Las verdades desde adentro asustan al poder de élites

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Por | Manuel Humberto Restrepo Domínguez

En democracia el pueblo tiene el derecho a tener un estado de derecho consolidado y a pedir de todos los cargos públicos el respaldo, respeto y apoyo para garantizar la estabilidad del gobierno, sin menoscabo de su independencia y crítica constructiva, que dista mucho de la vulgaridad y la arrogancia propia de la ignorancia regida por pasiones de odio y violencias. En democracia cualquier gobierno que termina, se retira y coopera por la estabilidad de la nación y el respeto al nuevo gobernante que inicia su tránsito una vez recibidas todas las llaves y claves del poder, sus documentos, e informes que deja el que se va. Por hechos contrarios a estas reglas de la costumbre y del derecho el expresidente Trump seguramente irá a la cárcel. El nuevo gobierno una vez se instala anuncia sus propósitos estratégicos, que serán conducidas por el nuevo jefe del estado y presidente del gobierno.

      En Colombia en 2022, no hubo diplomacia, ni respeto del saliente que se negaba a entregar el testigo de poder en la carrera de relevos, daba ordenes en los pasillos, ocultaba información, oscurecía el ambiente y su partido esparcía el veneno de su causa perdida, al tiempo que altos cargos del estado, optaban por convertirse rápidamente en oposición política, declarando de facto su enemistad, a sabiendas del profundo daño que le causarían a la nación. El antiguo régimen de tradición liberal-conservador, que fundó un frente nacional para distribuirse el poder y evitar a toda costa y para siempre la llegada de un tercero, siguió como sí nada, a pesar de la constitución de 1991, incluyente y basada en derechos, y reafirmó su doctrina de poder para las élites y los clanes. Su trinchera de odios y pasiones revela el origen de sus temores a la verdad de lo ocurrido adentro, en el “vientre de la bestia” en que estaba convertida la política tradicional. Las verdades sobre alianzas y estratagemas emergen de la boca de aliados paramilitares y parapolíticos, de confesiones de militares de alto rango y exculpaciones de empresarios. En voz alta ellos, que vienen de adentro, hablan de asociaciones para mantener la corrupción, de entrampamientos a la paz y falsos atentados contra sí mismos, y reales atentados para matar opositores o cerrarles el paso con difamaciones. La verdad dicha desde adentro, desde el vientre, afirma lo que las gentes del país víctima de poder de élites y clanes, sabían afuera, y que los mecanismos de la justicia obstaculizados desde adentro no encontraban.

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       La verdad es el más grande desafió a la falaz y ahora cuestionada inocencia y reputación de apellidos, linajes, personalidades, clanes y casas de poder político y económico, que aún no logran entender cómo podrán sobrevivir convertidos en oposición y llevan su retórica a la vulgarización, el irrespeto y la falsa judicialización, y su práctica se reduce a hacer lo que sea para que nada salga bien.

Esta actitud y voluntad reaccionaria, “inhumana”, se desencaja aún más a medida que, como si se tratara de caletas o cajas fuertes, se descubren los secretos y rutas de corrupción y saqueo del erario por parte de personalidades locales y nacionales que acostumbraron al país a verlos, seguirlos y acatarlos como si fueran los dueños de la nación, que tenían a la guerra como su negocio y refugio.

      El país de hoy tiene muchas heridas sin sanar y necesita de sus altos cargos en el estado, medios de comunicación, universitarios, empresarios, jóvenes, militares y sectores sociales y populares, lo mejor de cada ser humano para continuar la tarea colectiva de humanización y aprehensión de un sentido de humanidad, con compasión, empatía, cooperación y solidaridad, para tener la patria grande prospera, rica, educada y responsable de su destino, dejar de ser un país paria lleno de ira y odio. La “oposición” cada vez más enojada y temerosa de perder sus privilegios está conduciendo al país a otro desangre evitable, posible solo con que afirmen voluntad de paz. La guerra degradada llevó al país a ocupar los vergonzosos primeros lugares de una guerra sin final solo competida por Birmania, con la cifra del crimen más atroz de desapariciones forzadas que supera a todas las dictaduras de América juntas y una la alta concentración de riqueza poseída por un pequeño y egoísta club de avaros inversionistas, de los que la verdad esta revelando su estrategia para cruzar lo legal con lo ilegal.

      La nación que promueve el poder popular, requiere de los altos cargos en el estado imparcialidad y generosidad para arropar al gobierno en la construcción de paz total y reconciliación en beneficio colectivo de la nación. Es momento para cantar en coro un basta ya, a los depredadores del bien público que aprendieron y enseñaron a robar legalmente, democráticamente, y a cambiar de posición política con el horóscopo del día, que son verdugos hoy y mañana se anuncian víctimas. Es momento también para crear un basta ya a la matriz mediática que se emite desde el vientre de la bestia (aparato de propaganda de la “oposición”), codificado con una chiva periodística; un título emocional de los hechos y; unos reporteros preparados para banalizar la historia poniéndola en el plano de buenos y malos. La perversa matriz refuerza la equivoca idea de que lo público es la sumatoria de intereses privados, encubriendo que allí está parapetada la podredumbre de la corrupción y el delirio de élites por el poder para tener más control y poder, sobre mentes, cuerpos, conductas y riquezas colectivas.

    Al lado en acompañamiento y protección de la matriz mediática y viceversa, confluye la doctrina negacionista del holocausto vivido y de sus responsables impunes, jalonada por altos cargos del estado, enajenados, ajenos y distantes de su tarea de aplicación imparcial de la ley y en “aparente” participación política partidista, desde tribunas mediáticas prediseñadas invocan “legalidad” y trasparencia, aunque su actuar no armoniza con las funciones típicas de una fiscalía general y una procuraduría, que se apartan de las urgencias del país que requiere y necesita del nuevo gobierno popular, antes que nada levantarle al país el ánimo y devolverle las ganas de vivir en paz, en convivencia, con bienestar, con sentido de humanidad y con la más profunda y merecida dignidad.

P.D. Dos hechos relacionados entre sí en pocos días de agosto. 1. “Este grave hecho y la forma en que fue comunicado a la opinión pública hubiese podido afectar la confianza entre las partes y de la sociedad colombiana con relación al cese al fuego acordado”, dice el comunicado de la mesa de negociaciones de paz entre el estado y el ELN respecto al “supuesto” atentado informado de manera unipersonal ante una tribuna de  medios de comunicación por el propio fiscal general, justo cuando el ELN dio inicio a un cese al fuego, que puede llevar al fin de la guerra en Colombia. 2. En Colombia la fiscalía (anterior y actual) “no encontró méritos” respecto a la trama de corrupción de Odebrecht , mientras que de Corficolombiana, del mayor empresario y financiador de las campañas políticas de élites, en Estados Unidos concluyeron que “entre 2012 y 2015 se unió en asociación delictuosa”. Como grupo con mayor poder económico e influencia política, tiene concesionados entre otros bienes públicos, 493 puentes, 38 túneles, 2 aeropuertos, 8 concesiones viales (Bogotá-Villavicencio es una) y es contratista del estado en los sectores de Infraestructura, energía y gas, hotelería y agroindustria. 

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