Por | Darío Rodríguez
Al actor Jorge Enrique Abello le permiten escribir una columna en la renaciente revista Cambio ( https://cambiocolombia.com/opinion/puntos-de-vista/el-odio ) y se despacha con un texto por momentos delirante, repleto de lugares comunes, ingenuo en sus planteamientos e indigesto en su visión no solo de país sino de lo real, cercana a la perorata del rector de un bachillerato.
Ni Paulo Coelho ni Jorge Duque Linares se atreverían a soltar la multitud de andanadas que el protagonista de telenovelas desparrama sin empacho, sin un mínimo sentido del pudor.
Según el experto Abello “La realidad es solo un acuerdo social, así que la podemos cambiar cuando deseemos”; “Una posibilidad cercana más bien, [sic] es darle al mal su lugar en nuestra sociedad, en un equilibrio justo en nuestras vidas”; “Todo puede cambiar, depende de usted y de cómo se mire porque de esa manera verá a los otros. Hágalo sin odio, con un poco de amor para mi bella Colombia, lugar mágico de gente maravillosa”. Esta es sólo una pequeña muestra del penoso artículo, carente de cohesión y en ocasiones mal redactado.
No vale la pena preguntarse por qué un medio informativo serio como la nueva Cambio acepta el sofrito cuasi pensante del actor televisivo. Tal vez Daniel Coronell, Federico Gómez Lara y el equipo periodístico buscan seducir a un tipo de lectores propenso al embeberse con la celebridad mediática de algunos columnistas, sin importar si aportan alguna idea, siquiera ínfima, al debate público. Sin que interese una desobligante escritura, pagada de sí misma y superficial al extremo. Basta ver cómo presentaron a Jorge Enrique Abello días antes de ser publicada la ilegible columna: “Ha encarnado más de 25 PERSONAJES en toda su carrera. Su papel más famoso fue Armando Mendoza en Yo soy Betty la fea. Tiene una biblioteca de más de 1.500 libros. El libro que más ha leído es El Libro tibetano de la vida y la muerte”. No se le notan las lecturas al columnista. Pesa en él la estampa del caótico, y novato, gerente de Ecomoda Armando Mendoza.
Más allá de lo anecdótico la aparición de columnas escritas por estrellas de la televisión, o por picantes figuras de redes sociales en internet, es una demostración franca de cierta rancia ligereza en el periodismo colombiano, amordazado por los grandes poderes económicos pero también temeroso ante la continua pérdida de pauta publicitaria y de lectores. Necesita capturar la caprichosa atención de unos consumidores que ven certeza, incluso confianza o amabilidad, en divas o divos. Aunque sus reflexiones cojeen o se relaman en mensajes optimistas y huecos. Eso también vende.
Resulta casi innecesario recordar la función social de una columna periodística, que acompaña a la ciudadanía y provee de análisis e interpretación del hecho noticioso a personas apenas informadas por titulares truculentos y narraciones de escándalos.
Quizá la pacotilla escrita por Jorge Enrique Abello no quita ni pone en el escenario de quienes opinan acerca de todo, y de cualquier manera, en este país. No faltarán, por ejemplo, los defensores del actor que ordenarán: “si no le gusta la columna, no la lea”.
Empero, mirando bien este fenómeno de las parrafadas y las necedades a ultranza en revistas y periódicos, es imperioso pulir y solidificar los exámenes que se le hacen a nuestra realidad. Si un famoso actor afirma que todos los colombianos somo buenos y que simplemente necesitamos considerarnos buenos a nosotros mismos para que la nación entera se transforme; y si esta clase de pueriles trampas retóricas son publicadas dentro de un medio de comunicación leído por miles, en vez de iluminar o dotar de fuerza a una colectividad por costumbre desinformada, se le está haciendo daño. Pues la supervivencia en el territorio nacional no depende de si nos vemos bien o mal. Ni si nuestra autoestima es alta o baja. Las personas no somos bondadosas – parece decir Abello como si fuera un motivador profesional – porque no queremos considerarnos bondadosas. Es estremecedor, además, que alguien acepte y crea semejantes deducciones endebles.
Ojalá alguien les aconseje a columnistas como Jorge Enrique Abello que estudien un poco más, que se preparen mejor y que tomen un curso de redacción.
No les será difícil.
Por el bien de las muchedumbres que los siguen. Y el bien del periodismo colombiano.
Certero. Gracias Dario.