Por | Pedro Pablo Salas
Con el respeto que me merece las críticas y las ironías, el tema de la campaña en Boyacá, con las militancias y demás, son parte de las afinidades y simpatías por las cuales una persona decide finalmente por X o Y candidato; hay mucha teoría en la ciencia política sobre la elección social.
En el caso de Boyacá hay un partido como el verde que es sujeto de críticas políticas entendidas en el marco de la disputa por el poder, lo cual es legítimo y lógico.
En Boyacá, sin embargo, se ha abierto una oportunidad de construir un centro de acción política que hoy representa el Partido Verde, de allí su éxito sostenido en el tiempo; aún en medio de sus propias debilidades este partido ha credo un cambio político en Boyacá, tal vez no con la profundidad que algunos quisiéramos.
Este ideario ha impedido que una derecha recalcitrante y anacrónica, excluyente, con un concepto mesiánico y represor del Estado, no haya podido acceder al poder, a pesar de que lo intenta a todo momento. Por eso es muy importante que quienes le apostamos a un departamento donde ganó el plebiscito por la paz, donde salen adelante idearios de no a la destrucción del medio ambiente y respeto de los derechos humanos, no podemos poner en riesgo tales logros; todo lo anterior está en peligro de perderse por consideraciones de distinto orden. Sin embargo, el horizonte de la razón fundamental no se puede perder; no se puede entregarle el departamento a un proyecto fascista, que aspira a continuar consolidando su fuerza a la presidencia en el 2022.
Boyacá debe contribuir al logro de la paz y los avances de una democracia profunda. Las elecciones regionales pesan, Boyacá pesa en el diseño de un país futuro, las pasiones y los afectos de coyuntura, no nos pueden cerrar la perspectiva del futuro, las fuerzas anacrónicas deben ser derrotadas y esto se hace desde cada una de nuestras parcelas racionales, dejo estas inquietudes para la reflexión….