Por | Luis Heriberto Bohórquez / @luchocalidad
Por estos días, mucho se especula sobre posibles candidatos a la alcaldía de Garagoa y sus opciones de triunfo para gobernar entre 2020 y 2023. En materia electoral los únicos plazos a cumplir son los legales y por tanto afirmar que quien no haya puesto su nombre en juego durante las fiestas de febrero queda sin opción de llegar a la Consistorial de la esquina del parque, carece de validez. No por mucho madrugar amanece más temprano.
Normal que esto suceda entre los amigos del clientelismo, quienes preocupados por acceder y/o mantenerse en el poder, sin considerar los problemas locales, ponen nombres en el sonajero tal vez buscando quemarlos. Como dice la sabiduría popular “buscan el ahogado río arriba”, cuando lo correcto sería que los colectivos ciudadanos o partidos políticos postulantes de candidatos, lo primero que deberían hacer es un diagnóstico integral de la ciudad y sus problemas, para plantearse propuestas y objetivos y luego sí, seleccionar como candidato a quien mejor encarne su ideología y programa de desarrollo.
Ser alcalde de Garagoa implica seriedad y responsabilidad frente a los ciudadanos, dejando atrás ambiciones personales y, para ello, no basta hacer obras físicas, ignorando temas de gran impacto social.
El deficiente servicio de salud de un invento de hospital que luego de quince años no muestra resultados positivos, implica pensar en soluciones imaginativas. Considerar la opción de renunciar a un segundo nivel inoperante y equivalente en servicio a que ofrece un centro de salud y en su lugar contar con una institución, así sea limitada en utilidad, rompería el cordón umbilical derivado de compartir la administración de un hospital con dos sedes. Es apenas obvio que tamaña decisión no se debe tomar, sin el correspondiente estudio técnico y financiero para establecer su viabilidad. Garagoa tiene amplio liderazgo regional para salir adelante, sin necesidad de arroparse por quienes creen influir siempre sobre el manejo de la salud de los boyacenses.
La calidad académica de los egresados de los planteles locales, obliga a evaluar seriamente el proceso educativo e implementar una estrategia eficaz que conduzca a mediano plazo a entregar al país, estudiantes altamente calificados para ingresar sin obstáculos a las mejores universidades. En este caso, la tarea empieza desde el hogar e involucra también a personal docente y administrativo de los colegios, autoridades y sociedad. Fomentar la capacitación tecnológica debe ser objetivo primordial, así como gestionar la oferta de programas de educación superior, acordes con las necesidades de desarrollo regional y abandonando la “doctoritis”, genera opciones de crecimiento económico individual y comunitario.
El tema educativo va de la mano con el deporte, la recreación y la cultura, fuertemente afectados por el apogeo del microtráfico, que causa estragos en la juventud y destruye hogares, en medio de una exigua presencia de autoridad, De nada sirve construir coliseos por doquier, sin que se impulse el funcionamiento de escuelas deportivas, se evalúe el surgimiento de atletas de alto nivel y se disminuyan los niveles de adicción a la droga.
La lista es interminable. Impulsar el desarrollo rural para mejorar su productividad y condiciones de vida, gestionar programas sostenibles en el largo plazo para solucionar el déficit de vivienda, potencializar la industria procesando las materias primas de la región y optimizar la producción y mercadeo del café, entre otras, son aspectos que merecen especial atención. En fin, mucho que hacer con amplio beneficio comunitario.
Diagnosticar, formular, proponer y empoderar a quien mejor represente los objetivos de desarrollo debe ser el comienzo. Sin desconocer el aumento del número de ciudadanos conscientes de su responsabilidad electoral, la verdadera carrera empieza el 27 de junio y ahí veremos quienes tomarán la partida.
