La economía de mercado mantiene bajo bloqueo los sistemas de acceso a los bienes materiales para realizar los derechos conquistados y ha puesto en retroceso avances referidos a libertades relacionadas con la dignidad, el cuerpo, las conductas y deseos de las mujeres. En el trípode de economía capitalista, patriarcalismo y colonialismo, se sostiene la concepción mental y política de la ultraderecha que ve con recelo la misma conmemoración del 8 de marzo como día internacional de la mujer trabajadora. Lo desvirtúa, trata de borrar su memoria y raíces, que convergieron en las luchas obreras conocidas. A mediados del siglo XIX, el gran proceso de expropiación de la tierra, finalizaba por ejemplo en Inglaterra con “limpiezas” de todo orden y junto a villanos y señores, se acomodaban los “grandes hombres” jefes de clanes propietarios de una porción de suelo (aunque todo el suelo pertenecía a la reina) y sin abandonar su antigua faena de bandoleros cambiaban su forma (al estilo mafioso actual) y convertían su derecho nominal de propiedad en derecho de propiedad privada (Acumulación originaria, Marx) esta lógica se mantiene vigente, le basta renovar sus formas.
“La depreciación de los bienes de la iglesia, la venta fraudulenta de los dominios estatales, el robo de la propiedad comunal” (similar al modelo de privatización neoliberal) le proporcionaron la tierra al capital (modelo de terratenientes, ejercito paramilitar y clanes locales) y le entregaron a la industria urbana sus necesarios contingentes de proletarios “libres”, hombres y mujeres, que encontraron a sus nuevos señores esperándolos en las ciudades (Colombia aplicó el libreto con las reformas agrarias de facto de la violencia de 1948 y del despojo paramilitar de fin del siglo XX).
Los capitalistas a efectos de salario utilizaron su propia legislación privada y ante la amenaza de levantamientos empujados por la pobreza de los trabajadores, diseñaron estatutos laborales basados en “convenios desiguales” entre patronos y obreros asalariados y en 1871 fueron reconocidos los sindicatos, pero a los obreros les quedaron limitados los medios de huelga, castigados por una legislación penal de excepción, que multaba y encarcelaba a hombres o mujeres por protestar. Era la secuencia de un decreto del 14 de junio de 1791, mediante el cual la burguesía traicionó lo pactado en la reciente declaración de derechos del hombre al señalar que “todas las coaliciones obreras representaban atentados a la libertad de la declaración de derechos” y eran delitos contra el estado. En Colombia las élites promueven la aprobación de leyes similares a estas de hace doscientos años y otras del S. XV para condenar y castigar los derechos de huelga, protesta y resistencia.
Los capitalistas de hoy (igual que antes) solo reconocen al obrero, hombre o mujer, como bestia de carga, animal reducido a las necesidades vitales más estrictas (Marx, M. de 1844), desprovisto de tiempo para crear con su intelecto y disfrutar de los goces del espíritu. Para ellos, hombres y mujeres son “recursos” para producir capital y plusvalía, no les interesa el humano, solo atienden cifras, datos, tablas, registros, aunque hablen de trato humano, tolerancia o respeto. Las mujeres que entran a las “fábricas” son controladas en su cuerpo, movimientos, gestos y conductas, a veces hay códigos de vestuario y de saludo tratando de señor, patrón o doctor. Hay avances porque las luchas son movimiento continuo, no nacen cada día, ni se detienen, pero aún hoy, para la mujer no hay un sólido lugar propio y autónomo para su existencia política, ni garantías de atención judicial y económica.
Las luchas por el reconocimiento de la mujer tienen algunas referencias con Antígona en la exposición pública del cuerpo asesinado; Hildegarda de Vingen que mezcló teología, naturaleza, medicina y arte en mitad de la inquisición; Cristine de Pizan sacó de su pluma en libertad la Ciudad de las Damas y el tratado sobre la Misoginia; Mery Wolstonecraff confrontó a los filósofos y Vindicó derechos de las mujeres; Olimpia de Gouges levantó las banderas de la comuna de París y por la “declaración de derechos de la mujer y la ciudadana” fue al cadalso, pero abrió paso con Elizabeth Stanton y Lucrecia Mott a la primera convención nacional por los derechos de las mujeres en Estados Unidos que en 1848 trató la igualdad de derechos y exigió derechos civiles, sociales, políticos y religiosos, que agitó los levantamientos de mujeres obreras de New York un 8 de marzo de 1857 y contribuyó con el primer derecho al voto ganado en nueva Zelanda en 1893.
El siglo XX inició con la marcha de mujeres de nuevo york en 1908 reclamando menos horas de trabajo, mejores salarios y derecho a votar y la reunión de mujeres socialistas de 17 países en 1909, en la que Clara Zetkin convocó a conmemorar el día de la mujer trabajadora a nivel global (aprobado en 1910), fue ratificado en 2011 por más de un millón de personas en las calles levantadas contra la guerra, por salarios justos, no discriminación laboral, formación profesional y derecho al voto. En 1917 millones de mujeres marcharon contra la guerra, el hambre y la miseria, provocadas por el capital (sostén del holocausto nazi). En 1975 la ONU reconoció el día universal y la Asamblea lo proclamo en 1977. En 2019 con el estallido social en Chile “un violador en tu camino” junto la voz del feminismo global. Pensamiento único, espíritu patriarcal y mercado como religión, impiden hoy a 2700 millones de mujeres acceder a las mismas opciones laborales que los hombres; los negocios habilitan el genocidio sionista israelí contra el pueblo palestino con más de 15.000 mujeres y niñas asesinadas; impiden superar la ocupación de la cuarta parte de escaños en los parlamento y subir el porcentaje de magistradas en tribunales de justicia, al tiempo que eliminar violencias(una de cada 3 la padece) y los escenarios de la ciencia y las artes, tienen múltiples barreras, en 95 años solo cinco mujeres han sido nominadas al Oscar en la categoría de “mejor director», es reducido el número de directoras de grandes orquestas, en España en 35 sinfónicas el 30% son mujeres y solo dos son dirigidas por ellas y en la ciencia 867 premios nobel se han entregado a hombres y solo 60 a mujeres (6%) en 120 años y de los 100 dueños del gran capital privado trasnacional el 10% son mujeres.
En los organismos, acciones, asignaturas, los temas de derechos tienen mayoría de mujeres y en los de economía y negocios hombres. Lo común es que en todas las actividades del capital, el poder político, la ciencia para la guerra y la fuerza militar, el control es de las élites, siguiendo el modelo neoliberal que lo ha convertido todo a mercancías y hecho de la libertad un insumo del mercado para formar consumidores acríticos y obsesivos, pero su gran fracaso es que a pesar de todos sus esfuerzos no logra borrar la memoria ni la dignidad de las luchas por derechos y en particular el derecho de las mujeres a ser reconocidas sin objeción, ni límite alguno, como tales, ni obstaculizar la conmemoración del 8 de marzo como día de vindicación de luchas por la emancipación humana y por la defensa y respeto de la vida con derechos para superar desigualdades y reconocer diferencias.