Cuando un ciclista viaja de Bogotá –a 2.640 msnm– a Villavicencio –a 467 msnm– se producen alteraciones en la composición de la sangre debido a la altitud, la temperatura y el ejercicio. El análisis de estos indicadores permite comprobar si los deportistas están aprovechando tales cambios para ocultar el uso alguna sustancia prohibida en el deporte.
Por | Agencia de Noticias UN
El profesor Édgar Cristancho Mejía, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), líder del Grupo de Investigación en Adaptación a la Hipoxia y al Ejercicio, indica que “el valor que ocupan los glóbulos rojos en la sangre tiene que ser máximo del 50 %, si este aumenta en un deportista que siempre ha registrado valores normales, es sospechoso de haber consumido eritropoyetina (EPO)”.
La EPO es una hormona que producen los riñones, la cual reacciona cuando hay disminución en la saturación de la sangre o el nivel de oxígeno, estímulo que genera su liberación al torrente sanguíneo, llegando a la médula ósea roja, encargada de producir glóbulos rojos, e incrementando el número de estos.
El docente explica que “la EPO se utiliza especialmente para deportes de resistencia como el ciclismo”.
La investigación se realizó en Villavicencio por su cercanía con Bogotá y porque su temperatura puede superar los 30 °C.
“La idea fue encontrar factores de confusión en el pasaporte biológico del atleta, además de promover el juego limpio. Si se conocen los rangos de variación en la composición de la sangre por factores ambientales, es posible detectar con buena probabilidad a los atletas que de forma artificial y antideportiva alteran estos valores”, explica.
Observando los cambios en la sangre
Al exponer a los ciclistas a las temperaturas altas de Villavicencio se generó una disminución en el porcentaje de glóbulos rojos, debido a la expansión del plasma o fracción líquida de la sangre en la que viajan.
Dicha expansión se da por la temperatura y la altura, factores relevantes porque, por medio de estos cambios, se puede ocultar la detección del dopaje.
Lo anterior permite evaluar el rango de variación existente en el pasaporte biológico del atleta a lo largo del tiempo, además del registro indispensable para la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y el Laboratorio del Control al Dopaje del Ministerio del Deporte (Mindeporte), anexado recientemente a la UNAL.
“Algunas personas tienen niveles más altos que el promedio en la sangre y las hormonas, como por ejemplo el ciclista Santiago Botero, quien tuvo que demostrar que durante toda su vida ha tenido niveles de testosterona más altos de lo normal, debido a su genética”, señala el profesor Cristancho.
El experimento se llevó a cabo con 10 ciclistas prejuveniles (16 a 22 años) de la Fundación de Esteban Chávez, quienes entrenaron en Villavicencio igual que si lo hubieran hecho en Bogotá: algunos días hacían montaña, subían tres veces la misma loma, o simulaban una etapa en competencia (persecución del líder en carrera).
En el método que permite calcular el volumen de plasma, a través de un respirómetro los deportistas inhalan un volumen de monóxido de carbono, gas que se une con más facilidad a la hemoglobina (proteína que lleva oxígeno de los pulmones al resto del cuerpo), que al oxígeno.
La unión de dicha proteína con el monóxido de carbono se mide en un fotoespectómetro; la acumulación permite medir con gran exactitud la cantidad de hemoglobina en el cuerpo, y a partir de ella es posible calcular el porcentaje de glóbulos rojos en la sangre.
“Los valores se midieron durante dos días en Bogotá y luego siete días en Villavicencio, tomando muestras de hemoglobina y glóbulos rojos cada dos o tres días para observar cómo cambiaba su composición”, afirma.
Lo novedoso del estudio es que por primera vez se miden conjuntamente los cambios de ejercicio, altura y temperatura, cuya estimación se realiza de manera separada hasta el momento.