Agua en llamas, ¿culpa de la extracción de petróleo?

Hoja de árbol encendida en fuego tras ser sumergida en una de las tres quebradas contaminadas que bajan del nacedero, en la vereda Rio Chiquito en San Luis de Gaceno. Foto | Julián Felipe Carreño Mejía.
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Por | Julián Felipe Carreño Mejía

Las consecuencias que deja la extracción de petróleo a los campesinos y al medio ambiente en Boyacá.

En el departamento de Boyacá, en la provincia de Neira, en las estribaciones de la cordillera oriental, se encuentra San Luis de Gaceno, la puerta al llano. Población que desde su inicio, fue conocida por la extracción del caucho y la siembra extensiva, que por falta de vías, gran parte de la producción de los campesinos se perdía. Estas dos actividades fueron reemplazadas por la ganadería que hoy es una de las principales fuentes económicas de la región.

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San Luis es un pueblo acogedor, colorido, su gente es amable y generosa. Suficientes tiendas, panaderías, supermercados, restaurantes, hoteles y talleres mecánicos. Las vías de acceso están en buen estado pero la vía hacia la vereda de Horizontes no. Como que la historia de sus vías no cambia, solo empeora, empeora.

Hoy la comunidad tiene dos problemas.

El primero es el estado de las vías de San Luis de Gaceno a la vereda Horizontes. Hay más de 6 derrumbes en la vía a causa del tránsito constante de carro tanques cargados del segundo, negro, espeso y más grande problema, el petróleo.
La vía de tránsito hacia horizontes es destapada, en subida y con desorientadoras curvas. Pasa una moto, tal vez dos. Únicamente se ven camionetas 4×4.

A hora y media subiendo, en la vereda Monumentos, se encuentra don Carlos y su padre, oriundos de la región. Son campesinos de avanzada edad que construyeron sus casas, las vías y la escuela a pulso con los demás habitantes del lugar.

Don Carlos tiene una casa de campo que no necesitó mayor ingeniería para construirse. Es una casita antigua en un potrero un poco más antiguo. Don Carlos y su padre están preocupados porque su casa y las alcantarillas no tienen mayor futuro, ya que están agrietadas por las vibraciones que producen los carros transportadores del crudo que pasan a escasos tres metros.
A la región entró la empresa petrolera Lukoil en 2001 sin mayor inconveniente. De un momento a otro ya habían socializado con las autoridades de ese tiempo, unos estudios ambientales difíciles de entender y de estudiar. Estudios que no fueron socializados con las comunidades y dueños de los predios.


Algunas de las actuales autoridades de San Luis de Gaceno dicen que tales fichas de caracterización biótica son del año 1998 y 2001 y no corresponden a la realidad del ecosistema de la región. Luego la petrolera cambió a ser Nikoil. La empresa se mostró como la gran salvadora de las problemáticas de la gente. Prometieron traer desarrollo y empleo a los jóvenes campesinos que ganarían más dinero con un trabajo menos demandante que el del campo y la ganadería. La petrolera por su compromiso social, entregó unos recursos que las familias rurales utilizaron para hacer arreglos locativos a la única escuela del territorio que ellos mismos construyeron, pero que al día de hoy, tal escuelita no está en uso porque ahora no les pertenece a ellos sino a la Secretaria de Educación.


Más arriba, a pocos metros de entrar al caserío de la vereda de horizontes, por la misma vía destapada y con medianos abismos, dan la bienvenida las rejas que cercan el territorio de la petrolera y más adelante se ven hombres montados a caballo, transportando costales de comida. Fachadas azules, blancas como amarillas de la tierra, dos o tres tiendas que refugian del calor a los pobladores que toman cerveza. En la vereda Horizontes son conscientes del valor del agua, la extrañan, se arrepienten de no haber estado atentos en su momento, de lo que significaba la explotación petrolera.

La carretera de San Luis de Gaceno a la vereda de Horizontes tiene aproximadamente seis derrumbes a causa del continuo tráfico de los pesados carro tanques de la petrolera. Foto | Julián Felipe Carreño Mejía

Hoy están obligados, bajo la nube de “progreso” o más bien, del gas que no se quema, a tomar agua con diésel. Hoy hay conciencia, por eso hay amenazas en forma de denuncia a quienes alzan su voz para hacer visible el daño ambiental que deriva en una problemática social que obliga a la gente a tomar agua contaminada. El ganado se enferma, aborta, ya no se pueden vender ni para el consumo. La práctica o estudio para determinar si en un lugar hay petróleo se reduce al simple eco.


En distintos puntos, a pocos metros el uno del otro, hacen perforaciones con un taladro especial en la superficie hasta llegar a los 10 metros o más de profundidad. El diámetro del hueco es de 20 centímetros. Mientras el taladro está en marcha, le inyectan barriles de diésel, que en teoría, debe devolverse, así lo explican varios campesinos de la comunidad que vieron de cerca el trabajo de la petrolera; también dicen que nunca vieron que saliera de vuelta, solo metieron y metieron diésel para fracturar el subsuelo, llenando los nacederos de agua con el derivado del hidrocarburo. El siguiente paso, después de las perforaciones es meter una línea de 5 cartuchos de dinamita, que una vez detonada produce el eco que al chocar con el subsuelo se devuelve y unos sensores especiales lo reciben midiendo la profundidad y arrojando la distancia de la piedra, el pozo petrolero o el acuífero.

Como si fuera un plan turístico, los pobladores invitan a un recorrido hacia los nacederos de agua y diésel. Bajando 40 minutos hacia la vereda Río Chiquito, jurisdicción de Horizontes, por un terreno irregular, se encuentran las corrientes que bajan de la montaña. Solamente a 10 minutos del recorrido el olor es más fuerte que el de una bomba de gasolina. Las rocas son color negro y ocre, las hojas de los árboles alrededor de los ríos están secas, y los ríos tienen una especie de nata espesa de color amarillo. El agua no es agua, es una trampa para los animales que intentan saciar su sed; hay pájaros, libélulas, mariposas, y cantidad de insectos muertos.

En los ríos se encuentran insectos y pájaros que bajan a tomar agua y mueren por envenenamiento. Foto | Julián Felipe Carreño Mejía


El plan turístico se convierte en viaje organoléptico en donde únicamente el olfato y la vista son los dos primeros y obligados únicos pasos que se necesitan, solo hay que evidenciar como las aguas contaminadas, de las que se sirven múltiples familias, bajan hasta desembocar en el río Guavio. La parte final del recorrido, está acompañada de los testimonios de quienes han tenido que beber de estas aguas, que filtran con mangueras, y después de recogerlas las hierven en sus estufas de leña, para luego poder consumirlas.

Mientras tanto, la experiencia sensorial incluye arrancar una hoja verde de un árbol y sumergirla para después acercar un encendedor para ver cómo en menos de un parpadeo se ha encendido en fuego. Ya es suficiente. Al regresar a Horizontes, la comunidad cuenta que han sido más de 6 ciudadanos, no líderes, que fueron denunciados por la petrolera ante las autoridades. Dicen los campesinos que quieren callar y amedrentar a cualquiera que haga algo por denunciar el daño irreparable al medio ambiente. Han denunciado incluso a personas que no son de la región, incluso a una señora que si es de la región le cambiaron el nombre. Los habitantes de Horizontes piensan que los pueden meter a la cárcel y esto los lleva a no denunciar.

Desde que la petrolera Nikoil entró a operar en 2018, la comunidad ha tratado de buscar un acercamiento para solucionar la problemática ambiental. En 2019, ante la Procuraduría Ambiental se estableció una Acción Popular y el Juzgado determinó las causales; la empresa apeló, pero la comunidad ganó. A pesar de eso la empresa no ha cumplido.


La comunidad exige a Nikoil, antes Lukoil, que cumpla con la serie de compromisos firmados en actas ante notarías desde 2014. Finalizando 2021, la comunidad hizo un llamado a las autoridades de San Luis de Gaceno por medio de una protesta pacífica, en donde pedían que fueran escuchados para que dieran solución a los problemas que la práctica petrolera ha generado en la zona, pero la respuesta fue el ESMAD.


Hoy la comunidad exige que se cumpla con lo pactado anteriormente, el cuidado ambiental, el agua limpia para la población, el puesto de salud, las calles del caserío pavimentadas, la construcción de alcantarillas, el arreglo de las vías de acceso.

En la comunidad dicen “el petróleo es de ellos, pero el agua es de todos, las vías son de todos y ellos las utilizan para pasar sus carrotanques; uno solo de esos camiones cargados de petróleo llega a caerse por una vía derrumbada y el daño ambiental que causaría verter el crudo sería incalculable».

La comunidad de Horizontes, en San Luis de Gaceno, está preocupada y quieren que tomen su caso como ejemplo para que no dejen que la ANLA siga otorgando licencias de extracción de hidrocarburos. Están preocupados por lo que pueda pasar en Santa María Boyacá, que está en la mira de Ecopetrol.

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