Por | Echando lengua / Luis Heriberto Bohórquez / @luchocalidad
El vertiginoso ritmo de desarrollo del Valle de Tenza, generado por las mejoras en la conexión terrestre con Bogotá han sido motor del incremento de viajeros hacia nuestra región, en gran porcentaje con fines recreativos y turísticos.
Ahora que se habla tanto de la Colombia profunda, sigo convencido que el suroriente de Boyacá hace parte de ella, primordialmente porque las opciones de generación de empresa son escasas y se torna prioritario diversificar la oferta de productos y servicios para visitantes, orientada a captar un mercado que ya no resiste los costos y trancones, que implican ir a Girardot, Anapoima o Villavicencio.
Diversificar oferta, es pensar responsablemente en una nueva línea de servicios, que nos permita salir del turismo alcohólico. Se volvió mala costumbre, organizar eventos sin prescindir del consumo de trago, cerveza y los aditivos que siempre surgen alrededor de la parranda; siendo necesario impulsar la ecología, el deporte, la cultura, y un renglón sobre el que mucho se ha escrito, pero la verdad nada se ha hecho: el turismo religioso.
Revisando las opciones, muchos de los templos parroquiales católicos de la región, son verdaderas joyas de variados estilos arquitectónicos, dignos de conocer y algunos de gran significado en la historia religiosa. Ejemplo de ello, es la iglesia de Chinavita, consagrada a Nuestra Señora del Amparo, donde reposa la imagen restaurada milagrosamente el primero de enero de 1824, o sea que estamos rondando cerca al segundo centenario de la revelación de la patrona de la Diócesis de Garagoa. Así como este santuario, hay todo un tesoro por descubrir, estudiar y divulgar.
En algunas zonas rurales existen monumentos religiosos, algunos con dificultades de acceso, pero atractivos por su ubicación estratégica para hacer oración y luego disfrutar de paisaje y naturaleza. Hacia allá tenemos que apuntar, en casos como el Santo Cristo del Cerro en Somondoco, los miradores de Cristo Rey en Almeida y Macanal, y el alto de Santa Bárbara en Garagoa, este último motivo de reciente
debate debido al proyecto del templo en honor a Jesús de la Divina Misericordia.
No caigamos en el error de discutir la conveniencia de construir un templo, o de su estilo y arquitectura, porque eso corresponde a los dueños del monumento y a las autoridades encargadas de regular este tipo de intervenciones, obvio según el plan de ordenamiento territorial. Existen normas y hay que respetarlas, pero es urgente recuperar este lugar para todos, pues se trata de un excelente mirador que amerita inversión para engalanarlo y dotarlo de seguridad, con servicios a la altura de la advocación mariana a la cual se consagró.
Nada de esto se puede hacer, sin revisar la historia y los cánones de la iglesia Católica, para definir el nombre de este emblema de Garagoa. Mimetizar la escultura existente y su estructura de apoyo no es conveniente, desde el punto de vista de conservación de patrimonio histórico y cultural. Si de honrar el culto a Jesús de la Divina Misericordia, sería mejor considerar la opción de construir una capilla en el
sitio de sus apariciones en la vereda de Quigua. Con diálogo y concertación, todo es posible.
Pero el tema no para aquí. Para nadie es desconocida, la labor pastoral de Monseñor Julio Hernando García Peláez al frente de la Diócesis de Garagoa, quien, con su carisma y humildad, se ha ganado un privilegiado espacio entre los feligreses. Nuestro Obispo posicionó la celebración de la misa matutina de los domingos como un evento digno de no perderse, denominado la Eucaristía de Minerva, que nos hace recordar la Misa Mayor que oficiaba el histórico presbítero José de los Ángeles Amaya.
Siempre he pensado que los turistas merecen contar con la opción de asistir a una misa especial para ellos y me sorprendió que Monseñor García Peláez durante sus últimas homilías saludara a los visitantes y haciéndolos ovacionar por los asistentes.
Esta Eucaristía hay que fortalecerla y promocionarla, como llamativo acto de devoción, para mostrar una imagen diferente de ciudad.
Así pues, con estos atractivos religiosos, el Valle de Tenza y Garagoa cuentan con un gran potencial, que bien vale la pena analizar por el clero, las autoridades y la sociedad civil y así fomentar el desarrollo y la fe católica; no en vano todo lo que somos y tenemos, es gracias a Dios. #HagamosTurismoConFe
*Ingeniero de Vías y Transportes-UPTC.
Catedrático universitario, experto en calidad de materiales y producción industrial de concretos.
Twitter: @luchocalidad