Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC
El comportamiento de los indicadores sociales, uno de los cuales es la pobreza, ya sea monetaria, multidimensional, o la percepción que los hogares manifiestan en su día a día, está asociado con las tendencias de la economía global y sectorial.
Una hipótesis plausible es que las mejorías registradas en el desempeño de la economía pueden contribuir a mitigar las penurias y las carencias que enfrentan los colombianos, mediadas por los desacoples del mercado laboral, -con una informalidad irreductible, -el cual ha tendido a recuperarse, luego de la dura caída provocada por la pandemia, particularmente en el año 2020, el peor de todo el ciclo pandémico.
En el año 2020, pese a la contracción que experimentó la economía boyacense, paradójicamente 23.000 familias boyacenses no se reconocieron como pobres, lo que parecería contradecir lo observado en términos de la pobreza monetaria que aumentó en dos puntos, significando que el número de boyacenses que no tenían ingresos mensuales equivalentes a $281.771 para adquirir una canasta de bienes y servicios, se elevó en 162.000. A escala nacional, tanto la percepción de pobreza como la identificación de pobres por ingresos crecieron simultáneamente.
Ahora bien, al examinar lo ocurrido en 2021, cuando la economía repuntó como efecto del bajo dinamismo del año anterior, no obstante el buen desempeño alcanzado, la percepción de pobreza en Boyacá se trepó en 12 puntos, lo que se tradujo en 50.000 familias que percibían un deterioro de las condiciones sociales, pero, desvirtuando estas cifras la incidencia de la pobreza monetaria disminuyó en línea con un mayor ritmo de crecimiento económico departamental, lo que llevó a que 18.000 boyacense abandonaran la condición de pobres. En este mismo año, el rebote de la economía colombiana, y -a pesar de los aumentos de las transferencias monetarias- 1,7 millones de hogares más se consideraban pobres, no obstante que 1,4 millones de colombianos que malvivían con $331.688 dejaron dicha condición.
Comportamiento de algunos indicadores socioeconómicos
Lo que revelan las cifras reportadas el año pasado, sorprenden aún más, comoquiera que, sin conocer el crecimiento de la economía boyacense, que podría suponerse que tuvo resultados positivos, como lo registrado toda la economía colombiana, se encuentra que la percepción de pobreza se redujo en 3.000 familias, con una caída de casi dos puntos, lo que seguiría un patrón típico. Sin embargo, para sorpresa de muchos, e l incremento número de hogares colombianos que se catalogaban como pobres fue de cerca de 4 puntos, es decir, 895.000 familias. Ello podría denotar que el dinamismo de la economía no fue suficiente para que muchos colombianos no sintieran que su pobreza tienda a perpetuarse. Que más de la mitad de las familias se perciban como pobres debe ser una preocupación central de las políticas públicas del actual gobierno, que heredó una pesada deuda social. No debe olvidarse, que donde gravita la pobreza con mayor intensidad es en las zonas rurales.
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