La Hidroeléctrica de AES Chivor es la cuarta generadora de energía en el país, con una capacidad de producción de 1.000 MW., energía que suple cerca del 6% de la energía eléctrica que consume el país. Esta generadora utiliza más de 1.280 hectáreas y en su momento tuvo que reubicar a más de 1.700 personas de la cuenca del rio Tibaná, para construir lo que hoy conocemos como el embalse de La Esmeralda.
Un importante impacto ambiental, cultural y socioeconómico para la región.
Este gran proyecto hidroeléctrico presenta desafíos a mediano y largo plazo en toda la región del Valle de Tenza. Los positivos impactos en la calidad del agua para unos municipios y la estabilidad energética del país requieren de mayor compromiso de AES con el desarrollo económico, social y ambiental.
Las exigencias de las poblaciones y de los sectores económicos y ambientales cada día son mayores, y la hidroeléctrica es uno de los principales actores llamados a compensación, por
los impactos generados.
Es bien sabido que gracias a la hidroeléctrica se han podido generar algunos empleos y se derivan ingresos para los municipios impactados por el proyecto energético.
Sin embargo, como ya lo ha reflejado la Defensoría del Pueblo en varios informes, estos proyectos tienen un alto índice en el incumplimiento de los compromisos adquiridos con la comunidad, por lo que se hace necesario que el desarrollo llegue a las poblaciones y no solo al bolsillo de los empresarios.
En diálogo con EL DIARIO, Anderson Sánchez, líder político de la región del Valle de Tenza y exdiputado de la Asamblea de Boyacá, explicó que una de las razones de llamar al mayor compromiso de AES Chivor con el desarrollo regional se debe a las condiciones ambientales actuales: “el cambio climático es una realidad y debemos prepararnos para condiciones climáticas que AES Chivor no parece tener contempladas, como aumento del embalse por las fuertes lluvias y sus consecuencias aguas arriba y aguas abajo. También se requiere más apoyo al sector productivo y empresarial de la región; con esa cantidad de energía garantizada, aquí debiera existir una agroindustria fuerte, pero no es así”.
El cambio en las condiciones climáticas y el desplazamiento del sector campesino a los pueblos, que ha generado aumento en el desempleo, son factores que esta gran empresa puede atender a través de sus estrategias de responsabilidad social empresarial.
Todos estos municipios tienen la capacidad y el talante para convertirse en una zona agroindustrial de carácter nacional, pues tienen las condiciones que otras regiones anhelan, como lo es la seguridad energética.
Seguramente parte de las utilidades bien ganadas por AES Chivor también alcanzarán para apoyar el desarrollo de toda una región que siempre le ha servido.
Ánderson Sánchez, asesor de la Dirección de Justicia, Seguridad y gobierno del Departamento Nacional de planeación, y reconocido líder de la región del Valle de Tenza está planeando volver a la Asamblea Departamental, para liderar, entre otros, asuntos como el manejo de la Represa y sus excelentes resultados económicos que deben reflejarse en el desarrollo de la región. Todo indica que Ánderson se presentará por el Partido Liberal, donde siempre ha militado.
Señores periódico El Diario, la represa está ubicada en la cuenca del río Batá y no sobre el río Tibaná.
La mejor compensación que AES CHIVOR le puede hacer a la región del Valle de Tenza después de tantos perjuicios de diversa índole sería entregarle energía electrica a bajos precios o inclusive obsequiando kilovatios a la población en general de la zona para de ésta forma poder empezar a generar opciones laborales o microempresariales en la mermada cantidad de habitantes de la zona.
Hacer un llamado de atención a toda la clase politiquera de la región que se ha dedicado a buscar sus propios intereses y han dejado de lado la verdadera función constitucional de representar a sus comunidades.
En el caso de la Hidroeléctrica de Chivor desde hace aproximadamente 40 años de construida lo único que le ha dejado a la región ha sido problemas económicos, ambientales, sociales y culturales hasta el punto de no poder cultivar productos agrícolas de buena calidad y cantidad para la comercialización debido a los bruscos cambios en la temperatura promedio entre el día y la noche dónde en el primero es demasiado alta y en el segundo muy baja, asociado a la alta humedad promedio relativa en el ambiente, llegando en algunos momentos a superar el 100%, permitiendo la proliferación de plagas y enfermedades que finalmente acaban con cualquier clase de producto que se pretenda implementar.