Chiquinquirá Siglo XXI, espiritualmente encantadora

Killiam Ernesto González, candidato a la Asamblea de Boyacá. Foto | Archivo personal
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Por | Killiam  Ernesto González Forero / Candidato a la Asamblea de Boyacá

Desde uno de los lugares más privilegiados del universo llamado Chiquinquirá (tierra de neblinas y pantanos, en Muisca), quiero poner a consideración de los boyacenses mi nombre como aspirante a la Asamblea para el periodo 2020-2023.

Y lo primero es explicar mi visión y convicción sobre esta ciudad y su territorio, desde donde he proyectado mi vida y mi deseo de servicio a la misma y al departamento.

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Chiquinquirá está sobre  el lomo de la cordillera oriental de los andes  en el Altiplano Cundiboyacense, con una temperatura promedio de 15º a una altura 2557 msnm, posee excelentes riquezas que pasan desapercibidas como el gigantesco reservorio  Laguna de Fúquene,  su Río Suarez, el cual  le brinda sus aguas,  su belleza; la cruza el Río Chiquinquirá, de sur a norte; de oeste a este acompañada de las quebradas Quindión, María Ramos, páramos, montañas, valles, cañadas. 

Llueve durante gran parte del año, mejor radiación solar excelente humedad relativa.

Potencial productora agrícola y pecuaria, lugar propicio para la educación ciencia y cultura, hace parte del valle de Ubaté y Chiquinquirá con una extensión de 542 kilómetros de tierras planas, con una gruesa capa vegetal con capacidad para brindar seguridad alimentaria a gran parte del País; lo más parecido al paraíso terrenal, ideal para vivir. Tierra  de sacerdotes, escritores, ilustración.

En décadas anteriores en Chiquinquirá se sentía prosperidad, había un desarrollo artístico propio, había plantas trasformadoras de leche, harinas, bocadillos, tiples, guitarras, veladoras, gaseosas entre otros, aunque algunas se mantienen se han visto disminuidas. 

La ciudad cuenta con un potencial turístico inmenso, somos el centro de operación económica del occidente de Boyacá, el Sur de Santander y el Norte de Cundinamarca

Emerge la Ciudad al Siglo XXI en una situación difícil, la falta de planeaciónha sido una constante. La dirigencia política olvidó el principio rector de la democracia: “vivir para servir”, no estuvo a la altura de su oportunidad histórica; solo unos pocos trataron de hacerlo pero la costumbre pudo más que la razón.

Tenemos que corregir el rumbo, estamos construyendo nuestra propia historia y no queremos que continúen los que creen que pueden hacer sus “fortunas” a costa del erario público.

Partícipes de esta generación, pensando en nuestras niñas y niños  tenemos la obligación política, de liderar un gran acuerdo fundamental sobre el futuro de la Ciudad y la Región.

Organizándonos propiciaremos un ambiente de oportunidades de trabajo, educación ciudadana, honestidad, sana convivencia, seguridad y búsqueda de ciudadanos de paz. 

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