Por | Flavio Pinto Siabatto[1]
Una persona no debería estar de acuerdo hoy con lo que lamentará mañana.
Proverbio vikingo
No podemos cansarnos de insistir en que el antropoceno nos plantea una encrucijada definitiva: transformación o colapso. Este mensaje debe ser comprendido por todos, pero principalmente debe ser asumido genuinamente por nuestros liderazgos. Es necesario dejar atrás la manipulación, e imprescindible poner los intereses sobre la mesa. Es fundamental que comprendamos que de nada sirve el engaño con objetivos de lucro –muy a la usanza de la cultura mafiosa que ha terminado por imponerse entre nosotros–, si a la vuelta de un par de décadas no tendremos la posibilidad de disfrutar de los frutos de nuestras acciones por debajo de la mesa. Esto aplica al análisis de los proyectos de energías fotovoltaicas que actualmente se discuten.
En un artículo anterior mostré que la era del antropoceno se caracteriza por los conflictos entre desarrollo, sostenibilidad y equidad, conflictos que tienen como origen las condiciones que las actividades económicas humanas imponen al medio ambiente y a las comunidades. Allí sostuve que nuestra supervivencia depende de que asumamos un ideario: el desarrollo con sostenibilidad y equidad. En este artículo ponemos de presente este ideario para analizar las implicaciones de los proyectos PSR–3, PSR–4 (Sotaquirá y Paipa), Bochica y Mata redonda (Tibasosa).
Analicemos primero el modelo de negocio y el diseño de los parques solares propuestos.
Unos proyectos orientados a la maximización de la ganancia
El cambio climático también ha servido como excusa para promover actividades que pueden exacerbar los conflictos ambientales y sociales por el aumento de la inequidad. Ante nuevas actividades económicas vamos dejando atrás manidas razones de equidad –como que los recursos serán “para salud y educación”– y ahora escuchamos cada vez más razones de sostenibilidad como “contra el cambio climático”.
Claro que es inaplazable reemplazar las plantas de producción de electricidad basadas en carbón e hidrocarburos por sistemas basados en energías renovables. Nuestra supervivencia depende de forma crítica de que logremos evitar que la temperatura media de la superficie no sobrepase los 1,5°C de calentamiento respecto del promedio entre 1850 y 1900. Es el momento de hacerlo y los paneles fotovoltaicos son una de las mejores soluciones. En esta transición es fundamental que actividades como la generación de electricidad basada en energías renovables produzcan resultados económicos positivos para los inversionistas. Pero tampoco se trata de que los demás asumamos costos sociales e impactos ambientales adversos, por cuenta del cambio climático. La sostenibilidad económica de la producción de electricidad basada en celdas fotovoltaicas depende de varios factores tecnológicos, geográficos y biofísicos, que determinan la eficiencia de la producción: cableado, inversores, sistemas de corriente alterna, reflexión, temperatura ambiente y brillo solar. En el caso de los proyectos en mención, tres de estos factores determinan la selección de los sitios en Boyacá: el brillo solar, la cercanía de las instalaciones a la red de transmisión eléctrica y la temperatura ambiente.
El atlas interactivo de radiación solar[1] del IDEAM nos permite constatar que en las zonas escogidas para el desarrollo de estos proyectos existe una alta radiación solar (ver figura 1). Por otra parte, las empresas han argumentado la cercanía a redes del sistema de transmisión, tanto en el caso de los proyectos PSR–3, PSR–4, como en los proyectos en Tibasosa. Pero estas condiciones no son suficientes para explicar la elección de estos sitios. Las ubicaciones seleccionadas conforman minas de sol porque la eficiencia de la tecnología fotovoltaica depende de la temperatura ambiente. Los climas fríos son ideales para la producción de electricidad con celdas fotovoltaicas, en zonas de alto brillo solar. Sólo considerando la temperatura ambiente podemos entender porqué las empresas han escogido estos lugares en Tibasosa, Paipa y Sotaquirá.
Con estos factores, las empresas calculan la producción esperada de electricidad a partir del índice de rendimiento específico, que relaciona la producción de kilovatios hora por año con la capacidad instalada. La siguiente tabla relaciona el rendimiento específico, la capacidad a instalar, y los beneficios brutos (antes de costos de operación y recuperación de la inversión), de los proyectos PSR–3, PSR–4, Bochica y Mata redonda.
Si las inversiones alcanzan los $500 000 millones –como dice la empresa–, su recuperación se alcanzaría en menos de una década. ¡Boyacá posee verdaderas minas de sol! ¿Cuánto de esta riqueza quedaría por regalías para Boyacá? ¿Cuánto del beneficio bruto de estos proyectos quedaría para los boyacenses?
Por último, debe anotarse que las empresas aprovechan las economías de escala para maximizar beneficios, mediante diseños compactos que minimizan costos. Los parques solares tienen diseños compactos porque reducen las pérdidas por transmisión, las inversiones en obras civiles y cableado, y los costos de operación. Sin embargo, como se muestra adelante, este diseño motivado en la ganancia y la eficiencia ocasiona impactos ambientales adversos.
Proyectos de importación de energía eléctrica producida en territorio nacional
La producción de energía de los proyectos Bochica, Mata redonda, PSR–3 y PSR–4 generaría beneficios aproximados de $207 235 745 576 por año –contando la generación, la transmisión, la distribución y la comercialización, y descontando pérdidas y restricciones–. Estos proyectos representarían aprox. el 0,761%[1] del PIB departamental (si el PIB de Boyacá fue de $27,2 billones en el 2020)[2]. Tales montos constituirían un aporte al PIB si los ingresos generados hicieran parte de la renta del país. Sin embargo, Boyacá no se beneficiaría por estos proyectos: las empresas extranjeras convierten sus ingresos en pesos a dólares o a euros y se llevan sus ganancias. En la práctica estamos frente a una importación de energía, no obstante que dicha energía se produce en territorio nacional y se alimenta del recurso solar nacional.
Pero esta circunstancia no es el resultado de un eventual propósito perverso de las empresas inversionistas, pues las compañías se acogen al marco institucional vigente. Se trata más bien de las condiciones establecidas por los propios colombianos para atraer la inversión extranjera en proyectos de generación de electricidad. Aquí nos hemos fallado a nosotros mismos.
Las ganancias potenciales de estos proyectos ofrecen un atractivo enorme para los inversionistas. Los legisladores bien pudieron diseñar marcos institucionales que también creara beneficios económicos para las regiones. No se necesitaba regalar la riqueza natural nacional para atraer inversiones. Si los colombianos tuviésemos un proyecto de nación, la venta de la riqueza natural del país sería traición a la patria. Pero no contamos con un proyecto de nación.
El recurso solar en determinados lugares crea un potencial formidable de riqueza, que no lo diferencia en nada de aquel que produciría una mina. Nos encontramos frente a un asunto de regalías. En un estudio del Banco Mundial que analiza la distribución de impuesto de regalías a nivel mundial se muestra que para el caso del cobre la tasa de impuesto de regalía varía entre un 28,6% y un 63,8%.[3] No obstante, nuestros liderazgos han menospreciado tanto nuestro desarrollo, que los recaudos totales por la explotación de las minas solares en Colombia apenas alcanzan ¡el 1%! Estos proyectos dejarían algo más de 857 millones de pesos a los boyacenses. Ahí no hay equidad.
Hasta aquí podemos alcanzar algunas conclusiones parciales:
- Los páramos con alto brillo solar son ideales para la generación de energía eléctrica con paneles solares.
- El potencial económico de los proyectos de generación de electricidad basada en paneles fotovoltaicos en páramos representa una oportunidad económica que no deberíamos soslayar, si queremos desarrollarnos.
- Los parques solares con diseños compactos crean impactos ambientales importantes.
- El marco institucional y de incentivos a la producción de electricidad con fuentes no convencionales no favorece los intereses de las comunidades y el Departamento.
Impactos, razones e intereses
Con cada estudio ambiental vamos avanzando como sociedad hacia una conclusión: estos estudios no deberían ser realizadas por las empresas con intereses económicos en proyectos altamente rentables. Los estudios ambientales presentados por las compañías ocultan deliberadamente los temas de preocupación. ¿Hasta cuándo permitiremos la manipulación como norma?
En general, los parques solares con diseños compactos pueden generar diversos impactos sobre la biodiversidad. En sus estudios de impactos ambientales las empresas han omitido mencionar los efectos adversos que los paneles tienen sobre insectos acuáticos (efemerópteros y tricópteros)[4], algunas de cuyas familias se reproducen a altitudes por encima de los 2 000 msnm[5]. Los parques solares compactos conforman zonas de atracción para estos insectos, que mueren por agotamiento sobrevolando extensas áreas de paneles que confunden con superficies de agua. Este efecto sobre los insectos acuáticos se refuerza con el tamaño de la superficie reflectora de la luz.
Así mismo, es evidente que la flora del suelo cambia si por décadas la radiación directa no llega al suelo, en cientos de hectáreas. Estos cambios afectarían atributos edafológicos (compactación del suelo y una subsecuente alteración del sistema de drenaje)[6], crearían un microclima distinto, y otra flora y otra fauna se desarrollarían. ¿Por qué Corpoboyacá –la autoridad ambiental con expertos– apenas funge de notaría, no evalúa ni audita unos estudios ambientales sesgados?
En particular, los proyectos Bochica y Mata redonda han generado indignación entre la población de Tibasosa. La comunidad ha definido en su Plan de Ordenamiento Territorial (POT) que el valle de Sugamuxi es zona de producción agrícola. Allí el municipio ha realizado inversiones por $45 mil millones en un distrito de riego. La comunidad de Tibasosa también ha manifestado inconformidad con los impactos de estos proyectos sobre el paisaje. En caso de realizarse como están diseñados estos proyectos, los boyacenses perderían la vista del hermoso paisaje del valle de Sugamuxi y en su lugar encontrarían a su paso largas y aburridas hileras de paneles solares. Pero esta opción resulta poco convincente. Boyacá ya ha podido evidenciar la mala transformación de su paisaje con la proliferación de invernaderos por todo el desierto de la candelaria, Sotaquirá, y otras partes del Departamento.
Frente a la pérdida de empleos que ocasionaría la instalación de paneles en 170 ha del valle, la empresa del proyecto Bochica ha manifestado que este creará “tantos empleos como aquellos producidos durante el ciclo agrícola”. En contraste con estas afirmaciones gaseosas, lo cierto es que la operación de los paneles bajo un diseño compacto requiere mínimas cantidades de labor no cualificada. Sin duda, estos proyectos afectarían el ingreso campesino de la zona. Hasta el momento, las empresas no han propuesto ningún tipo de reparación o de compensación. En su versión actual, estos proyectos de desarrollo en Tibasosa exacerban conflictos de equidad.
No le faltan razones a la alcaldesa de Tibasosa para oponerse: tales proyectos planean construirse en una zona de vocación agrícola, con impactos en la producción de alimentos y en el ingreso de los campesinos, y serias afectaciones al paisaje.
Las empresas han querido sacar ventajas de la falta de información de las comunidades acerca del potencial económico de estas minas de sol, sin reparar en los impactos mencionados. Para tal fin dichas empresas han diseñado una estrategia que consiste en crear hechos de fuerza mediante el ofrecimiento de contratos a largo plazo por el arrendamiento de los predios, para hacerse con el control de estas tierras en el valle de Sugamuxi. Es una actitud poco menos que cortés, y sus razones y estudios irrespetan la inteligencia de la comunidad. No ha sido un enfoque adecuado el utilizado por la filial antioqueña del consorcio alemán, dueño del proyecto.
La alcaldesa confía en que Corpoboyacá negará las licencias debido a que en el POT de Tibasosa no se contempla otro uso del suelo distinto de la agricultura. Sin embargo, cuando en los medios los funcionarios de la secretaría de minas de Boyacá se expresan como empleados de las empresas generadoras, a los boyacenses no nos queda otra posibilidad que inferir que la labor de lobby de las empresas ha ido más allá de su gestión con las familias propietarias de los predios. La respuesta de la alcaldía a las acciones sistemáticas y en varios frentes de las empresas ha sido un no rotundo, y se ha cerrado al diálogo y la gestión con todas las partes interesadas. La alcaldesa se viene equivocando, porque no basta con cerrar la puerta para impedir que los promotores de estos proyectos continúen creando hechos.
Por su parte –qué paradoja– la discusión en torno a los proyectos PSR–3 y PSR–4 ha puesto de presente la necesidad de recuperar el páramo de la Rusia, entre Sotaquirá y Paipa. La recuperación de los páramos tiene efectos en la mitigación del cambio climático, así como también en la adaptación –por el incremento de la producción de agua–. Distinto a lo que defensores del páramo argumentan en contra, estos proyectos fotovoltaicos podrían representar una oportunidad para recuperar estos nichos ecológicos. No obstante–como veremos adelante, la capacidad de estos proyectos para crear soluciones de desarrollo con sostenibilidad y equidad depende de cambios en su diseño y en la distribución de regalías.
Los líderes de los sectores que serían afectados por los proyectos fotovoltaicos en Sotaquirá y Paipa argumentan que los páramos son sitios sagrados donde se produce el agua que consumen las comunidades del Departamento, que la construcción del proyecto produciría daños en los suelos, y que estarían amenazadas especies nativas de frailejones productores de agua. Sin embargo, la imagen satelital de la figura 2 muestra otra realidad: en la práctica, el páramo de la Rusia ya ha sido desmantelado por actividades de ganadería y cultivo de papa; actividades que han ocasionado daños en el suelo y afectado la producción de agua, por acción mecánica y el uso intensivo de pesticidas y fertilizantes. No existe ningún santuario natural en La Rusia, sino fincas ganaderas y paperas.
Es necesario que las partes interesadas que han manifestado su oposición a los proyectos PSR–3 y PSR–4 diferencien sus posturas, porque la defensa del páramo implica un cuestionamiento de las actuales actividades económicas en la Rusia. Los defensores de páramos deben evaluar lo que en realidad sucede allí. Seamos fidedignos: del páramo ya queda muy poco; no se está defendiendo ningún páramo.
De sesgo en sesgo no vamos a llegar a ningún acuerdo conveniente para todos. La comunidad boyacense merece claridad frente a los verdaderos intereses en juego–todos legítimos– de las partes interesadas. Al igual que la empresa que aduce la lucha contra el cambio climático mientras oculta su interés de lucro, los opositores al proyecto defienden sus intereses económicos mientras apelan a la conciencia ambiental de los boyacenses. Basta ya de manipulación.
Para que los proyectos PSR–3 y PSR–4 puedan configurar parte de la solución sus posibles impactos deben ser considerados en detalle. Ante las críticas sensatas de algunas partes genuinamente interesadas en la recuperación del páramo, es fundamental reconocer que las obras civiles generarían interacciones mecánicas que afectan el suelo. Pero también deberíamos registrar que estos impactos pueden minimizarse con un nuevo diseño y una buena ingeniería. Así mismo, las críticas deberían partir del hecho de que las actuales actividades humanas en la Rusia alteran la flora y los cuerpos de agua, y generan impactos mucho mayores –mecánicos y físico-químicos.
De los impactos, las razones, los intereses y el ambiente de manipulación, podemos resumir:
- El diseño compacto de los parques solares crea impactos adversos sobre la biodiversidad, el suelo y los sistemas naturales de drenaje.
- Tal como están diseñados, los proyectos Bochica y Mata redonda generarían impactos adversos sobre la producción de alimentos, el empleo agrícola en Tibasosa y el paisaje.
- La discusión en torno a los proyectos PSR–3 y PSR–4 ha sido envilecida por la manipulación; situación propiciada también por el papel hasta ahora jugado por la autoridad ambiental. Este ambiente enturbiado constituye un obstáculo para la construcción de una solución que nos permita aprovechar la oportunidad de desarrollo que se presenta, para construir sostenibilidad y equidad.
Antes de analizar cómo transformar en sinergias los actuales conflictos generados por estos proyectos, discutamos los cambios en el diseño de los parques que nos permitirían resolver los impactos ambientales mencionados, y parte de los impactos sociales.
Las ventajas de una distribución fractal de los paneles
Las familias alemanas venden energía eléctrica producida por paneles solares, por plantas de biogás, o por cualquier otra forma de generación a partir de fuentes renovables. La generación de electricidad con paneles solares no requiere de diseños compactos. Los paneles ubicados en casas están distribuidos en patrones dispersos. De hecho, la distribución de energía no es compacta sino dispersa: el sistema de electricidad tiene que llegar a puntos distribuidos heterogéneamente. Como se mencionó, la compacidad de los parques de generación tiene por objetivo reducir la distancia de cableado, minimizar pérdidas por transmisión y los costos de mantenimiento. Pero aparte de estas consideraciones de eficiencia y económicas, la generación no presenta ninguna restricción que impida un diseño disperso.
Parte de los impactos ambientales que produciría un diseño compacto serían resueltos si la distribución espacial de los parques solares reflejara las propiedades geométricas de la naturaleza. Los sistemas naturales se disponen según patrones fractales. Un árbol es un objeto formado por ramas que son como árboles de una escala menor. A su vez, estas ramas están compuestas por otras ramas de menor tamaño. Esto es, los fractales son objetos auto–similares.
Esta auto-similitud de los objetos naturales explica la utilización de objetos como monedas, martillos o incluso personas como referencia de la escala en fotografías de formas geológicas. También son fractales el relieve, la distribución espacial de especies vegetales en un bosque o una llanura, o la estructura de órganos como pulmones y tráquea. La geometría fractal es la geometría de la naturaleza[1].
La figura 4 reproduce el fractal conocido como el conjunto de Cantor. Los cuadros azules representan paneles o pequeños conjuntos de los mismos. Un diseño fractal de los parques solares armonizaría con los diferentes patrones fractales que componen un paisaje natural.
Un diseño fractal resolvería los impactos adversos de parques modulares sobre el paisaje, el sistema biofísico y la biodiversidad. Una distribución fractal de los panales mitigaría considerablemente los impactos sobre insectos acuáticos, que no quedarían atrapados en grandes superficies, y que podrían escapar con facilidad al embrujo de las superficies reflectantes. Así mismo, el diseño fractal resolvería los impactos de extensas superficies modulares, que cubiertas afectarían la compactación del suelo. El diseño disperso también evitaría el fenómeno de isla de calor. La flexibilidad del diseño fractal permitiría la armonización con los atributos orográficos y la preservación de los sistemas naturales de drenaje. Como consecuencia, un diseño disperso impediría un nuevo microclima, o cambios en la iluminación.
Un diseño disperso como el de la figura 4 permitiría mantener las actividades agrícolas en Tibasosa y a la vez aprovechar el potencial de la mina solar allí ubicada. Para que la actividad agrícola del valle de Sugamuxi se preserve, los patrones de paneles deberían mantener distancias que permitan la operación de maquinaria agrícola y el aprovechamiento óptimo del suelo. De esta forma, los impactos indeseables sobre el paisaje se evitarían, se mantendría la vocación agrícola del valle, y se aprovecharía el potencial solar de la zona.
En comparación con los sistemas de paneles modulares compactos, los sistemas distribuidos según patrones fractales implican cambios en el área del proyecto, en la estructura de costos de inversión, en la eficiencia de la transmisión, y en la operación de mantenimiento. Con un diseño fractal las compañías no tendrían que tomar en arriendo o compra una determinada área. El sistema de paneles se esparciría en un área mucho mayor. En el caso de Tibasosa esta área podría multiplicarse, sin impactos sobre la actividad agrícola. En el caso de los proyectos en la Rusia, la nueva área podría incluso cubrir tota la superficie afectada por las actividades de ganadería y cultivo de papa.
Por otra parte, también aumentarían las inversiones relacionadas con el montaje de los paneles, así como la cantidad de cables de interconexión, y el número de cajas de combinación. La eficiencia del sistema disminuiría por el aumento de la distancia de cableado entre paneles. Así mismo, una distribución dispersa de los paneles en un área mucho mayor que la planeada inicialmente tiene implicaciones para las operaciones de mantenimiento. Como consecuencia de las mayores distancias entre paneles, el número de operarios no calificados aumentaría considerablemente, para el beneficio de la población local. No obstante, la nueva estructura de costos y las pérdidas por estos cambios internalizan las externalidades ambientales y sociales que un diseño compacto crearía.
Consideremos un nuevo modelo del negocio entre las empresas, las comunidades y el Estado, que nos permita construir resiliencia social-económica y ecológica, a partir de la generación de electricidad con paneles solares, en los sitios establecidos.
Por un nuevo modelo de negocio que construya sostenibilidad y equidad
El objetivo de una eventual renegociación de los términos de asociación entre todas las partes interesadas es encontrar un modelo de negocio y de operación que resuelva los conflictos puestos de presente a lo largo de estos meses.
- Pago de regalías: Hemos anotado que las minas de sol representan una riqueza natural. Los beneficios de esta riqueza no deberían beneficiar sólo a las compañías extranjeras. Hemos demostrado también que, en los términos actuales, estos proyectos equivalen a una importación de energía. Según las reglas actuales, tan sólo el 1% de las ventas de energía se recaudaría en forma de impuestos. Es irrisorio y ofensivo. Estos términos generarían conflictos sociales de largo plazo. No tiene presentación que los boyacenses regalen sus minas solares a cambio de la importación de energía eléctrica producida en el propio Departamento. Un nuevo trato debe hacernos socios, no exacerbar conflictos. Las compañías deberían pagar regalías por la explotación del potencial solar de Boyacá.
A partir de unas regalías dignas para los municipios, debemos analizar para qué se utilizarían los nuevos recursos.
- Recuperación del páramo de la Rusia: Los proyectos PSR–3 y PSR–4 deberían desarrollarse dentro de una estrategia integral para recuperar el páramo de la Rusia. Con los recursos generados, las tierras de los páramos deberían ser compradas por el Departamento. Adicionalmente, con parte de los recursos las familias que ejercen actividades económicas que han degradado el páramo deberían ser compensadas, de tal forma que puedan desarrollar nuevas actividades económicas que no representen pérdidas. Esquemas de compensación a varios años y creación de capacidad empresarial y proyectos deberían ser diseñados. Por otra parte, otros recursos generados por regalías deberían ser utilizados en el desarrollo de un centro de investigación que permita preservar, manejar y desarrollar el material genético de las especies endógenas del páramo. Este centro de investigación debería desarrollar un programa de largo plazo, a partir del cual se asegure la recuperación del páramo. Este centro también debería jugar el papel de auditor de las operaciones de mantenimiento y desmantelamiento de los proyectos en mención.
- Investigación en energías renovables: Parte de las regalías de éstos y otros proyectos similares en Boyacá deberían ser invertidos en proyectos de I+D+i, que faciliten la transición energética en el Departamento. Estas investigaciones deben abordar asuntos fundamentales de la transición como el desarrollo de cadenas de valor y de diversificación económica que compensen los futuros cambios de actividades económicas, desarrollo de materiales y procesos en fuentes alternativas de energía promisorias como el hidrógeno verde, o la adaptación de tecnologías basadas en la combustión de hidrocarburos y el desarrollo de aplicaciones eléctricas.
Conclusiones
Los proyectos fotovoltaicos en Boyacá han encontrado el rechazo de la población, por múltiples razones –no todas igual de fundamentadas– e intereses. En este artículo hemos mostrado que el actual diseño del parque y el modelo de negocio no son de favorables para Boyacá. Mediante un nuevo diseño y un nuevo modelo de negocio como los desarrollados en este artículo será posible resolver los conflictos creados por los proyectos en su forma actual. Sujetos a cambios, estos proyectos constituyen una oportunidad de desarrollo con sostenibilidad y equidad, que los boyacenses no deberíamos descartar.
Este artículo propone un conjunto de pautas a partir de las cuales dichos proyectos pueden salir adelante, ofreciendo soluciones a todas las partes. Sin embargo, los posibles acuerdos entre las empresas, las comunidades y el Estado requieren de argumentos creíbles, respeto a la inteligencia, sensatez, y una presentación clara de los intereses en juego. Sin estas condiciones de diálogo, es muy difícil que las negociaciones superen la actual desconfianza creada por la manipulación y falta de transparencia.
[1] https://www.scienceworld.ca/stories/patterns-nature-finding-fractals/
[1] En rigor deberíamos utilizar los precios del kWh de 2020. El valor calculado sólo busca hacernos una idea aproximada de la escala de la potencial contribución de los proyectos al crecimiento económico del departamento de Boyacá.
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Departamentos_de_Colombia_por_Producto_Interno_Bruto
[3] Mining Royalties A Global Study of Their Impact on Investors, Government, and Civil Society James Otto, Craig Andrews, Fred Cawood, Michael Doggett, Pietro Guj, Frank Stermole, John Stermole, and John Tilton. https://documents1.worldbank.org/curated/ar/103171468161636902/pdf/372580Mining0r101OFFICIAL0USE0ONLY1.pdf
[4] https://www.abc.net.au/science/articles/2010/06/08/2921268.htm
[5] https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-77442010000800007
[6] https://solareis.anl.gov/guide/environment/
[1] http://atlas.ideam.gov.co/visorAtlasRadiacion.html
[1] Físico, MSc energías renovable y PhD en economía (EUF Alemania). Profesor cambio climático y resiliencia, Universidad Jorge Tadeo Lozano.
exelengte ilustracion, muchas gracias por el compromiso…
Ojalá no sea como arar en el mar.
FLAVIO. Cordial saludo. Un magnífico análisis, más allá de lo convencional. Deja varias inquietudes para seguir profundizando tanto en el OT, su condición de humedal, como en el carácter de área potrerizada de una zona de transición entre subpáramo y bosque alto andino. Las alternativas planteadas son interesantes, bajo las figuras de fractales, pero si fuese páramo, (que no lo es) no serían viables. Me interesa contactarlo: 3005719072.