Medios de todo el mundo resaltan al torero colombiano, dicen que deslumbró a Madrid con una faena memorable, reviviendo la épica de sus triunfos en la plaza más importante del mundo taurino.
En la Plaza de Las Ventas, en Madrid, en una tarde dominical cargada de emoción, el mundo del toro rindió tributo a Antonio Chenel ‘Antoñete’, figura eterna de la tauromaquia, fallecido el 22 de octubre de 2011. En su honor, un cartel de leyendas volvió al ruedo para celebrar su legado en un festejo que quedará en la memoria de los aficionados.
Entre ovaciones y recuerdos, la expectación se centró en César Rincón, el colombiano que conquistó Madrid en los años noventa y que este domingo volvió a confirmar por qué su nombre está grabado en las piedras de Las Ventas. Su actuación fue una clase magistral de temple, mando y emoción.
César Rincón volvió a reinar en Las Ventas.
En el homenaje a Antoñete, el torero colombiano demostró que la maestría no envejece.
Con una faena de temple y emoción, conquistó de nuevo al público madrileño y recordó por qué su nombre sigue siendo sinónimo de leyenda. 🐂🇨🇴💬Y tú,… pic.twitter.com/e8jZoefwuZ
— EL DIARIO BOYACÁ (@ELDIARIOBOYACA) October 12, 2025
El primero de sus novillos fue devuelto por problemas de visión, pero el de reemplazo, de la ganadería Garcigrande, encontró en Rincón un torero en plenitud. Con el capote, templó y mandó desde los primeros compases, y con la muleta desató la ovación unánime de las 24 mil almas presentes. Toreó sobre ambas manos, en los medios, con la serenidad de quien conoce los secretos del ruedo madrileño. Cada pase fue una evocación del mítico 1991, cuando abrió por primera vez la Puerta Grande. Pinchazo y entera no restaron mérito a una faena redonda: dos orejas a ley y una plaza rendida a sus pies.
Antes, Curro Vázquez había emocionado con una media verónica de antología y una faena que le valió dos orejas a sus 74 años. Frascuelo revivió su arte con un toreo clásico y profundo, mientras que Pablo Hermoso de Mendoza ofreció elegancia y riesgo a caballo.
También brillaron Enrique Ponce, con una obra de técnica impecable que le valió una oreja; Morante de la Puebla, fiel a su inspiración gallista, con un toro de Osborne que evocó el triunfo histórico de Antoñete en 1966; y Olga Casado, que cerró el homenaje con una faena valiente y torera, premiada con dos orejas.
El público salió conmovido. No sólo por la memoria de Antoñete, sino por la certeza de que César Rincón volvió a escribir una página de oro en la historia de Las Ventas, demostrando que la maestría no conoce de edades ni de distancias.
Con información La Patria.












