Cuando el invierno aprieta

FOTO / Hisrael Garzonroa - EL DIARIO / Archivo
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Por Luis Heriberto Bohórquez | Ingeniero de Vías y Transportes UPTC – Catedrático universitario, especialista experto en calidad de materiales y producción industrial de concretos.

Superado el duro invierno que azotó al Valle de Tenza en meses pasados y que dejó estructuras en riesgo, vías bloqueadas, damnificados y como siempre reacciones de líderes de sectores ciudadanos y gobiernos territoriales, apuntando a buscar culpables.

Cualquier conjetura que soslaye los conceptos técnicos y jurídicos que ayudan a entender mejor esta problemática, sólo causa cierto ruido mediático y evita llegar a conclusiones que permitan formular estrategias para prevenir y mitigar los riesgos generados por el considerable incremento de las lluvias.

Los efectos de los fenómenos naturales, especialmente la interacción de las lluvias con las características geológicas y topográficas de la región, generalmente detonan en cierre de vías como sucedió esporádicamente en la Transversal del Sisga en los últimos meses y actualmente en el kilómetro 18 de la Vía al Llano.

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Ambas carreteras tienen en común su trazado por las estribaciones de la Cordillera Oriental, y ya es costumbre ver su colapso en el último eslabón de la cadena y en la mayoría de ocasiones desconocer los antecedentes geológicos y las posibles causas técnicas.

Para empezar, durante el primer invierno del año, las precipitaciones registradas en la cuenca de la Central Hidroeléctrica de Chivor, superaron los promedios de los últimos años, en especial durante julio y agosto, cuando se reportaron crecientes y aportes excepcionales al embalse.

De acuerdo con el IDEAM y con el contraste realizado mediante herramientas internacionales de monitoreo satelital del clima, las lluvias estuvieron por encima de la media reciente (2020-2024), lo que confirma la alta variabilidad climática que ha afrontado la zona.

Ante este comportamiento climático, una eventual causa de las afectaciones a la Transversal del Sisga en el sector de Puente Muros, en mínima parte pudo deberse al agua desembalsada a través del vertedero de la presa La Esmeralda, puesto que esta actúa como detonante, dado que el terreno que sostiene la vía presenta fracturas, planos de estratificación inclinados hacia el cauce del río Batá, zonas de alteración y materiales saprolíticos que pierden resistencia cuando se saturan.

Entender este punto es esencial, no sólo para el diseño de las obras de recuperación, sino también para alimentar el debate, pues basta imaginar qué de no existir la infraestructura de la hidroeléctrica, lo único verdaderamente perdurable e imposible de controlar a lo largo del tiempo, es el clima y la geología de una región.

Mientras tanto en la hoya hidrográfica de los ríos Tunjita y Lengupá, las crecientes presentadas terminaron causando algunas inundaciones en veredas ribereñas y dejando comunidades damnificadas, en gran parte originadas por procesos de erosión lateral y socavación de las márgenes, con la consecuente degradación de las cuencas y la ampliación y profundización de los cauces.

Estos efectos negativos se ven incrementados por el transporte de materiales que suele acaecer en zonas de media montaña, lo que se conoce como erosión fluvial acelerada y deterioro geomorfológico de las cuencas.

Por donde se le mire, existe una problemática que requiere ante todo reflexión y análisis técnico para formular estrategias desde los sectores privado y público, tendientes a prevenir y reducir las consecuencias de estos eventos naturales. De hecho, los artículos 31 y 65 de la Ley 99 de 1993 asignan a las Corporaciones Autónomas Regionales, entre otras la función de planificar el manejo y conservación de las cuencas hidrográficas, así como el uso de los recursos agua, suelo y aire.

Igualmente, el Decreto 1640 de 2012 y el 1076 de 2015, son la base regulatoria de los Planes de Ordenación y Manejo de Cuencas Hidrográficas POMCA, por lo tanto, el marco legal existe y solo basta cumplirlo. La pretensión de responsabilizar totalmente a AES Chivor de lo sucedido es un tanto ingenua, más aún si se tiene en cuenta que la legislación obliga a esta empresa a transferir cuantiosos recursos a las CAR y los municipios, que finalmente son fundamentales para sus presupuestos y planes de inversión y desarrollo.

Ahí nos quedan esas reflexiones, por si algún día resolvemos corregir el rumbo y no olvidemos que estamos ad portas de la segunda temporada invernal del año. De salida: En 2027 la Diócesis de Garagoa celebrará cincuenta años de su creación y sería oportuno considerar la posibilidad de erigir una Basílica Menor, como emblema de recogimiento, devoción y peregrinaje constante. Desde ahora postulo a la Catedral de Garagoa como el templo llamado a encarnar ese anhelo.
X: @luchocalidad

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