El maestro, la maestra, inteligencia para la paz        

Foto | Vía alponiente.com
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Por | Manuel Humberto Restrepo Domínguez

Hace un lustro la conclusión de que la guerra había sido derrotada se tomó los tableros, diapositivas y escritos de los maestros y maestras del país, atrás parecían quedar las cifras de horror de más de 1500 maestros asesinados y centenares de desaparecidos y amenazados por defender la vida, el territorio y la escuela de la sospecha de ser una fuente del orden subversivo y la que impedía legitimar la medición del bienestar por resultados de muerte y litros de sangre. El espíritu del maestro, la maestra, aunque las violencias retornen, tienen el hondo compromiso como constructores de caminos y rutas de paz y de esperanza por un mundo mejor para todos los humanos del país y del planeta.

     A las violencias pretende sumarse la idea de que la inteligencia artificial podrá desplazar al maestro, la maestra, pero no, no es así, esto no ocurrirá, la IA puede cambiar cosas, pero en todo caso, el maestro, la maestra, no son prescindibles, cambiantes sí, primero porque son seres humanos y porque, aunque los sistemas parezcan precisos y perfectos, no pueden ser dubitativos, contemplativos, y tampoco hacer conciencia o tener sentido de humanidad. El profesor, la profesora, centran hoy sus valores humanos en las luchas por la dignidad humana y saben integrar como parte de su proyecto vital su bonita condición de ser maestros, maestras, seres humanos que abren libros y los comprenden.

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     El profesor, la profesora, generan el mayor impacto en la transformación de la vida de sus estudiantes, porque no solo son transmisores y reproductores fríos de conocimientos, contemplan el espíritu, crean mundos e inspiran resistencias y logran conquistas humanas, se auto reconocen y respetan en sus diferencias y sus sueños. Exponen y se exponen a través de su discurso pedagógico que los define. Se involucran para construir ciudadanías críticas y con conciencia social y se movilizan para promover transformaciones, crear ciencia, eliminar dogmas y palabras sagradas, ampliar libertades y combatir fascismos, fascistas y autoritarismos.

    El maestro, la maestra, hablan como intelectuales comprometidos con los cambios, con las libertades, con las igualdades, y son escuchados, respetados y respetables. Muchos niños y jóvenes siempre encuentran en la clase algo emocionante para invalidar el miedo, mezclar sus sueños y alegrías con los sueños y alegrías de otros y poner en armonía las teorías con las prácticas que transforman realidades, y ese es talvez su principal valor agregado para mostrarle a la sociedad cuando reclama por la eficacia de su tarea y no dejan de hablarle a la humanidad en el contexto de su tiempo, donde se sitúan para encontrar verdades nuevas y organizar agendas políticas con sus comunidades.

      “La palabra del maestro, la maestra, es exquisita, delicada, y quien la enuncie está obligado a hacerlo con el lenguaje correcto y cuidadoso, con admiración y respeto. La herramienta que sostiene viva la condición del maestro, la maestra, no ha sido ni será un avance tecnológico (una vez fue el lápiz, después el bolígrafo, la pizarra y la tiza, el computador, la inteligencia artificial)” es su pedagogía, su capacidad para dar razón de los problemas de su tiempo y luchar por una civilización con sentido de humanidad, de afectos, cuidados y respetos sin formulas, estereotipos, ni llaves ganzúa para abrir todas las puertas. Los maestros, las maestras viven y representan el momento histórico social sin evitar sus conflictos, ni huir ante las adversidades, enfrentan, confrontan, argumentan, tienen honestidad intelectual, solvencia ética para actuar, aprenden a abandonar prejuicios e ideologismos, los libros son su riqueza y sus escritos y ejemplos de dignidad la herencia que dejan.

     Ser la inteligencia más apropiada para construir la paz. Luchar, resistir, enseñar, dar ejemplo, son constitutivos del significado de maestro, maestra, cuya condición no la define un diploma, ni un contrato, se conquista, derrotando ignorancias, egoísmos, misoginias, fascismos y sembrando semillas de esperanza por un mundo mejor, en paz, con derechos, solidario, fraternal, justo. 

Feliz día maestra, maestro, y gracias por mantener la esperanza de vida con dignidad.

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