El coleo es una tradición arraigada en el corazón de muchas comunidades de América Latina. Este deporte combina habilidad, destreza y valor, y tiene sus orígenes en las prácticas de los llaneros venezolanos y colombianos, quienes desde tiempos remotos han demostrado su pericia en la doma y manejo del ganado. Sin embargo, hoy es criticado por los defensores de los derechos de animales, quienes argumentan que el coleo implica maltrato animal.
Tradición y economía local
El coleo, con sus raíces que se remontan a la época colonial, comenzó como una necesidad práctica de los llaneros para controlar y manejar el ganado en las vastas llanuras de Colombia y Venezuela. Con el tiempo, esta práctica se transformó en un deporte competitivo, manteniendo su esencia, pero adaptándose a nuevas formas y reglamentos. La evolución del coleo refleja la adaptación de las tradiciones a las demandas contemporáneas sin perder su esencia histórica.
El valor cultural del coleo es incuestionable. En muchas regiones es más que un deporte; es un símbolo de identidad y orgullo local. Los eventos de coleo no solo son competiciones, sino también celebraciones comunitarias que fortalecen los lazos sociales y perpetúan tradiciones. Durante estos eventos, la música, la gastronomía y el folclore local se entrelazan, creando un ambiente festivo que celebra las raíces y la cultura de la región.
El coleo actúa como un nexo comunitario, uniendo a personas de todas las edades en torno a una pasión compartida. Las fiestas de coleo se convierten en una plataforma para la expresión cultural, donde se muestran danzas tradicionales, se interpretan canciones folclóricas y se degustan bebidas y platos típicos. Esta celebración de la herencia cultural es esencial para mantener viva la identidad regional en un mundo cada vez más globalizado.
El coleo proporciona empleo a una variedad de profesionales, desde entrenadores y veterinarios hasta artesanos y vendedores ambulantes
Económicamente el coleo también juega un papel significativo. Los torneos de coleo atraen a turistas y generan ingresos para las comunidades locales. Hoteles, restaurantes y otros negocios se benefician del flujo de visitantes que acuden a presenciar estas emocionantes competiciones. El coleo proporciona empleo a una variedad de profesionales, desde entrenadores y veterinarios hasta artesanos y vendedores ambulantes. La afluencia de turistas durante los eventos de coleo revitaliza las economías locales, creando oportunidades de negocio y fomentando el desarrollo de infraestructuras. Los festivales de coleo son una oportunidad para que los emprendedores locales muestren y vendan sus productos, desde artesanías hasta alimentos, impulsando así la economía de la región.
Aprender a colear no es una tarea sencilla. Requiere años de práctica, dedicación y un profundo amor por la tradición. Wilson Isairías, un coleador campohermoseño con más de 15 años de experiencia, nos cuenta acerca de las reglas básicas de este deporte:
«El coleo inicia cuando se abre el toril y sale a correr el toro. La manga de coleo tiene dos zonas; primera zona, segunda zona y zona muerta. Si el toro da una vuelta se considera campana y en primera zona vale 20 puntos y en segunda, vale 10. Si el toro da dos vueltas se considera campanilla; en primera zona vale 30 puntos y en segunda 15. Por último, si el toro da tres vueltas se considera remolino (el sueño de todo coleador); vale 40 puntos en primera y 20 en segunda, pero para que sea válido el remolino el toro debe caer entre lomo, pierna, paleta y costilla».
La transmisión de conocimientos sobre el coleo es principalmente oral, pasando de generación en generación. Las familias desempeñan un papel crucial en este proceso, donde los padres enseñan a sus hijos no solo las técnicas del deporte, sino también el respeto y el amor por los animales. Este proceso educativo fomenta un profundo sentido de pertenencia y responsabilidad hacia la tradición.
Controversia
El coleo no está exento de controversias y desafíos. Una de las críticas más acaloradas proviene de los defensores de los derechos de los animales, quienes argumentan que el coleo implica maltrato animal.
Estos críticos señalan que las maniobras utilizadas para derribar a los toros pueden causarles estrés y lesiones. En respuesta, los defensores del coleo explican que existen regulaciones estrictas para minimizar el sufrimiento de los animales y que el deporte es una parte integral de la cultura local.
«no es maltrato animal ya que esto constituye más bien una forma de trabajar el ganado»
Alexander M, coleador del municipio de Páez, quien participa en las faenas en el municipio de Campohermoso, orgulloso de sus raíces y del deporte que practica, considera que «no es maltrato animal ya que esto constituye más bien una forma de trabajar el ganado, que posteriormente se fue implementando en las mangas de coleo. Se tecnificó la zona de la faena y por lo tanto no es una forma de maltrato animal, sino que se debe tener en cuenta puesto que también hace parte de la cultura de un territorio».
Las organizaciones defensoras de los derechos animales manifiestan que, a pesar de las regulaciones, el estrés y las lesiones sufridas por los toros durante las competencias son inaceptables. AnimaNaturalis, por ejemplo, sostiene que «el coleo es una práctica violenta y estresante para los animales, que sufren no solo físicamente, sino también emocionalmente durante estas competencias».
Este debate ha llevado a algunos gobiernos a reconsiderar y, en algunos casos, a prohibir el coleo, generando un conflicto entre la preservación de las tradiciones culturales y la protección del bienestar animal.
La regulación del coleo varía significativamente entre diferentes países y regiones. Mientras algunas áreas han implementado leyes estrictas para proteger a los animales, otras aún están en proceso de desarrollar y aplicar normativas adecuadas. Este desbalance en la regulación genera debates sobre la necesidad de estandarizar las prácticas y asegurar que el bienestar animal sea una prioridad en todas partes. Las asociaciones de coleadores y los defensores del deporte justifican que las normativas pueden ser adecuadas para garantizar el bienestar animal sin sacrificar la esencia del coleo. Proponen la implementación de reglas más estrictas y la formación de los coleadores en prácticas humanitarias para asegurar que el deporte se realice de manera ética y responsable.
El impacto ambiental del coleo también es un tema de preocupación. Las grandes concentraciones de personas y animales en un solo lugar pueden tener efectos negativos en el entorno natural, desde la contaminación del suelo y el agua hasta la alteración de los ecosistemas locales. Es crucial que los organizadores de eventos de coleo implementen medidas para minimizar estos impactos y promuevan prácticas sostenibles. La gestión adecuada de los residuos generados durante los eventos, la protección de los recursos hídricos y la conservación de la flora y fauna locales son aspectos esenciales que deben considerarse para reducir el impacto ambiental del coleo. Los organizadores de eventos deben colaborar con las autoridades locales y los grupos ambientalistas para desarrollar estrategias que mitiguen los efectos negativos y promuevan la sostenibilidad.
Mirando hacia el futuro, el coleo enfrenta el desafío de mantenerse relevante en una sociedad cada vez más consciente de los derechos de los animales y el medio ambiente. Innovar y adaptarse es esencial. Algunas propuestas incluyen la mejora de las prácticas de entrenamiento y competición para garantizar el bienestar animal, así como la promoción de una mayor conciencia sobre los aspectos culturales y tradicionales del coleo.
La Voz del Cinaruco también destaca que «la adaptación y modernización de las prácticas del coleo son fundamentales para mantener su vigencia y aceptación en el contexto contemporáneo».
A pesar de estos desafíos, el coleo sigue siendo una parte vital de la identidad de muchas comunidades. El debate sobre su futuro es una oportunidad para encontrar un equilibrio entre la preservación de las tradiciones y el respeto por los valores contemporáneos. Así, el coleo puede seguir siendo un símbolo de orgullo y cultura, mientras se adapta a los tiempos modernos. Como indica Señal Memoria, «el coleo ha logrado sobrevivir”.
Este texto hace parte de un trabajo final de estudiantes de sexto semestre de Comunicación Social de la Universidad de Boyacá, y luego pasó por el consejo de redacción de EL DIARIO.
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