Por | Pedro Pablo Salas / Exasesor de Diálogo y Paz de Boyacá
La urgencia histórica, ante la amenaza de ir hacia atrás en el desarrollo de la misma, ha juntado a la Colombia que se recoge en torno a principios de modernidad del país, de su sociedad.
Como todo juego dialéctico también está el ofrecimiento, la invitación para que se involucione, para que lleguemos a mayores niveles de incertidumbre, para que la economía política de la acumulación por despojo, continúe y se profundice, más brutal, sin caretas, sin rostros de pudor.
Llegamos entonces a la necesidad de unirnos para ahondar y trabajar en reparar las diferencias que nos separan de la posibilidad de una modernidad urgente y necesaria para Colombia.
El estado providente y precario que tenemos está amenazado, aún puede ser puesto para mayor envilecimiento del colombiano precarizado, nada más que ponerlo en manos de un individuo que promete hacer de esta sociedad un mercado, una zona franca de acumulación, un dique roto para la barbarie y mayor canibalismo capitalista, conducirnos a brutalidades mayores a un abismo desconocido.
Rodolfo Hernández, este Abdalá Bucaram colombiano, este caricaturesco y folclórico personaje, representa la crisis de una democracia líquida, a los partidos piratas, a una democracia representativa, una crisis parlamentaria, a las instituciones tomadas por mafias corruptas, que han destruido el sentido de nacionalidad, de comunidad, de los pilares básicos de universalidad como horizonte común.
Entonces aparecen la salidas fáciles, el capataz ordenador, el pistolero solitario, el aparente individuo hecho a pulso, sin protocolo de poder, antipolítico, no importa si es una criatura del atropello, un urbanizador sin escrúpulos, un volteador de tierras.
Él encarna la sociedad del desasosiego, del odio por quienes han hecho daño, una masa de despojados de libre albedrío que busca pasar factura indiscriminada, llevarnos, empujarnos a una trivialización. Pero también quieren conservar, tienen miedo a cambiar, la sociedad sin proyecto; les han perfumado sus cadenas, puede decirse que los han domesticado, para ritualizar el no cambies.
Esta es una sociedad de ataduras, de profundas contradicciones, de allí que el costo de miedo y desesperación pueda tener como salida el propio aniquilamiento y la suspensión y/o aplazamiento de una sociedad como proyecto colectivo.
Tal vez consientes de estas circunstancias, la masa crítica, los sectores alfabetizados con lecturas mayoritarias del riesgo que significa la involución histórica, se estén poniendo de acuerdo para detener no la llegada de un Leviatán hobbesiano, sino de una hidra, que nos llevaría a una mayor tragedia.
Bienvenidos ciudadanos, líderes sociales y políticos a un nuevo cálculo, el único que nos convita en este momento y es avanzar a un mundo libre, entendiendo esta como el tránsito a una sociedad responsable de su destino, común, una sociedad del bienestar y el reparto, una sociedad de libertad como oportunidad y capacidad, donde la única propiedad privada que nos enceguezca sea la de tener y entender un libro.
Gracias Verdes de Boyacá por ponerse manos a la obra, manos a la digitalización, manos al saber.