¿Quiere aspirar a ser presidenta? Renuncie al periodismo

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Por | José Fernando Millán Cruz / Consultor de Comunicaciones, exdirector del diario ADN

Se volvió costumbre para algunos periodistas, al menos en Colombia, hacer uso de la puerta giratoria. Es decir, ir y venir de los medios de comunicación al sector público en un claro irrespeto al gremio y a la gente, a sus audiencias.

Esconden sin asco que apoyan a X o Y sector político, que tienen una u otra posición ideológica. ¿Por qué no lo cuentan? ¿Para seguir engañando con el cuento de la imparcialidad? ¿Para hacer pasar como verdad informaciones que no lo son y que más bien sirven a sus intereses políticos?

Casos hay muchos. Periodistas que durante un periodo cubren o dirigen la sección local desde la cual le dan palo a un alcalde (con razón en muchos casos), pero que al finalizar las elecciones locales siguientes terminan siendo jefes o jefas de comunicaciones del nuevo mandatario, que resultó ser el principal opositor del alcalde saliente. Muchos dirán que dónde está el problema. Claro, algunos no quieren sentirse señalados. Pero otros naufragan en la ignorancia de lo que significa la ética periodística, que no es otra cosa que la conciencia sobre la responsabilidad social que tenemos los periodistas.

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Pero algo insólito, al menos desde que soy periodista, es lo que viene ocurriendo con Vicky Dávila, directora de Semana, cuyo dueño también lo es del diario El País de Cali. Está claro que ella está abonando el terreno para meterse oficialmente en la política. Seguramente será precandidata presidencial para 2026. Lo inconcebible es que lo está haciendo al frente de este grupo de medios de comunicación. Incluso, ya está anunciando gira por el país, con apoyo de alcaldes y empresas privadas.

Sin asco, Vicky Dávila es arte y parte. Cuenta verdades y mentiras desde el medio, que hoy es su tribuna, y escoge a sus «víctimas» entre potenciales rivales. Por ejemplo, a la exalcaldesa Claudia López, con quien se ha trenzado en una disputa por redes sociales. Pero lo más vergonzoso se da con el presidente Gustavo Petro. Ojo, no se trata de que guarde silencio sobre los errores que ha cometido el Gobierno. No. Se trata de la manera como crea estados de opinión para generar zozobra o, en el peor de los casos, pánico económico acudiendo a mentiras.

Es importante aclarar que no se debate si es o no legítimo que sea candidata presidencial o de cualquier otro cargo de elección popular. Oponerse es ir contra la democracia misma. La crítica está en querer ponerse los dos trajes en simultánea: el directora de un medio y el de aspirante política.

Implica, la utilización de un grupo de medios para hacer la campaña (por supuesto con la aceptación del dueño, que lo verá como estratégicamente conveniente para sus intereses) escondiendo eso con el rótulo de periodista y directora de medio.

Por eso, lo mejor para el periodismo, para la política, para la democracia y para el país es que ella escoja un solo traje y lo diga públicamente. O periodista o aspirante a la Presidencia. No las dos.

Y, aclaro que no es lo mismo que ocurrió con Juan Manuel Santos y Francisco Santos cuando dieron el tránsito del periodismo a la política. La Casa Editorial El Tiempo hizo pública la decisión de cada uno en su momento y no volvieron a incidir en la redacción. Francisco Santos, después de ser vicepresidente de Uribe, regresó a los medios (a RCN Radio) con un resultado desafortunado y no volvió a intentarlo.

Caso aparte, igualmente vergonzoso y crítico para el gremio, lo constituyen otros periodistas que se han sumado al coro de criticar al Gobierno empleando el pánico y la mentira. Ya no sé si lo hacen por convicción o como gesto genuflexo con los dueños de los medios en donde están o por las relación personal estrecha con jefes políticos adversarios de Petro y de su corriente política.

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