Concluyó la 43ª edición de la vitrina turística de la asociación Colombiana de agencias de viajes y turismo “ANATO”, uno de los eventos comerciales, empresarias y turísticos más destacados del turismo en el país y un referente internacional.
Este evento exhibió la oferta de bienes y servicios con la participación de más de 40 países y representación de todos los sectores del país, con cifras significativas, como más de 50.000 asistentes profesionales del sector y más de 22.000 citas de negocio, respaldado por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y Fontur, logró la participación de los 32 departamentos del país, con un aumento notable en las capitales y municipios con potencial turístico que buscan incrementar su visibilidad.
Aunque ANATO celebra sus logros e impacto en el crecimiento de la economía turística del país, Chiquinquirá parece ir en contracorriente. Este problema no es nuevo; es persistente a lo largo del tiempo y cada año se hace más evidente para promotores, miembros de la HORECA (Hoteles, Restaurantes y Cafeterías), agentes turísticos e incluso los vendedores ambulantes de artículos religiosos. Estos últimos me sorprendieron con la pregunta de si Chiquinquirá estaba presente en la ANATO, desconociendo su trasfondo pero no su importancia.
Mientras el departamento de Boyacá, con su stand, buscó exhibir los atractivos de la tierra de la libertad, la capital turística Villa de Leyva se consolida como gran representante ante el turismo nacional. Sorprendentemente, Tunja también hizo una apuesta por el mercado con su propio stand.
Sin embargo, Chiquinquirá pasó desapercibida. Quizás algunos curiosos encontraron información sobre la ciudad mariana en los folletos departamentales, o aquellos que entablaron conversaciones con asesores obtuvieron alguna guía sobre la ciudad y la provincia de occidente.
Pero la riqueza de nuestro occidente brilló por su ausencia, sin una apuesta clara por parte de la secretaría de turismo municipal y una provincia de occidente en segundo plano, dejó un sabor amargo en los asistentes y en aquellos que le apuestan a esta región cómo foco de turismo nacional.
A pesar de tener uno de los mayores potenciales turísticos de Boyacá y el país, como destino de fe, historia y cultura, Chiquinquirá sigue en el letargo. Vivir en lo que podríamos ser solo genera frustración y orfandad.
Ante esta recurrente situación se necesario que la capital de la provincia lidere la articulación con los municipios, empresarios locales, la comunidad dominicana y quienes proveen servicios turísticos. Iniciativas como el cluster de turismo, el nuevo plan básico de ordenamiento territorial o la política pública de turismo y comercio deberían ser prioridad. Chiquinquirá merece un lugar destacado en este sector, y no conformarnos con ser la entrada y salida de los peregrinos, esta provincia tiene todo para ofrecer y crecer sobre una de las economías más importantes, después del petróleo y el carbón en el país.
Cada año, la historia se repite. Tal vez el 2025 sea nuestro año y nos encontremos en la ANATO con una apuesta clara y contundente que articule los esfuerzos de la provincia y permita mostrar las potencialidades de nuestro territorio.