Antonio Nariño, héroe nacional, 200 años de su partida a la gloria

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Nariño Héroe Nacional, nació en Bogotá, 9 de abril de 1765- Muere en Villa de Leyva, 13 de diciembre de 1823.

Por | Maestro Eduardo Malagón Bravo
Miembro Benemérito
Academia Patriótica Nacional Antonio Nariño

BICENTENARIO DEL JUICIO AL PRECURSOR NARIÑO
ANTE EL SENADO

Hernán Olano García
Presidente Academia Patriótica Nacional Antonio Nariño

Como presidente de la academia Patriótica Nacional Antonio Nariño, pariente en octavo grado de consanguinidad con el Precursor y, actualmente Decano de derecho en Unicoc, nos advierte que, como fruto de muchos años de lectura, estudio e investigación sobre don Antonio NARIÑO, someto este texto a la luz pública para reivindicar históricamente la figura del más ilustre de los colombianos, de nuestro Precursor, quien de sus cincuenta y ocho años estuvo más de la mitad dedicado a trabajar por la patria o a sufrir por ella, solo quiero presentar al más grande de los creadores de la Patria colombiana y su paso por la cárcel de Cádiz, y al traductor de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, las máximas que han sostenido nuestras instituciones republicanas.

En Madrid se había dicho que aun cuando NARIÑO había sido nombrado Diputado suplente de las Cortes de Cádiz, no podía desempeñar este empleo, por hallarse con causa pendiente, como General que había sido de los disidentes. Después de su estancia en Londres, se fue a París y regresó a América por Martinica, ingresando al continente por tierras venezolanas donde fue recibido con honores por BOLÍVAR, quien, por Decreto de 4 de abril de 1821, expedido en el Cuartel General de Achaguas, le designó interinamente vicepresidente de la República, participando como tal en el Congreso Constitucional de Cúcuta de 1821 y despachando los más urgentes negocios del Estado que en ese momento estaban pendientes.

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El 6 de mayo de 1821, NARIÑO había declarado constitucionalmente instalado el primer Congreso de la Gran Colombia, como Encargado del Poder Ejecutivo, por hallarse el Presidente de la República al frente de los ejércitos.

Su discurso, es considerado como una de las piezas clásicas de la filosofía política del siglo XIX, allí mismo, presentó un proyecto de Constitución Federal al Congreso, para las Repúblicas Equinocciales de Colombia.

Sin embargo, NARIÑO se retiró del Congreso de la Villa del Rosario para defenderse ante el Senado apareciendo “cojo y casi ciego” en las barras con el rostro quemado por el sol de las campañas y de los viajes; envejecido por los sufrimientos, minado por la tuberculosis pulmonar y la artritis, mal cerradas las heridas que las cadenas de los tiranos habían dejado en las piernas del valiente soldado.

Acerca de ese juicio, el académico Olano García nos hablará en Villa de Leyva este martes 28 de noviembre, en el marco del Festival Internacional de la Cultura FIC 50 Años.

El testamento de Nariño que se ignora siempre

Javier Hernández Salazar
Doctor en Historia.
Presidente de la Academia Patriótica Nariñista de Boyacá
Monumento a Nariño – Tunja – Parque Pinzón

Cuando se habla de testamento siempre se asocia con herencia, bienes acumulados durante el tiempo de vida para concederlos a alguien por los sentimientos que inspiran, concibiendo que serán valorados, resguardados para trascender.

Don Antonio Nariño y Álvarez expresó en sus últimos momentos: “No tengo que dejar a mis hijos sino mi recuerdo y a mi patria, mis cenizas”. Analizando desde el punto de vista material, son equivalentes las palabras de Nariño con la situación que vivió, luego de que sus bienes fueran confiscados, tras las calumnias y vituperios, por parte de los mismos criollos. No obstante, el Precursor, proporciona a la patria un legado más grande que cualquier bien tangible que pueda existir; se trata de la inquietud por el conocimiento, junto con la valía que este representa para conformación de una República verdaderamente libre, soberana y justa. Los libros incautados, reflejan la estimación que tenía por el saber, mismo que encauzó el proceder de su vida, no solo por las acciones libertarias, sino por la equidad y ecuanimidad de su pensamiento, sentimientos y acciones, evidenciadas en la solicitud que hace para propender por obtener y cultivar el conocimiento sin distingo de raza u origen. Su propuesta fue que la educación, facilitara los conocimientos necesarios para tener una vida equilibrada, con toma de decisiones que aportaran al bien común. De la misma forma, quienes asumieran cargos públicos, poseyeran las bases necesarias para cumplir con el compromiso del bien actuar, y para conseguirlo se requiere pensar bien, para no dejar que el corazón lo invada la falacia y la mentira, parafraseando a Pascal.

La mayor herencia que pudo dejar Don Antonio Nariño a la República, fue su ejemplo en la preparación intelectual, la necesidad de alimentar la mente con conocimientos que faciliten el entendimiento sin agresiones ni engaños, porque el engaño, de por sí, es mezquino y genera intimidación. Su ejemplo de constancia, trabajo, amor por su familia, la pasión por el arte, el respeto y simpatía por la naturaleza, el servicio y afecto por sus semejantes, así como la patria, motiva y promueve la integración de la sociedad para trabajar por el bien común. Unidos es posible construir la República que merecemos y el territorio donde es viable convivir en paz y armonía. Porque, ¿Qué sería del ser humano si no aprendiéramos unos de otros, superando adversidades? ¿Acaso no estamos aprendiendo de nuestros errores, pero evitando repetirlos para no incurrir en la irracionalidad?

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