Por | Julio Medrano
En Tunja parece que es costumbre dejar pasar desapercibida la muerte de los ciudadanos, jóvenes o viejos, mujeres u hombres. El cadáver de una mujer aparece en un caño y una niña de catorce años muere según sus padres por culpa de una vacuna contra COVID-19. Ante esto, nadie pregunta y olvidan.
No se puede seguir especulando ante cada nuevo crimen o dejándolo pasar como mera nota de cualquier periódico amarillista para satisfacer su afán de likes en redes sociales. Tampoco se pueden quedar estas muertes como meras cifras que normalizan estas situaciones.
Un caso tras otro se archiva. Todos andan muy ocupados en el rebusque de una entrada económica, que por esta época de elecciones (es deshonroso evidenciarlo) la papita para los jóvenes profesionales o no, está en entregar volantes de publicidad política, forrarse la desnutrición con una chaqueta del candidato que promete un puesto en la oficina pública. Somos la renovación de la política, dicen hablando en plural para que la gente se sienta incluida en algo, sienta que la tienen en la cuenta. Luego viene el olvido y nuevamente las anchas filas de desempleados recorriendo los cafés del Pasaje de Vargas.
Ojalá la ciudadanía se preocupara más porque las autoridades competentes respondieran con urgencia los porqués de estos y otros crímenes ocurridos en la ciudad, en lugar de estar respondiendo encuestas de cuál candidato es el más novedoso en el copie y pegue de arengas sin propuestas, de cuál es la fe que más mueve montañas de dinero.
Los casos
El primer caso fue el de una niña de catorce años quien, según narraron sus padres, se encontraba bien de salud, y después de aplicarse la vacuna contra la COVID-19, esta muere.
En su momento, la secretaria de Salud de Boyacá, Luz Marina Estupiñán, explicó que después de todas las acciones de vigilancia que realizaron, serán analizadas por el Comité Territorial de Expertos Ad Hoc, creado para la evaluación de casos sospechosos de evento adverso posterior a la vacunación, de acuerdo con la Resolución 176 de 2021 de la Secretaría de Salud. Una vez obtenido el concepto de esa evaluación darán a conocer los resultados de la misma, basados en evidencia clínica y científica, toda vez que no se han determinado las causas reales del deceso.
Muchos sin ningún fundamento científico condenaron la vacuna y, seguramente de esos muchos, unos cuantos no vacunaron a sus hijos con dosis de Moderna, y otros, desistieron de la idea de vacunarlos. Lo único cierto es que más de un mes ha pasado y nadie responde a la comunidad de qué fue lo que sucedió.
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Para mediados del mes de febrero, miembros del CTI hallaron en un caño cercano al Parque Recreacional (desde hace años es un sitio muy concurrido por extranjeros que han encontrado allí la protección de una trinchera), el cuerpo sin vida que, según dijeron con las primeras investigaciones, se trataba de una mujer de unos 44 o 45 años aproximadamente (aún no identificada) que llevaba más de un mes en el lugar.
Que era consumidora de drogas, prostituta, que la violaron, que la mataron, que entró por voluntad propia, y de todo se escucha y se lee en las calles y los barrios peligrosísimos de internet. Cero respuesta de las autoridades competentes.
Los archivos
Estos son dos casos se van perdiendo entre rumores de pasillo y tuits proclives a la estupidez. Como el caso de la mujer transgénero que mataron a golpes un grupillo de taxistas, ¿qué sucedió, hubo condena, salieron libres, decomisaron algún taxi, hubo al menos un comparendo de tránsito? O peor, como el caso de la niña Andrea Marcela García Buitrago que en 2012 fue torturada y no me aguanta la garganta para seguir narrando ese atroz feminicidio y, más, porque diez años después aún no hay ningún esclarecimiento.
Hay más casos, seguro, que desde hace décadas no tienen respuesta y a la gente se le olvida, no le importa, porque la gente mira al piso encorvada por el peso de sus camándulas, mientras murmuran el aborto es pecado, y solo levantan la mirada para señalar a la joven menor de edad que muestra con sollozo su barriga preñada, porque la violaron, porque no recibió la educación sexual necesaria, porque creyó en la palabra del hombre cuando le dijo que su semen no embarazaba.
Del silencio a la especulación
Este silencio de las autoridades ha producido un sin número de chismes entre la comunidad. No se necesitan respuestas para alimentar ninguna clase de morbo, sino todo lo contrario, pera dejar de avivar habladurías que se paseen de barrio en barrio, y, sobre todo, de publicación en publicación en redes sociales. Se necesitan para aliviar el dolor de los familiares de las víctimas, para que encuentren una mínima calidez en sus pechos durante las noches y que les permita dormir.
Y, mientras los youtuberos de la Fiscalía buscan aclarar en tiempo récord crímenes de estrato cinco para arriba, y por supuesto de altísima interacción en redes sociales, los ciudadanos de a pie siguen muriendo y siendo olvidados ante la indiferencia y la impunidad.
No podemos seguir impasibles ante las muertes que ocurren en la capital de los boyacenses. Estos son problemas de una sociedad la cual debe exigir a sus mandatarios respuestas claras.
Muy buen artículo.responderan las autoridades? Creo que no, están ocupados en campaña. Y aún así van a votar por los mismos?
Excelente artículo, el olvido, la antipatía y la discriminación son endémicos en gran parte de la población y se ha ensañado en contra de las mujeres, no solo en el acceso a justicia en vida, sino también en la muerte, naturalizamos, el odio, los prejuicios perversos,…..