Por | Maestro Eduardo Malagón Bravo
A
Javier Josué Castellanos Morales
Alcalde de Villa de Leyva
Me invitó a la ceremonia en honor del héroe villaleyvano de su natalicio 237 por mi dignidad de presidente de la Sociedad Patriótica Antonio Ricaurte y máxima autoridad académica bolivariana, el pasado 10 de junio. Me excluyó en el saludo protocolario, torpeza rampante y manifiesta, propia de su mala educación, luego se refirió a mí como simple soldador de bronce, que cobra barato, otra torpeza de su parte, que en el afán desbordado de su inculta investidura, quiso desprestigiar mi trabajo de escultor en bronce, maestro de firma, connotado y reconocido en los seis países bolivarianos, como el escultor de Bolívar, solo porque en mi deseo de aportar a mi amada Villa de Leyva, le ofrecí restaurar la estatua de Ricaurte destruida, en tiempo razonable y apenas teniendo en cuenta los gastos de insumos y transportes, ya que mi intervención como escultor y la mano de obra de equipo de trabajo, iría por mi cuenta, como otro aporte al municipio.
Poseo un Doctorado y un Master en arte, de dos universidades acreditadas de Estados Unidos, una especialización en arte contemporáneo de universidad de Argentina y una Licenciatura en Bellas Artes de universidad de Venezuela, además de mi formación en institutos estatales de arte y diseños de Milano, Pietra Santa y Roma, en Italia. Mis obras, como las de otros escultores de renombre, se procesan en el mismo taller, con una gran calidad de ejecución y con materiales óptimos.
Su despropósito no resiste un análisis, ya que es el producto de su elemental formación y su alcaldada pueblerina que desdice y ofende a la propia dignidad y categoría, de mi amada Villa de Leyva.
Los costos reales de la restauración, en mi generosa propuesta no llegaban a veinte millones de pesos y el tiempo de entrega de la obra restaurada con todos los fundamentos técnicos certificados, no era mayor a dos semanas. Comparados con los términos que se tomaron de más de un año y los setenta y pico de millones que pagaron los ciudadanos de Villa de Leyva, por sus “Buenos Oficios”, son dignos de analizar y juzgar por la misma comunidad.
A mí puede maltratarme impunemente, porque prefiero que sean los villaleyvanos que analicen lo ocurrido, saquen sus propias conclusiones y expresen su criterio, de su insolencia y descortesía con quien ha sido benefactor de varios monumentos en la población durante medio siglo, enriqueciendo su patrimonio histórico de forma real y cierta y apoyada infinidad de celebraciones y conmemoraciones, reciba injuriosas expresiones, en plena ceremonia en honor al héroe epónimo.
Jamás he pedido nada a cambio por mis donaciones a Villa de Leyva. Pero tampoco guardo silencio, Porque tengo por cierto que mis obras hablan por sí solas y defienden con hechos, que son razones mi laboriosa, pulcra y generosa vida.
Mi prestigio de escultor de cimenta en magnificas obras en espacio público, y mi condición de hombre pulcro y honorable, está en mis ejecutorías en beneficio de mi tierra. Mi desprestigio solo está en bocas fermentadas de quienes ejercen la mezquindad y la mojigatería, que solo le hace daño a ellos mismos.
Ojalá regresen los buenos burgomaestres, con formación académica y condiciones superiores. Así la hermosa Villa de Leyva recuperará su tradición, dignidad y prestigio.
¡Yo le perdono, que no tiene la culpa…!
Todo asiste a los señalados, caminamos a la gloria en un impulso invencible y de orden providencial.