Entre las frívolas y expresivas imágenes al comienzo de la cuarentena en Boyacá, se cuenta la de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá con las puertas cerradas, hacia finales de marzo de este año.
No solo fue impactante por ver la soledad de este templo, considerado uno de los más bellos de América Latina, sino porque era el anunció de una crisis que resultó dramática, para un país profundamente católico.
Por decisión de la Alcaldía de Chiquinquirá se determinó la apertura de cuatro templos de la fe católica y otros centros religiosos de comunidades cristianas, en desarrollo de un plan piloto que apunta a la apertura definitiva de los principales escenarios espirituales de la ciudad.
Según el alcalde, Wilmar Triana González, se trata de un plan concertado con las Comunidad Dominicana, quienes custodian al cuadro de la Virgen de Chiquinquirá desde 1678, para aplicar algunas medidas que pueden ser definitivas para el ingreso y permanencia de fieles a este recinto.
En un primer momento se habilitaron 50 sillas en su interior, 4 celebraciones eucarísticas por días y la aplicación de un formulario previo para los creyentes interesados en hacer su ingreso, que solo deberán ser habitantes de Chiquinquirá.
Según varios observadores, la medida se toma en momentos en que la pandemia muestra su comportamiento más devastador y las cifras de contagio por el virus, en Chiquinquirá, están creciendo en los últimos días.
Se espera el balance de este plan piloto de apertura de templos y centros religiosos, el primero que se hace en Boyacá, para determinar si el departamento está dispuesto a propiciar la apertura de sus escenarios religiosos, antes la apertura de los escenarios para el disfrute del turismo, uno de los sectores más golpeados con esta crisis en Boyacá.