A diez meses de las elecciones de autoridades regionales, un verdadero dilema enfrenta el exgobernador Carlos Amaya. Sus aliados en Boyacá le reclaman que regrese y dispute de nuevo la Gobernación, pero eso significaría dar un paso atrás en su carrera política. Otros creen que la manera de catapultarse definitivamente como figura nacional es aspirar al segundo cargo más importante del país.
El exgobernador de Boyacá Carlos Andrés Amaya ha dicho en diferentes oportunidades y escenarios que su sueño es ser presidente de la República de Colombia.
Ese ha sido su objetivo durante los últimos meses; fue precandidato de la Coalición Centro Esperanza y, sorpresivamente, logró cerca de 450 mil votos, superando a figuras de reconocida trayectoria como Alejandro Gaviria y Jorge Enrique Robledo.
Por muy poco Amaya estuvo a punto de ganarle también a Juan Manuel Galán, hijo del inmolado Luis Carlos Galán Sarmiento. Sergio Fajardo, el ganador de esa contienda, no es que haya quedado tan lejos (723.475 votos).
Muchos coinciden en que si el ganador de la Coalición Centro Esperanza hubiera sido Amaya una historia muy distinta habría sido la primera vuelta, en la que ganaron Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, quienes después se enfrentaron en la segunda y definitiva batalla en las urnas.
En la segunda vuelta presidencial pasaron muchas cosas y una de ellas fue que Amaya decidió respaldar al exalcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, quien por momentos parecía tener la mayor opción de convertirse en el nuevo presidente de Colombia. Al fin y al cabo, los sectores tradicionales de la política del país no querían el triunfo de Gustavo Petro.
Pero tal vez el error más grave de Amaya no estuvo en decidirse por Rodolfo Hernández, pues en política se deben tomar decisiones, así se gane o se pierda. Su error fue tomarse el asunto demasiado en serio, confrontar a los petristas en medio de una campaña acalorada, entre ellos a los estudiantes universitarios, y cuestionar de manera desafiante las tesis del líder de la Colombia Humana.
Amaya estaba envalentonado porque los medios de comunicación ‘le daban cuerda’ y porque se sentía respaldado por el sistema; sin embargo, esta vez los resultados no se le dieron y, por primera vez, después de una exitosa carrera invicta de cerca de 15 años como líder estudiantil y como político, su candidato (Rodolfo) terminó derrotado.
En una campaña política normal, en cualquier país del mundo, el debate se hace precisamente en torno a las ideas y las propuestas y hay un gran margen de maniobra para controvertir y exponer ideas diferentes, pero ese escenario no es del todo posible cuando en una de las esquinas de cuadrilátero está el petrismo, pues muchas veces ese movimiento parece una religión y sus seguidores defienden sus tesis como si fueran la verdad revelada.
El amayismo también ha impuesto en Boyacá, el departamento de Carlos Amaya, unos principios parecidos, en los que él es el único que tiene la razón y dice la verdad. Por eso sus equipos solo los arma con los que son absolutamente leales, que comparten sus ideas y en donde está prohibido disentir.
Y entonces Amaya se echó de enemigos a quienes siempre lo habían respaldado, los jóvenes, los universitarios. Y, al mismo tiempo, son las nuevas generaciones de la política, entre ellos los ‘primivotantes’ (como los llamó Antanas Mockus) los que ahora cuestionan, critican y fustigan a Amaya a través de las redes sociales, espacio en dónde hasta hace apenas unos meses él era el más escuchado, respetado y hasta admirado.
‘Con el Cristo de Espaldas’ ante sectores de opinión de Bogotá y Boyacá, Amaya se prepara para asumir un año electoral en el que en pocos meses tendrá que decidir, si regresa a tratar de mantener para su partido, en nombre propio, la Gobernación de Boyacá; o se lanza a la que pudiera ser una aventura, tratar de conquistar la Alcaldía de Bogotá.
Muchos actores políticos del departamento, incluso quienes se preparan para confrontarlo en la plaza pública, creen que Amaya es difícil de derrotar. A su favor tiene una imagen positiva, especialmente en sectores rurales; una alta credibilidad, principalmente en la provincia; y una enorme maquinaria burocrática en la que él maneja a su antojo cientos de cargos públicos en casi todas las entidades regionales y por lo menos tiene posibilidad de guiño en millonarios procesos de contratación.
A su cuenta están las corporaciones autónomas, la Gobernación de Boyacá, el Instituto de Desarrollo de Boyacá, la Licorera del departamento, la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, la Lotería de Boyacá, la Contraloría de Boyacá, la gran mayoría de los hospitales de la región y mucho más de medio centenar de municipios, en donde sus alcaldes son sus amigos personales, ‘sus panas’.
Pero también tiene a su favor a por lo menos tres de los integrantes de la bancada boyacense en el Congreso -una senadora y dos representantes a la Cámara.
En el caso de que Amaya se inclinara por la Gobernación, incluso ganándola, lo que es muy posible, es muy complicado que pueda regresar a un escenario político nacional y terminaría así, en unos diez años, su carrera política. Hay mínimas posibilidades de que Amaya salga adelante y sin tropiezos legales de una segunda gobernación, como ha ocurrido hasta ahora con la primera.
Si Amaya entiende que regresar a la Gobernación lo consagra como la figura política más importante del departamento en el último medio siglo, pero lo desaparece del espectro político nacional, entonces lo lógico es que decida que el camino no es por ahí.
Sin embargo, obsesionado como ha demostrado ser por el poder político regional, su nuevo dilema es a quién poner para tratar de mantener la hegemonía verde en el Palacio de la Torre.
Por ahora los opcionados son cuatro verdes: el exgerente del hospital San Rafael Yamit Noé Hurtado; el diputado Yamir López; el médico exsecretario de Salud de Boyacá Jairo Mauricio Santoyo y la exgerente de la Lotería de Boyacá Ángela Ávila Amón. Amaya también se ha referido en algunas ocasiones al diputado Fabián Camilo Rojas Barrera, pero la mayoría de los liberales no están dispuestos a dejarse meter semejante ‘Caballo de Troya’.
El problema para Amaya es que, aunque hasta ahora solo se conoce el nombre de un solo retador (el excongresista Rodrigo Rojas) no está tan seguro de que uno de sus cuatro alfiles tenga la suficiente fuerza y pueda ganar.
La segunda opción de Amaya, y que al parecer hasta hoy es la más atractiva, es lanzarse a la Alcaldía de Bogotá y el escenario ahí le es favorable, así muchos no quieran aceptarlo.
El exgobernador Amaya ha hecho amistades y tiene varios aliados en la capital del país, incluyendo concejales, diputados de Cundinamarca y congresistas -senadores y representantes a la Cámara. Durante los últimos seis meses, a pesar del veto petrista, Amaya ha avanzado en conseguir aliados.
El exgobernador la ventaja de su enorme carisma, es un excelente conversador y tomador de trago y en segundos hace amigos, no solo entre sus contertulios sino entre el personal de meseros, barman y hasta los y las de servicios generales.
Cualquiera que se haya compartido con Amaya sabe que en momento menos pensado se pierde y cuando se le encuentra está conversando y llorando amigablemente con la señora encargada del aseo o la señora de los tintos, recordando su origen humilde o las faenas en el campo. Todos los que los que lo conocen lo aman.
Amaya tiene hoy una opinión en contra por parte de los seguidores del presidente Gustavo Petro, que sigue ‘en luna de miel’ con la opinión pública, pero nadie sabe qué pasará a mediados del año entrante, cuando el Presidente puede tener una imagen ya no muy favorable ante la opinión pública. Si eso ocurre, que es lo previsible, Amaya puede resultar altamente favorecido para disputar el segundo cargo más importante de la Nación.
Los que conocen a Carlos Amaya y han visto su desempeño ante los medios de comunicación del país, los foros y en plaza pública saben que una eventual candidatura suya a la Alcaldía de Bogotá no pasará desapercibida y que, con absoluta seguridad, será protagonista.
Es tan afortunado el camino de Amaya por la Alcaldía de Bogotá que en las últimas horas desistieron de aspirar a ese cargo Gustavo Bolívar, el ‘peso pesado’ del petrismo, y Katherine Miranda, una mujer muy valiosa dentro del Partido Verde, con una gran votación en Bogotá en su última aspiración al Congreso.
Los rivales de Amaya serían entonces Diego Molano, en representación del uribismo, a quien Amaya ha confrontado en muchas ocasiones; Juan Daniel Oviedo, el exdirector del Dane; su amigo personal Luis Ernesto Gómez, a quien consideran clave para unir a los verdes y a los petristas y, eventualmente, el periodista Holman Morris.
A todos esos, así sean considerados ‘pesos pesados’ de la política nacional, Amaya les podría dar ‘sopa y seco’, empezando por los seguidores que podría conquistar solo con su uso obsesivo de la ruana como prenda de vestir, que en Boyacá ya no gusta, pero que en Bogotá, tierra de donde el 60 por ciento de la población tiene ancestros boyacenses, sería un verdadero ‘hit’.
A Amaya le queda ‘Dignidad’, el partido político de su amigo, aliado y compañero de tesis antipetristas, exsenador Jorge Enrique Robledo.
Si dicen que Jaime Castro fue alcalde de Bogotá hace 20 años gracias a su origen boyacense, Carlos Amaya tiene mucha más madera y sí sabe untarse de pueblo para conquistar y conseguir esos votos.
Pero incluso si perdiera, Amaya se convertirá ahora sí definitivamente en una figura nacional, que hasta sus mayores detractores tendría que reconocer.
En conclusión, Carlos Andrés Amaya Rodríguez ganaría más perdiendo la Alcaldía de Bogotá que ganando la Gobernación de Boyacá.
Es un fenómeno de la política, tan extraño y raro, que es intocable ante los entes de control. Coadministra, al parecer, no hay un nombramiento sin su aprobación, su esquema de contratistas, es el mismo desde su gobernación, son los mismos de Barragán y se distribuyen o el Sr Amaya les asigna los presupuestos en la Gobernación, UPTC, ( verificar en el secop I y II), los mismos contratistas y los mismos interventores, en la empresa Departamental de Servicios públicos, plazas de mercado, coliseos, etc. Sin contar con los proveedores, asesorías conveniod interadministrativos etc. Y es tan raro este personaje, que ni la contraloría, ni la procuraduría, ni la fiscalía, han encontrado elementos » probatorios», siquiera para indagar esas conductas, tipificadas en código penal. Concierto, favorecimiento, interés ilícito, prevaricato, cohecho, todas las variantes antijurídicas, podrían verse implicadas, pero, este fenómeno de la política, a quien financian los extraterrestres, porque ni la Dian, ni la UIAF, han logrado descifrar, de dónde una persona con un sueldo relativamente alto, con suntuosos gastos y al parecer no pocas propiedades, nadie le encuentra el más mínimo rastro de lavado de activos.
Qué bueno ser fenómeno de la polítiquería, para no ser detectado. Lo mismo pensarán de tantos, cierto ? Sr Fúneme.
Algún día como dicen ellos, la historia tendra la versión de la verdad. Mientras opera la justicia divina, la humana, guarda silencio, a un precio que solo la sociedad de la decencia pagará, sin poder hacer nada. Está la sociedad, presa por su propia justicia.
Publicar publicitando es parte del negocio, la verdad Amaya es un candidato facil de derrotar en candidatura Presidencia o Alcaldía de Bogotá, en gobernación escoger entre los mediocres no es dificil, el pueblo come cuento, si le dan proteina, tejas y cerveza, así lo evidencia la tradición y el resultado mediocre del desarrollo, el turismo y las grandes empresas son de forasteros, la agricultura y ganaderia principal renglon de la economia del pueblo recibe del presupuesto Departamental y Nacional para su grandeza, mucho menos de lo que recibe cualquier municipio de la zona cafetera, da verguenza publicar la cifra, porque gasta más en politica un candidato a la gobernación, que lo que se le asigna a ese rubro. Feliz año Boyacá espero, piensen muy en serio sobre sus gobernantes, dificil seguir así.
El periódico el Diario, al parecer, no es ajeno a la censura; cuando se escribe un comentario que no hace lucir a sus correligionarios, los suspende. Eso no es raro, pues si alguien al parecer patrocina, con el producto de las coimas y la corrupción, puede hacerle falta al periódico. Qué lástima, que hoy faltando «cinco pa´las doce», quien ordena qué se publica o qué no, le quede difícil mirar limpiamente a los ojos y al corazón de su Familia, pues sabe, que la verdad, la ética y la moral, no son su verdadera compañía. Que disfruten de lo que patrocinadores enviciados con lo ilegal, les continúe entregando. Felíz 2022, no me equivoco, Felíz 2022.
Carlos Amaya es un «SIMPLE POLITIQUERO» de los muchos que hay en Colombia…Este sujeto a sido EL PEOR GOBERNADOR que a tenido Boyacá en toda su historia.