59 de los 200 municipios con menor valor agregado en Colombia son de Boyacá. El gran desafío es la productividad con enfoque territorial. Luego de la profunda crisis del final del siglo XX, el departamento genera hoy bienestar social, lo cual hace reiterar que hay mucho futuro.
Amparados en el modelo de Estado de Bienestar, Boyacá en la segunda parte del siglo veinte se convirtió en el epicentro de los sueños de la industrialización, que por entonces representaban el camino a la llamada civilización. Obnubilados por Acerías Paz del Río, su alto horno se convirtió en el símbolo del paso de la agricultura, sinónimo de atraso a la modernidad representada en la industria. En 1961, de acuerdo con el Producto Interno Bruto (PIB), Boyacá representaba el 4,6% de la economía del país, hoy (2022) llega al 2,7%. Es innegable el aporte del modelo, las manufacturas transformaron a Sogamoso y Duitama, ciudades que jalonaron la economía, hoy (2022) la industria representa el 11,2% del PIB del departamento, empresas que subsistieron al embate neoliberal y otras que se crearon. Sin embargo, queda como herencia el menosprecio al campesino, condenando al atraso en medio de un discurso excluyente que se materializó en políticas públicas promotoras de la migración y que terminaron empobreciendo el sector rural.
El modelo protector llegó a su fin con la irrupción del neoliberalismo, entonces Boyacá afectado por las lógicas del librecambio cayó en grandes problemas de orden económico, social y político. El nuevo milenio trae consigo una profunda crisis social que se expresa en los indicadores de pobreza. En el año 2002 la pobreza en Boyacá alcanzaba la alarmante cifra del 67,1%, la del país de 49,7% siendo el cuarto departamento con mayor pobreza, luego de Chocó, La Guajira y Sucre. La pobreza extrema fue 39,2%, la del país de 17,7% y en aquel año era el departamento con mayor pobreza extrema de Colombia, apenas indignante. Al año 2019, sin la pandemia, la pobreza se había reducido al 34,2% y la pobreza extrema al 6,1%, en uno de los saltos más significativos dentro de los departamentos.
En el censo de 2005 las necesidades básicas insatisfechas (NBI) del país alcanzaron el 27,7%, en Boyacá el 30,8% y el sector rural el 49,9% y en el censo del 2018 el NBI país fue de 14,22%, en el sector rural de 30,48%, en Boyacá 10,15% y rural 17,98%. Hay un avance innegable que se traduce en mejores condiciones para la gente, en especial el sector rural.
Para el año 2022, según el PIB, Boyacá es la novena economía del país, dentro de los 33 entes evaluados y el séptimo departamento según el PIB departamental por habitante. Pero el mayor desafío del presente es insertar a los municipios a los circuitos económicos, pues son evidentes los contrastes territoriales, quizás un problema del país, pero con connotaciones más profundas en el departamento.
Según el valor agregado municipal, 2021, dentro de los 200 municipios menos productivos del país hay 59 de Boyacá.
Los 60 municipios con menor valor agregado de Boyacá apenas alcanzan a producir lo que genera Duitama (con el 10% de la población del departamento). Preocupante dato, pues se mejora en bienestar, pero no se logra productividad.
A propósito la Comisión Regional de Competitividad de Boyacá en su agenda para el 2032 propone un departamento “articulado con el desarrollo mundial y altamente competitivo; con un desarrollo económico sostenible, sustentable e inclusivo”, en aras del crecimiento del PIB a partir de los sectores como el Turismo, Agroindustria, Metalmecánica–Siderurgia y Minería, todos soportados en Infraestructura y Conectividad, Capital Humano, Emprendimiento, CTI y Medio Ambiente, “bajo un enfoque de Desarrollo Económico Local y Ordenamiento Territorial”. Es fundamental dentro de esta visión, de ser compartida, pensar el futuro de Boyacá en el desarrollo local, priorizando los municipios menos productivos, de lo contrario seguirán profundizándose los desequilibrios territoriales.
Menos productividad en los municipios es condenar a sus habitantes a vivir eternamente del subsidio, es importante el autosostenimiento.
Pero este desarrollo debe pensarse desde la descarbonización de la economía, un Boyacá hacia el futuro deberá ser declarado un departamento con carbono neutral, donde se priorice la agricultura regenerativa. Es un gran compromiso un Boyacá de la mano de lo ambiental, por eso es urgente propuestas público – privadas, donde se comprenda y actúe desde ya en la transición energética para mitigar efectos en algunos sectores más vulnerables a la urgente descarbonización.
Boyacá no es un paraíso, pero tiene mucho futuro. Luego de la quiebra del modelo de bienestar en los años noventa, siglo XX, el departamento entró en una profunda crisis social que lo llevó a los peores escenarios de pobreza en el país. Sin embargo, la fuerza de sus gentes y el liderazgo de gobernantes han permitido que Boyacá sea uno de los entes territoriales que mejor bienestar genere a sus gentes.
Hoy Tunja, su capital, representa el 13,9% de la economía del departamento, seguido de Sogamoso (11,7%), Duitama (8.9%), Puerto Boyacá (8,6%), Nobsa (6,0%), Chiquinquirá (3,4%) y Tibasosa (3,4%). Lo preocupante de este escenario, el gran número de municipios con baja producción y lo de Chiquinquirá, que cada vez es menos significativa en la economía del departamento.
Llámese resiliencia o simplemente berraquera, Boyacá ha logrado superar la crisis de final de siglo XX y hoy es un camino con mucho futuro. Se requiere avizorar y trabajar por un desarrollo equitativo, de convergencia territorial.