Por: Luis Heriberto Bohórquez / Ingeniero de Vías y Transportes. / @luchocalidad
No hay ninguna duda, la humanidad pasa por su peor momento. Superarlo implica admitir con la mayor objetividad lo que está sucediendo, pero ante todo ser responsables con nosotros mismos, nuestras familias y la sociedad; esto es seguir a pie juntillas la recomendación de lavarnos las manos y la orden de quedarnos en la casa. Por ahora este es el único mecanismo, no para contenerlo porque el virus ya anda suelto y ahora se trata de no dejar que nos alcance y nos haga sus víctimas.
La emergencia nos ha obligado a hacer un alto en el camino, como lo dice nuestro director, propicio para algunas reflexiones. El país no ha superado aun lo que los medios mal llaman polarización, que no es otra cosa que el rencor hacia quienes piensan o actúan de manera diferente. Tenemos la vida en juego y muchos solo se preocupan por dar rienda suelta a sus odios y/o amores extremos por sus líderes en los gobiernos y fuera de ellos; cuando la solución está en nuestras manos: autoprotegernos y ayudar a los demás a hacer lo propio.
Quizás una combinación de decisiones gubernamentales acertadas y la benevolencia del destino, hacen que los boyacenses tengamos un bajo número de contagios, eso sí con una considerable cantidad de casos sospechosos. Quiero apostar a que cierta disciplina propia de nuestra idiosincrasia, ha influido en estos resultados, por lo cual no se justifica que aún tengamos a diario bastante gente en las calles, irrespetando las normas del aislamiento. Tal vez, haga falta endurecer la vigilancia y aplicar las sanciones correspondientes; es cuestión de autoridad. En resumen, todavía carecemos de una pequeña dosis de responsabilidad y altruismo.
Las cifras nacionales muestran un gran porcentaje de contagios, especialmente en la población joven con edades entre los veinte y treinta años, seguidos de cerca por el grupo de treinta a cuarenta años, tal vez por ser la franja más activa en términos laborales, o simplemente porque existe la convicción que la mayor vulnerabilidad se puede dar entre personas de la tercera edad. Esto se puede estar traduciendo, en no acatar las recomendaciones preventivas y exhibir comportamientos que rayan con el irrespeto a toda la sociedad. Quedan dudas, porque en manos de esa generación, está el futuro inmediato del país.
La movilidad intermunicipal, por lo menos en el Valle de Tenza, está suspendida y lo más importante es controlar la llegada de personas, provenientes de zonas con alto número de contagios, porque se podría arriesgar todo el esfuerzo que hasta el momento hemos hecho. Es triste reconocer, que muchos quieran ingresar al municipio para estar cerca de sus familias, pero la posibilidad de ser un portador asintomático, compromete primero a los suyos y en consecuencia a toda la comunidad.
La cadena de abastecimiento para Garagoa y la región no se ha visto muy afectada, además bien reforzada también por la producción local, que todos estamos en la obligación apoyar y, como de costumbre, los especuladores aprovechan el caos.
¡Cuánto diéramos para que estos sobrecostos lleguen a quien realmente produce! Seguimos con el eterno problema de los intermediarios.
Seguramente quedan muchos eventos por mencionar y analizar más adelante, pero un positivo destacable en esta prueba, es el rescate de los amigos con quienes hacía mucho tiempo no hablábamos. Esto, junto con el fortalecimiento de los lazos familiares, la oración y el optimismo, nos han entregado la dosis de fe mencionada por el Papa Francisco en su homilía de la bendición Urbi et Orbi y que nos está ayudando a derrotar el miedo.