A Fúneme no se le puede dejar solo

Foto: Prensa Fúneme
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El reto del próximo gobierno de Tunja es el agua

En ambos sentidos de la frase, a Alejandro Fúneme el nuevo alcalde de Tunja, desde ahora no se le puede dejar solo en la toma de decisiones inevitables que tiene que realizar para sacar adelante el aseguramiento del abastecimiento de agua para la ciudad antes de que sea demasiado tarde:

A Fúneme no hay que dejarlo solo si su intención es la negociación discreta o francamente a espaldas de la ciudad para prorrogar la concesión con Veolia; eso hay que evitarlo. Pero también, si Fúneme decide otro tipo de salida, habrá que acompañarlo y apoyarlo para que el proceso salga con el mejor  beneficio para todos.  

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Es decir, si el alcalde saliente Pablo Cepeda, no logra sacar adelante -que todo parece indicar que será así-, la prórroga de la concesión que le ha pedido Veolia y desde luego no alcanza a dejar nada concreto en cuanto a las obras que son necesarias para la construcción de un nuevo sistema de suministro de agua para la ciudad, entonces la tarea le queda completa a Alejandro Fúneme, quien no pude darse el lujo de perder tiempo, dado que va a ser el factor más escaso en esta ocasión.

El asunto es sencillo, la administración que comenzará el próximo 1 de enero, tiene la enorme responsabilidad de solucionar el problema y para eso hay que estar atento a cada movimiento que haga de aquí en adelante en tal sentido, sea por acción o por omisión. Como se sabe, Pablo Cepeda evitó siempre informarle a los tunjanos sus decisiones frente al manejo de los servicios públicos bajo el modelo de concesión que hoy los rige. Cepeda no quiso contarle a la ciudadanía la historia sobre los resultados de las concesiones y, mucho menos, abrir el debate para ver si el modelo se puede mejorar o hay que cambiarlo.

En el caso del alumbrado público, Pablo Cepeda se bajó por las orejas y, en una maniobra que se puede calificar de leguleyada,  decide que sin mediar ninguna revisión de la concesión que se hizo hace 20 años esta quedara en las condiciones iniciales, cuando se sabe que allí pude haber una fuente importante de recursos para el tesoro municipal si la administración hubiera querido negociar a favor del municipio, en el escenario de continuar con la concesión, o de explorar nuevos modelos de manejo de este servicio. Lo mismo con los otros dos servicios, el del agua y el de los residuos sólidos.

Pero para los efectos iniciales de la próxima administración, el tema urgente, inaplazable, es el del agua. Las alarmas que prendió Veolia en el primer semestre de este año, hay que atenderlas y darles solución. Que la disponibilidad del agua suficiente para atender la demanda creciente se acabó, es un hecho incontrovertible, lo que obliga a solucionar el problema sin ningún tipo de aplazamiento. Ya se sabe que es la represa de La Copa la fuente de donde hay que traer el agua, lo que obliga a construir en el menor tiempo posible el sistema de captación, de conducción y una nueva planta de tratamiento en Tunja para aportar los caudales que hacen falta. Este proceso, según lo estimado por Veolia en marzo de este año, cuesta alrededor de 70 mil millones de pesos y se tendrá que construir en los próximos tres años, so pena de que en cualquier momento la ciudad tenga que ser sometida a racionamiento obligatoria, ya que los caudales actuales disponibles son insuficientes y cada día lo serán menos, pues para el usuario nuevo que hoy solicita el servicio ya no hay disponibilidad real de agua.

¿Cómo se llegó a este punto?

Hay que recalcar sobre este asunto; las administraciones todas de los últimos 20 años tienen la responsabilidad de haber avocado la ciudad a la situación actual, dado que desde el momento de la concesión del servicio a la entonces Sera.Q.A., se dijo que había que trabajar en la solución de adicionar agua suficiente a la oferta de ese momento, mediante la identificación de una nueva fuente superficial. Se cumplieron 23 años de la concesión y hoy aún disponemos del mismo volumen de oferta, ni un litro adicional desde entonces; en cambio, las tarifas se han multiplicado exponencialmente, la ciudad ha crecido y las inversiones principales en los sistemas de expansión y recuperación de pérdidas han salido del tesoro público en todos sus niveles, pero ninguna administración, en todo este tiempo, se preocupó por hacer cumplir lo establecido en el contrato: que en el año 15 del tiempo de la concesión, -2011, transición entre Arturo Montejo y Fernando Flórez- estuvieran listos los diseños del nuevo sistema y garantizados los recursos para llevar a cabo los trabajos correspondientes. Eso no pasó; ahora, ocho años después, Pablo Cepeda entrega su mandato, sin que hubiese avanzado en nada distinto a la vacilación sobre qué negociar con Veolia, ante las peticiones dadas a conocer en el comienzo de este año, o en la formulación de nuevas alternativas.

Fúneme no quiso afrontar el debate en la campaña

Ahora, sin formas de darle largas al asunto, es obligación de Alejandro Fúneme tomar decisiones. Sin embargo, el temor que salta a la vista es lo que ya pasó en campaña, donde Fúneme se negó a participar en un debate a fondo sobre el tema general de los servicios públicos y en particular sobre la situación del suministro de agua y lo que pensaba sobre el desarrollo de la concesión con Veolia, tanto de la historia pasada como de las decisiones futuras.

Ante la invitación de EL DIARIO, el entonces candidato manifestó que estaba cansado de debates y que por tanto a este no asistiría, como en efecto sucedió.

Decisiones inevitables

Ahora que ya es el alcalde elegido tendrá que tomar las decisiones correspondientes,  sea porque está en sus planes o simplemente porque las circunstancias lo obligarán. El asunto tiene las dos caras, Fúneme puede optar el camino de sus antecesores: “negociar a espaldas de la ciudadanía”, caso en el cual todos deben estar alerta y evitar que eso suceda, aunque se supone que el Concejo tendría que ser el escenario de la discusión y por tanto hacerse público el debate. En el otro camino, que debe ser el indicado, hay que abrir la discusión y debatir a fondo el modelo de manejo futuro, donde la ciudad y los usuarios sean los principales ganadores, sin sacrificar la eficiencia y buen manejo empresarial que le ha dado el operador de la concesión.

Y para tomar las decisiones la administración debe dar cuenta de lo sucedido con el negocio en estos años, que es la única forma de saber sobre la conveniencia o no de la prórroga de la concesión como lo pide el operador, o la posibilidad de recuperar la empresa por parte del municipio para darle una nueva orientación. La premura está en el valor y la fuente de financiación de las obras que se necesitan para evitar el desabastecimiento que se calcula sucederá en 2023, y que, como ya se sabe, se necesitan unos 70 mil millones de pesos, de donde se desprende el problema de las tarifas, los plazos de ejecución de las obras propuestas, y sobre todo, poner límite a los tiempo de las decisiones, dado que será el tiempo el principal factor.

Otra cara de esta etapa en la toma de decisiones es la forma como se establezcan las coaliciones en el Concejo, las que en apariencia le serían fáciles a Fúneme a partir del apoyo de los partidos Conservador y Liberal, socios de la campaña, con cuatro concejales; pero tiene que asegurar cinco escaños más que se convierten en una operación aviso que aparentemente es fácil con los dos concejales de Cambio Radical, el del Centro Democrático, que en realidad es conservador, el propio del movimiento de Fúneme, que es Latimos, y el de la Asi, Juan Carlos Borda, quien funciona perfecto para la coalición. Sin embargo, en estas compras al menudeo no dejan de  presentarse complicaciones.

Pero hay un factor que habrá que ver cómo se va a comportar, y es que en el gobierno departamental la coalición del Partido Verde con el Partido Liberal, incidirá en las decisiones de gran calado –y la del Acueducto de Tunja es una de ellas-, de modo que la orientación del nuevo gobierno regional, podría ser determinante a la hora de incluir en los asuntos capitalinos.

En estas circunstancias, a Fúneme no le queda más remedio que actuar de frente a la ciudad y al mismo departamento, sin dar la espalda o intentar arreglos ocultos o por debajo de la mesa para el caso concreto de la concesión del acueducto y desde luego con los demás servicios. Y es que en el caso del suministro de agua, la participación del departamento debe ser fundamental porque se trata de la capital y por tanto habrá que abrir el debate y asegurar el favor de los distintos niveles de la administración, a la hora de conseguir los recursos en la proporción que se está proyectando.

Ahora bien, si se hace una negociación de prórroga de la concesión, la discusión también tendrá que ser abierta y transparente, sin ningún tipo de arreglo a escondidas, donde lo mínimo que debe pasar es que el operador, sin cargo a los presupuestos públicos, ni a la tarifa desmedida, aporte los recursos necesarios y se comprometa en el plazo perentorio para hacer las obras y evitar que la crisis de abastecimiento se estalle entre las manos de la administracio9n que comienza, cuyas consecuencias serían desastrosas para la economía de la ciudad.

Así a que Alejandro Fúneme debe actuar con la celeridad que requiere la coyuntura, con absoluta transparencia, con el escrutinio público permanente y con la capacidad de tomar las decisiones indispensables en el menor tiempo posible. 

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