¿De verdad es Fúneme?

Foto | Hisrael Garzonroa
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A pocas horas de ir a las urnas, la pregunta es, ¿la ciudadanía tunjana, mayoritariamente optará por las propuestas o simplemente atenderá la nebulosa tensión emocional que, en este caso, sería Alejandro Fúneme?  

La ciudad de Tunja no ha sido la más afortunada con las distintas administraciones que han transcurrido en los 32 años de elección popular de alcaldes. Y en las elecciones de este domingo, pareciera que la historia no va a cambiar… pero es posible cambiarla.

La percepción que hay en la víspera de este 27 de octubre es que el candidato Alejandro Fúneme es el más probable ganador de la jornada. ¿Por qué? Porque en estos últimos cuatro años, se proyectó la curiosa idea de que Fúneme debió ser elegido en 2015, pero el escándalo que produjo la denuncia de una exempleada suya ocasionó el rechazo y por tanto el haber perdido la elección frente a Pablo Cepeda; luego de un proceso judicial, los jueces dijeron que Fúneme en realidad no había tenido ninguna conducta antijurídica en este caso, así que se propagó el convencimiento de que perdió la alcaldía por situación de coyuntura, pero que si volvía a repetir, con seguridad sería elegido. Y ha sido sobre ese supuesto sobre el cual ha cabalgando su actual aspiración.

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Y en estos cuatro años, no ha hecho nada distinto a aprovechar este imaginario para recabar en la candidatura y proclamar que ahora sí va a ganar algo que estaba merecido desde hace tiempo.

Sin embargo, la realidad va por otro lado en cuanto a lo que necesita la ciudad. Teniendo en cuenta que la administración pública se vuelve cada vez más compleja; que tener el conocimiento y las competencias para gobernar debe ser producto de una mínima trayectoria, ojalá de una gran trayectoria de manejo y conocimiento de los asuntos públicos, que son requisitos mínimos que hay que cumplir, que no es el caso de Alejandro Fúneme, quien en todo este tiempo no ha hecho más que prolongar la acción de campaña; es decir, desde que decidió ser candidato hace cinco años, no ha parado en el proceso, quedándose solo con los tres años de ejercicio como concejal, donde tampoco descolló como la figura de las propuestas, del control político o del gran liderazgo en torno a alguna causa.

En cuanto a la estructura política que lo acompaña, el balance tampoco es para deslumbrar. Fúneme representa, ante todo, al Partido Conservador y al Centro Democrático, en la ciudad Capital de Colombia quizá donde es más profundo el sentimiento antiuribista y donde la militancia del Centro Democrático tampoco es la más representativa. En cuanto a la divisa conservadora, el balance no es más alentador. La actual administración de Pablo Cepeda hizo un ejercicio basado en la tradición y forma de administrar del partido conservador a partir de la estructura que ha venido predominando en los últimos 25 años, incluso con los mismos nombres.

Ahora bien, su última alianza política con el Partido Liberal, dista mucho de haber sido el mejor acierto, dado que esta se produjo entre los supuestos dirigentes de la colectividad roja con la campaña de Fúneme, pero que en realidad no dejó satisfechas a las bases liberales, que saben lo que significa un tipo de sociedades como esta. 

Entonces, así se trate de demostrar lo contrario, la propuesta de Fúneme no irá más allá de la perspectiva impuesta durante tantos años, por la forma de gobernar que implementan los conservadores, que lo que ha dejado son pésimos negocios para la ciudad en el arco de tiempo desde cuando Manuel Arias privatizó el manejo de la empresa de acueducto y las basuras; luego cuando Jairo Aníbal Díaz hizo el otro pésimo negocio del alumbrado público; más tarde, cuando Benigno Hernán Díaz acabó de completar el desastre con la transformación empresarial del manejo de los residuos sólidos; y, lo que ha pasado en la actual administración con la renegociación de la concesión del alumbrado público y la posible prórroga del contrato con Veolia. Y qué decir de los manejos dados por estas mismas administraciones, a la movilidad, a los impuestos, a la aplicación del Código de Policía y a la estratificación, por citar los más visibles en sus consecuencias negativas para la realidad económica y social de los tunjanos.

Entonces, a pocas horas de ir a las urnas, la pregunta es, ¿la ciudadanía, mayoritariamente optará por las propuestas o simplemente atenderá la nebulosa tensión emocional que, en este caso, sería Alejandro Fúneme?  

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