Por | Guillermo Velásquez Forero
El hombre civilizado, maquinizado, computarizado y robotizado del siglo XXI todavía no sabe lo que ya sabía el hombre primitivo. Trescientos mil años después de haber vivido en los árboles y en las cavernas, es heredero de un riquísimo, diverso y vasto universo de conocimientos científicos y tecnológicos, más de dos mil años de historia, destrezas y poderes, máquinas, equipos e instrumentos asombrosos, construcciones que pueden verse desde el espacio, naves interplanetarias, inmensas fortunas en manos de unos cuantos hijos de puta, armas terribles de destrucción masiva para extinguir a la bestia humana y a todas las demás especies, etc.
Este gigantesco patrimonio universal, acumulado a lo largo de la Historia, lo han convertido en dios, amo y señor del mundo, viajero del espacio sideral, asaltante de la luna, voyerista del universo, conquistador del planeta difunto llamado Marte, inventor de infiernos, creador de mundos, dotado de muchas inteligencias, artífice del esplendor maravilloso de la civilización y la cultura.
Aun así, y a estas alturas del abismo, no sabe que somos hermanos de todos los seres vivientes del mundo y de los seres inanimados, que están constituidos por los mismos elementos de nuestro cuerpo, las mismas partículas cuánticas, porque todos somos hijos de las estrellas, venimos del fuego y a él regresaremos; no ha descubierto que la tierra es el único lugar que tenemos para vivir, y que lo único que debemos admirar, respetar, proteger, hacer prosperar y venerar, lo único sagrado y divino, es el fenómeno extraño, rarísimo y maravilloso de la vida.
Pero además de ignorante, amnésico, suicida, fratricida e idiota útil del genocidio planetario, el hombre es demente. Dicen los sabios, entre ellos Edgar Moran, que ese peligroso animal, después de alcanzar las supremas alturas de la divinidad diabólica, evolucionó de homo sapiens a homo demens. Que el poder lo enloqueció. Por eso, le quedó fácil retornar a la irracionalidad y la barbarie, y convertir el ámbito de la vida humana en un manicomio y el mundo en un campo de rapiña y matanza. Los científicos, como Stephen Hawking, predicen que con el gran progreso que ha alcanzado en su misión irreversible de autodestrucción y muerte globalizada, la bestia loca no sobrevivirá; que tiene los días contados.