Por | Julio Medrano
En redes sociales las encuestas, memes y desmadres políticos, no hacen más que acrecentar las brechas sociales y la irrisoria polarización política. La gente no debe sustentar su voto desde su individualidad o su ego, sino desde la búsqueda de un mismo bien común para la sociedad.
La política siempre es política.
Paul Auster
Colombia ha caído en documentarse sobre los candidatos para las próximas elecciones, con lo que se tarda en leer un meme, ver videos de comunicadores que se creen politólogos, lo que la tendencia del #Hashtag del día repunta; incluso, basan su sabiduría en encuestas convertidas en fenómenos manipulados y manipulables.
Hace unas décadas nacieron coaliciones, movimientos, sociedades, alianzas y otros grupos para desbancar al bipartidismo que por más de un siglo amarró al país a las cloacas del pensamiento; la gente vio que podían pensarse las políticas y las dudas que se generaban en la sociedad desde muchos otros ángulos. Todos crearon sus verdades desde sus propias miradas, y con el tiempo inventaron más verdades para crecer en número o para mantenerse dentro de las curules.
Ninguno quiere ahora dejar de beber la viscosa leche que les compramos todos con el peso oro de nuestros bolsillos, nuestros ríos, nuestras tierras.
Campañas en redes o la fatigosa angustia del voto
No se deje llenar la cabeza de basura con opiniones hinchadas de falacias, de incorrecciones, de despropósitos y bajezas; de verdades en memes que bien pudieron diseñar jóvenes de doce años o también auténticos publicistas que ven en esto un recurso más satisfactorio a cambio de plantear un debate serio.
Abundan miles de seguidores que hacen campaña a un candidato porque este le prometió un puesto como secretario o barrendero, o porque le dieron trabajo como promotor a él o a un familiar. Por eso no es de fiar el vecino con la chaqueta, la gorra, el botón y el cartel del candidato por el que dice que se debe votar.
Recuerde que los candidatos que más se visualizan en redes sociales son porque tienen el sustento económico para pagarlo. ¿Cuánto cuesta hacerlo? Nada, cierto, lo que cuesta es la publicidad de la campaña, del usuario falso… Se habla de maquinarias y de cuentas robots, de cientos de celulares creando usuarios fantasmas que asustan más por contar un voto que por no existir.
Por una vez piense en colectivo, en qué necesita su región, su país, no piense en su bolsillo, no piense en solo llenarse el buche de aguardiente el día de las elecciones, cavile en cada canallada que nos han hecho sufrir porque alguien se dejó comprar con veinte mil pesos.
No se deje llevar por apabullantes arengas que hablen de educación, salud, campesinado, feminismo, seguridad, cemento; todos hablan lo mismo. Todos han sabido variar, con los mismos argumentos, las verdades acomodadas para el bienestar de ellos.
Rompa los paradigmas que tiene sobre conceptos de derechas e izquierdas, sobre palabras titilantes como Castrochavismo, Narcoterrorismo, Mermelada, Paz, Feminazi, Futuro, Progreso, Mamerto; que más allá de sonar gracioso o intimidante, hay detrás todo un estudio y una amalgama mercantilista que se diseñó para vender popularidad y destruir a contrincantes.
Investigaciones en la Fiscalía de personajes con nexos paramilitares pesan menos que una imagen con las letras ‘Castrochavismo’. Eso es el impulso mediático que enceguece las votaciones en Latinoamérica. Entonces podríamos culpar a que la calidad y cantidad de educación en Colombia es tan baja, tan minúscula, que nuestra vocación de pensantes se la dejamos a las redes sociales y a lo que el presentador de noticias diga.
Mire los perfiles de cada candidato para saber cuáles son las propuestas, lea y arguméntese. Para esto la mayoría de los candidatos hacen páginas web y por supuesto crean usuario en redes como Twitter y Facebook. Si prefiere puede ingresar a portales gubernamentales como la página del Congreso donde encontrará qué ha hecho cada senador, congresista o leguleyo por su región. Como diría Fajardo, para eso está Google.
Crea en sus capacidades de interpretación, no en la vox populi que reza lo que las redes sociales alumbran y venden como la luz bendita.
Lo importante es votar, vote en blanco si ningún candidato lo convence; pero vote, porque el abstencionismo es lo que quiebra a la democracia, lo que hace que las curules sean las mismas y los camaleones disfracen sus ineptitudes con el logo de un partido tras otro y así estar por décadas tomando tinto a nuestras costillas.
Lea, discuta con su familia, mire propuestas, engrásese sin miedo con lo que dicen y lo que hacen los políticos de turno. Si se siente mamerto por opinar no importa, recuerde que ese término también lo han engendrado para que usted no se pregunte quiénes son los que gobiernan y cómo lo hacen.
Recuerde que es de su bolsillo que se pagan estas curules, no regale su plata. Vote seguro y con la conciencia de haber realizado su mayor esfuerzo por su región y por el país.