Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC
A raíz de la divulgación de las cifras del desempeño reciente de la economía colombiana, han arreciado los cuestionamientos al manejo dado por este Gobierno a los grandes agregados macroeconómicos. Los cuestionamientos fluctúan entre el catastrofismo profético de los gremios (versión de la profecía autocumplida) y el escepticismo moderado de los centros de investigación, como Fedesarrollo, cantera de los tecnócratas reclutados por los anteriores gobiernos, ayer infalibles formuladores de política económica y hoy desapacibles críticos de cualquier medida gubernamental.
Lo anterior es muy notorio, aún ante la mejoría, por ejemplo, de los principales indicadores del mercado del trabajo, como lo evidencia el medio millón de nuevos puestos de trabajo creados en el intervalo del segundo trimestre de 2023 en comparación con igual periodo de 2022 y los 150.000 colombianos que abandonaron su condición de desempleados, además del desescalamiento de la inflación que durante el intervalo de enero a julio se situó en la mitad (6,68 por ciento) de la observada hace un año (13,12 por ciento), lo que hace pensar en el alineamiento de varios macroindicadores en torno al umbral de un dígito.
El reporte del Dane que revela que la economía colombiana creció 0,3 por ciento en el segundo trimestre de 2023, luego de haber registrado un guarismo de 3,0 por ciento en el primer tramo de este año, -y un crecimiento acumulado en lo corrido del año de 1,7 por ciento, en línea con el Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE), detalle que ocultan los detractores del actual Gobierno-,a pesar de coincidir con los pronósticos del Banco de la República y de La banca privada, acentuó el pesimismo de los agoreros de oficio.
La economía mundial atraviesa por una frase de enfriamiento y todo parece indicar, que, al cierre de 2023, ningún país escapará a un bajo ritmo (por debajo del rango de 1,5 a 2,0 por ciento), de su locomotora económica.
Como lo han señalado diversos analista, la caída de la actividad económica agregada obedece al comportamiento declinante de los sectores primario (principalmente la agricultura) y secundario (con énfasis en la industria manufacturera y la construcción), en tanto que el sector terciario-salvo el comercio mayorista y minorista-, particularmente, Administración y defensa y Actividades artísticas y de entretenimiento, han compensado el retraimiento de las ramas con mayor arrastre en la dinámica intersectorial. Simultáneamente, el hecho de haberse comprimido la inversión fija, -también denominada formación bruta de capital-, drásticamente, ha derivado en la presunción propagada por los grandes medios de comunicación, del rezago en la ejecución presupuestal del Gobierno nacional, situación que provocó el perentorio ultimátum del presidente Petro a varios de sus ministros.
Sin embargo, una cosa es medir este desempeño a precios constantes (descontando la inflación, y, otro, a precios corrientes. En efecto, al examinarse los estimativos de cada medición, se encuentran visibles diferencias. Al rastrearse la trayectoria seguida durante los últimos años se observa, que el segundo trimestre de 2023 es el periodo de mayor descenso del crecimiento del PIB real (a precios constantes de 2015), exceptuando 2020, cuando la economía colombiana se desplomó, y, a su vez, el año 2021, catalogado como “rebote” de la mala racha ocasionada por la pandemia.
Ahora bien, al contrastar el PIB real con el PIB nominal (a precios corrientes), se encuentra que la economía colombiana no se contrajo de manera dramática en el segundo trimestre de 2023, sino que reveló un desempeño no tan espectacular, -pero si satisfactorio-, como en el periodo 2021-2022 (7,1 por ciento), atribuido, además de las actividades económicas mencionadas atrás , a sectores que en la medición del PIB real habían decrecido, tales como el agropecuario, y el comercio mayorista y minorista.
