pedagogía; dando ejemplo y evidenciando la importancia de tener principios. No corridas, ni cabalgatas, ni pólvora. La tortura de seres sintientes no puede ser patrocinada para la satisfacción de unos pocos. Ese es el talante de un muchacho que puede tener un futuro brillante en una sociedad necesitada de liderazgos positivos y humanos. Sé que la discusión es larga y que quizás haya que propiciar espacios para debatir; sin embargo, el proceso electoral y lo visto en estas primeras semanas, ha sido impresionante: personas saliendo a las calles, no sólo al esperado pan y circo, sino a apoyando a su alcalde.

Comenzó haciendo historia José Luis, primero ganándole a los de siempre, y segundo, probando que Duitama, a pesar de los problemas de agua, es un oasis.

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