Por | Guillermo Velásquez Forero / El púlpito del Diablo
Fábula del cerdo que saqueó a Colombia y lo dejó al borde de la quiebra: Había una vez un cerdo depredador que devoró el erario público de un país rico y miserable, bello y violento donde los politiqueros convirtieron la política en asesinato y latrocinio. Esa bestia doméstica robó al país como nadie nunca antes lo había hecho, utilizó el poder para robar el tesoro público y repartirlo entre sus amigos, compinches, socios y acreedores electorales. Pero fue un hiper mega ladrón, un hampón plus ultra, premium, de última tecnología, tipo exportación, una rata estelar que sólo sabía robar miles de millones y billones. Este cerdo experto en cochinadas gigantescas e históricas se convirtió en el nuevo Robin Hood que roba a todo un país para darles a los ricos y enriquecer a los corruptos que se ocultan detrás de la máscara de contratistas del Estado.
Es de conocimiento público la alta cifra de sus hazañas delincuenciales en contra de la economía colombiana y el futuro de su sociedad. Su actuación fue tan perversa, que logró robarse hasta los recursos que no existían; fue capaz de endeudar al país hasta lo imposible, cometer la deuda externa más alta de todos los tiempos, y convertir el hueco fiscal en un abismo, dejándole garantizada la pobreza, la insolvencia y la deuda eterna, la dependencia del imperialismo financiero y la imposibilidad de financiar nuevos proyectos e invertir en vida, generación de empleo y riqueza, salud, educación, lucha contra la pobreza y el desastre climático, paz, bienestar y desarrollo humano de los colombianos. Tenía tanto afán de arruinar el país, que despilfarró doce mil quinientos millones en veneno para fumigar a nuestros campesinos y sus cultivos y animalitos. Y a última hora, a toda carrera repartió miles de millones y billones en contratos, creó privilegios vitalicios para sus lacayos y nombró en importantes cargos a sus cómplices.
Creímos que Duque era un títere más, un muñeco tonto con ínfulas de imbécil, vanidoso y ridículo, falso, mentiroso y traicionero; pero ese títere salió más bandido que su titiritero Uribe. Terminó siendo el peor desastre como gobernante, el inepto por excelencia. Y de la presidencia salió agobiado por el peso y la cifra de tantos muertos que lleva a cuestas, pero feliz de semejante despilfarro y robos cometidos contra los colombianos. Pero no pasa nada, porque, igual que su maestro alias Matarife, está blindado por la sagrada impunidad.
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