Dejen trabajar al ruso

Mikhail Krasnov, alcalde de Tunja. Foto | Archivo particular
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Mikhail Krasnov, más que por sus ideas y/o propuestas, ganó las elecciones a la Alcaldía de Tunja gracias al repudio y espanto que tiene la ciudadanía hacia los sectores políticos tradicionales, los cuales hoy estrechan la mano del ruso. 27 mil tunjanos lo eligieron, tanto por su carisma, como porque no encontraron más remedio para su desesperada situación, entre la cual está el pago de uno de los más altos costos de vida en el país. No es independiente, no hay que crucificarlo por ello. Y demostrado que no es holograma, tampoco hay que idolatrarlo, como cualquier humano también es corruptible, o, al menos, proclive a cometer errores.

Muy al estilo Trump, Nayib Bukele o Milei, el ‘profe ruso’, como le dicen sus seguidores, se presentó como candidato alternativo, desligado de cualquier tradición o pertenencia a algún partido político. Casi salido de la nada, Krasnov llegó con el lema de ser independiente y de querer acabar con las políticas tradicionales [la idea que se tiene de que la mayoría de políticos llegan al poder para amarrar los pesos públicos solo para unos cuantos amigos]. Sin embargo, desde el aval dado por La Fuerza de la Paz del poeta Roy, esa independencia [la cual sigue arengando contener en su proceso como político], se ha visto manchada.

El hecho de que Krasnov fuese elegido, no suscita una fidelidad a que cumpla con sus primeros mensajes de campaña. Tal como ocurre en el país con la Presidencia; Petro ha dejado en remojo varias de sus primeras propuestas planteadas en campaña y, para poder empezar a cumplir con otras, ha tenido que estrechar manos diestras y siniestras.

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El discurso de ‘los verdes son los malos’

Más allá de ser «independiente» o ruso, este discurso contra los verdes, fue fundamental para sumar votos a Krasnov.

‘El profe ruso’ adquirió ese eslogan, o, al menos lo mostró, desde el momento cuando recibió apoyo de Beto Vergara [exprecandidato a la Gobernación de Boyacá por la Colombia Humana] y, el espaldarazo de Rodrigo Rojas [de los tradicionalísimos Liberal y Conservador (que se aliaron también en campaña negativa contra el partido Alianza Verde)].

La ‘campaña negra’ como llamó Carlos Amaya a cualquier cosa que dijeran contradictores en redes sociales, fue enorme impulso para Mikhail Krasnov quien levantó una bandera en contra de todo lo que fuese amayista. Discurso que ha variado en distintas entrevistas y que, después de ser electo, ha tratado de encontrar un tono más afable para con el próximo [o actual] Gobierno Departamental. Sin embargo, el ruso no ha querido [o sus aliados no le han permitido (difícil saberlo)] arriar dicha bandera.

La desidia ciudadana por los otros candidatos

Una buena parte del Pacto Histórico se dividió porque no quiso votar al candidato Jonathan Bosigas [división que se repitió en el caso de Gobernación], a quien vieron desde inicio de campaña como alguien que no estaba preparado para el cargo, incluso acusándolo de no tener nada que ver con movimientos de izquierda [siendo del partido Mais].

A Carrero la ciudadanía le cobró caro el caso del parque Biblioteca, tema que trató en varias ocasiones y medios, pero que, por más explicaciones que dio, no logró volver a ganar la confianza de los tunjanos. Acá, sin más fichas de confianza, los del Verde perdieron otra vez la capital de Boyacá.

Vicente Ojeda, candidato conservador, fue fulminado por los votantes, por cargar con la sombra del actual alcalde Alejandro Fúneme quien tiene una reputación en picada entre los tunjanos [por más que Asocapitales (asociación nacional de la cual es presidente) le aplauda en medios nacionales].

27 mil optimistas con el cambio; pero, ¿cuál cambio?

Lo irónico al final de las votaciones del pasado 29 de octubre, es que el ‘profe ruso’ recibió votos de todos los actores políticos, tanto los partidos tradicionales [que Mikhail dice aborrecer (que vendrían siendo liberales y conservadores los cuales hoy abraza en redes sociales y lo acompañan en toda reunión)], sectores de la izquierda dividida [como siempre] y, el clamor popular ganado a pulso, visitando cada vereda de la ciudad, votantes sumidos en el hartazgo de las figuras políticas de siempre.

El cansancio de la sociedad por los efectos que deja la corrupción, los elefantes blancos, los discursos prometedores que no resultan en nada, la hipocresía de los mandatarios que usan más las redes sociales que la Constitución… permitieron que este sujeto, salido casi de la nada, sin una mínima experiencia en administrar dineros públicos, llegue a gobernar, porque le repitió a sus seguidores una y otra vez que los malos eran los políticos, generando una fantasía de que él es un ser incorruptible y que buscará cambiar el status quo para beneficio de las mayorías.

Lo cierto es que Mikhail Krasnov no es independiente [así le cueste reconocerlo]. Ha tenido y tendrá que estrechar manos de izquierda, derecha y centro, de un color y otro, para que el cambio sea; pero, entonces, ¿cuál cambio? Siguen las mismas rencillas políticas por el poder [manejo de contratos públicos], los mismos discursos negativos y/o seudo ultrapositivos [tan elevados de la realidad como los del actual alcalde].

No ha empezado a ser Alcalde, no ha izado la bandera de Rusia en la Plaza de Bolívar, y ya tiene todos los ojos y dedos señalándolo. El tiempo exaltará o vapuleará al mandatario. Por ahora, será dejar trabajar al ruso.

Mientras la demanda de nulidad contra la elección del ruso fue inadmitida, él sigue tocando puertas [cosa que le ha tocado (relativamente) fácil por la posición en la que la farándula regional y nacional lo ha puesto] para traer inversores a la capital de los boyacenses.

No quiero desaprovechar este texto, para resaltar el trabajo fatigoso del grupo de rusomaniacos que se ha construido alrededor del ‘profe ruso’, quienes lo defienden a capa y espada y, que lo ven como un ser invulnerable a la corrupción, o, a cometer errores.

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