Su familia se queja de que las autoridades nunca avanzaron el esclarecimiento del homicidio que causó consternación en la ciudad. Alguna vez hubo dos capturados, pero no hubo pruebas concretas que los involucraran y fueron dejados en libertad.
El 24 de agosto de 2011 a las 7:05 de la mañana, en el barrio La María de Tunja, ocurrió un hecho violento que causó consternación en la ciudad y que hoy todavía muchas personas recuerdan.
Daniel Eberto Pérez Corredor salía de su residencia a bordo de su automóvil cuando dos hombres que se movilizaban en motocicleta le disparan y lo asesinaron.
Pérez era un personaje muy reconocido en los diferentes círculos sociales, pues desde hacía mucho tiempo estaba dedicado a la contratación pública y departía frecuentemente en fiestas y reuniones. Incluso era tal vez el mejor amigo del alcalde de Tunja de ese entonces, Arturo Montejo Niño. Todos le conocían como ‘cinco tiros’, pues, según contaba él mismo, su padre hizo esa cantidad de disparos al momento de su nacimiento, así que su apodo se generó desde ese entonces.
Pérez recibió dos disparos en el tórax, sus vecinos y los transeúntes que pasaban por el lugar lo auxiliaron y lo transportaron al Hospital San Rafael pero, debido a la gravedad de las heridas, no fue posible salvarle la vida.
Diez años después de ese hecho, su familia dice que las autoridades judiciales no tienen pistas y no lograron avanzar en el esclarecimiento del hecho y la identificación de sus autores.
En un comienzo incluso hubo dos hombres detenidos, pero nunca hubo suficientes pruebas para vincularlos al hecho, de manera que terminaron siendo dejados en libertad.
Las autoridades también trabajaron sobre varias hipótesis, algunas de las cuales señalaban que Pérez había sido amenazado con anterioridad o que en el homicidio hubo vínculos con personas de Puerto Boyacá, pues la víctima tuvo contratos en ese municipio.
Según allegados a Pérez Corredor, con anterioridad los sicarios quisieron agredirlo en una oportunidad en la que se movilizaba en la vía entre Tunja y Samacá, pero en aquella ocasión contó con suerte y se escabulló de las balas asesinas.
La familia Pérez, que llegó a Tunja hace muchos años, proveniente del norte de Boyacá, todavía tiene esperanzas de que ese crimen sea aclarado. Su hermano, Wilman Pérez, dijo que, con motivo de los diez años de su muerte, hoy a las cinco de la tarde se oficiará una ceremonia religiosa en la Iglesia de Santa Inés, en el norte de Tunja.