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En memoria de Claudia Marcela, María José
y las personas que pierden su vida migrando.

EL DIARIO charló en exclusiva con familiares y amigos de Claudia Marcela, nos contaron los pormenores de su travesía y el porqué de esta.

Distintas son las formas y razones que llevan a una persona a migrar. Hay quienes migran forzados y quienes lo hacen voluntariamente. Están los dos tipos de turistas, los que viajan por placer y los que llegan a un lugar buscando mejorar su vida.

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En la mente del ser humano habita el pensamiento de contar su vivencia. Quien sale de su tierra piensa en el momento del regreso para abrazar de nuevo a su familia y a sus amigos. Difícilmente deja de pensar en ellos, solo quiere verlos y contarles, compartirles sus logros pero también sus momentos difíciles. Mostrar las fotos de los lugares que solo existen en películas. Hay quienes no tienen familia y no pueden mostrar nada.

Los que viajan por obligación también piensan en regresar, viajan porque no encuentran oportunidades ni opciones, como es el caso de Claudia Marcela Pineda Sarmiento, quien emprendió un viaje por el bienestar de sus hijos. Un viaje, escapando de una vida difícil, una vida que esperaba dejar en el recuerdo o mientras recobraba el ánimo necesario para regresar y enfrentarla.

¿Quién era Claudia Pineda?

Claudia Marcela junto con sus hijos. Foto | Archivo personal

El 29 de agosto de 1984, nace en la ciudad de Tunja Claudia Marcela Pineda Sarmiento, en el seno de una familia humilde y disfuncional. Su madre, Adelina Sarmiento Otálora se dedicaba al trabajo en su finca, en Tibaná. Estaba rodeada de fincas de sus demás familiares. Y su padre Manuel Guillermo Pineda Rodríguez quien era empleado para ese entonces y se destacó en la vida de su hija por ser un padre ausente y problemático.

Cuando Claudia Marcela tenía nueve años nació su hermano Luis Alberto, ella tenía los años y la estatura suficiente para cargarlo en sus brazos. Mostraba un cariño especial hacia él, pero forzadamente fueron separados de niños y criados de distintas formas y en distintos lugares. Eran hermanos a los que a la distancia no les impedía el contacto, ya que siempre en las fechas especiales se acordaban y se llamaban. A Claudia Marcela y a su hermano les tocó difícil, la vida y sus circunstancias les obligó a vivir una infancia como muchas en este país ausente de país, vivir el abandono, la dureza de la vida, lo que viven muchos niños a edades tempranas.

Nunca apática al trabajo, al contrario, esforzada en el día a día, llevando hojas de vida, trabajando aquí y allí

Claudia Marcela nunca terminó la primaria, su infancia no fue fácil y los sufrimientos en carne la acompañarían en su mente. Ella tenía que trabajar desde pequeña y así creció, caminando los kilómetros de Tunja, nunca apática al trabajo, al contrario, esforzada en el día a día, llevando hojas de vida, trabajando aquí y allá, siendo la responsabilidad uno de sus logros.

A los 26 años entró a trabajar en una papelería y en la noche ocupaba su tiempo siendo mesera en un bar. Ahí, en ese local del centro, conoció personas que fueron su familia de ahí en adelante, su apoyo. En la papelería de los juzgados, en la carrera novena, aprendió a tomar fotocopias, desarrolló una buena comprensión de los textos que le dejaban a diario los abogados del juzgado para sacarles copias y organizar paquetes. Aprendió a redactar demandas y a hacer tutelas, ahí encontró trabajo extra. En la papelería halló un desarrollo intelectual distinto a sus experiencias laborales pasadas.

María José, hija de Claudia

En ese tiempo conoció al hombre de quien quedó embarazada de su primera hija a quien llamó María José. Y se repite la historia, un padre que no la reconoció, un padre que fue obligado por medios legales a heredarle el apellido. Padre cabeza de un hogar, hogar que nunca se enteró quien era María José Sánchez Pineda. Este personaje la negó y, como mucho, un pollo obligado le dio.

Claudia Marcela de ahí en adelante caminó las distancias que fueran para trabajar por su hija María José, su mayor propósito. Porque ella daba la vida, era su prioridad.

Claudia Marcela y su hija María José antes de abordar el avión. Foto | Archivo personal

La mayoría de ocasiones almorzaba con sus compañeras de trabajo, y ellas también con sus hijos

Era su día a día, preparaba y guardaba su almuerzo en una caja y lo cargaba en su maleta, porque almorzaba en donde la agarrara el mediodía. La mayoría de ocasiones almorzaba con sus compañeras de trabajo, y ellas también con sus hijos. A la misma hora recogían a los niños de los colegios para almorzar en la papelería y compartir hasta la hora de llevarlos de nuevo a sus clases. Así creció María José, rodeada de familia, de lápices, hojas, fotocopiadoras, demandas, tutelas y más hojas. Claudia Marcela trabajó en varias fotocopiadoras a lo largo de los años, y en cada lugar hizo amigos, hizo familia.

La relación amorosa con Hugo Pinzón

En 2011 Claudia trabajó de mesera y administradora en el bar Zaragoza al norte de la ciudad, en donde los estudiantes eran su clientela principal. El olor a trago y cigarrillo, los borrachos, las mujeres que de la nada se subían en las mesas, hombres atentos a quien mira compartiendo con sus novias, las mujeres la miran bajo la luz estroboscópica, reguetón, peleas de borrachos y la paciencia de los trabajadores durante unas horas, en el mismo ambiente.

Hugo Pinzón, oriundo de Villavicencio pero que vivió la mayor parte de su vida en San Martín, Meta, vivía en Tunja, estudiaba Administración en la UPTC y trabajaba en el mundo de los bares y discotecas para apoyarse en sus estudios. Su primer trabajo fue en el bar Mirror, y en los meses de noviembre y diciembre de 2011 entró a trabajar al bar Zaragoza. En este bar conoció a Claudia Marcela, quien era administradora y mesera del lugar. Ahí inician una relación que duró nueve años aproximadamente.

En ese entonces tenía tres trabajos porque el papá de María José no le ayudaba.

Al poco tiempo de conocerse se fueron a vivir juntos al apartamento que la mamá de Hugo, Martha Cristina Pinzón, le pagaba. Hugo admiraba a Claudia Marcela por ser una mujer luchadora que en ese entonces tenía tres trabajos porque el papá de María José no le ayudaba.

Hugo entró a remplazar de alguna manera un espacio importante en la vida de María José, quien mostraba cariño hacia él, y esto era vital para Claudia Marcela, quien encontró apoyo en él. Así pasaron los años y María José creció viéndolo a él como un padre.

Claudia Marcela y Hugo siguieron trabajando en bares. Además montaron un negocio de empanadas que vendieron en el edificio ‘R’ de la UPTC. A Claudia Marcela le tocaba valerse del carné de sus amigas y de Hugo para poder entrar a la universidad y vender las empanadas. El negocio fue creciendo y luego le pagaban a otra persona para que lo atendiera. Ellos se apoyaban bastante en este trabajo aunque Hugo siempre tuvo a su mamá al lado apoyándolo. Hugo tampoco se acomodaba a su carrera.

Una noche, por solicitud de su jefe, Hugo fue a trabajar al bar Topatolondra. Ya era la hora de cerrar y Hugo fue a despedir a los últimos clientes que estaban aún en la mesa tomando. A ellos no les gustó que Hugo hiciera esto y se levantaron a pegarle, se inició la furrusca, como dirían en la tierra de Hugo. Todos terminaron mal heridos, pero Hugo se llevó la peor parte, fue cortado con cuchillos, los apuñalearon y lo intentaron incriminar de un robo que las cámaras de seguridad del bar desmentían. Inició un proceso legal que no prosperó, Hugo se dio cuenta de que se enfrentaba a doctores de doctores de la ciudad, y tras recibir amenazas decidió irse definitivamente a su tierra. No terminó su carrera y su relación con Claudia Marcela se vio obstruida y afectada por este viaje.

Estando en el Meta, Cristina (mamá de Hugo) lo anima a irse para Estados Unidos por seguridad. Antes de viajar, Claudia y Hugo se despidieron como se despiden algunas relaciones y Claudia queda embarazada.

Claudia en Tunja, Hugo en USA

Hugo viaja el 17 de enero de 2019, y al mes y medio de estar en Estados Unidos, Claudia le da la noticia de que va a ser padre.

De ahí en adelante, había una relación a distancia. Ahí se inició una formación de padre virtual, y un proceso difícil para Claudia que seguía en Tunja. Ella se quedaría sin trabajo, y lo que Hugo le enviaba no le alcanzaba. Pero ella no perdió el ánimo, seguía en pie, por su hija de casi nueve años y él bebe que esperaba. Nada le impedía salir a caminar y seguir adelante. Las empanadas no las pudo vender más, y Hugo sin poder regresar a Colombia, trabajando y enviando lo que podía. Claudia Marcela se apoyó en varias de sus amigas.

Después de un tiempo se supo que esperaba un varón. A los pocos días de nacer, Hugo le pide a Claudia que viaje y lo tenga en San Martin, y así lo hizo. Claudia decide retirar a María José del colegio Normal Femenina de Tunja a dos meses de culminar su periodo escolar, pensando en que iniciará de nuevo ahora con profesor. El bebé se adelantó en el viaje, no alcanzó a llegar a San Martin, nació en octubre, nació grande, nació por cesárea, en Granada, Meta.

Fue registrado en la Notaría Tercera de Villavicencio. Hugo pide que no le pongan su apellido por temas de seguridad, no quería que lo relacionaran con él y así evitar un problema, a Claudia le pareció bien y así lo hicieron. El niño fue llamado Kristhyan David Pineda Sarmiento heredero de los apellidos maternos.

Kristhyan David, observado los aviones en la pista de aterrizaje del Aeropuerto EL DORADO / Bogotá.
Foto | Archivo personal

Claudia al poco tiempo de estar en casa de su suegra decide regresar a Tunja, y seguir trabajando, ahora para su otra vida, para su segundo hijo. Ella sabía que Hugo no volvería a Colombia.

Tenía muchas deudas que debía solucionar

En el 2020 con la llegada de la pandemia las cosas empeoran, pero Hugo la apoya en esos meses. Hugo la anima a que le deje el niño a su mamá durante un mes, pero Claudia no accedió a hacerlo y ahí se pelearon. Hugo no le enviaría más dinero. Ella siguió adelante, tenía muchas deudas que debía solucionar, y su voluntad nutrida por la mano de Dios.

Luego de un tiempo, cuando ya no estaban peleados, Hugo le dice que saque la visa estadounidense. Que le lleve al niño, que quiere conocerlo y estar con él. Claudia se puso a la tarea de buscar empresas de turismo para que le ayuden con el trámite de sacar el documento pero era imposible, eso le respondían en cada empresa. La razón siempre fue que como no tenía vida crediticia, ni tarjetas ni propiedades pues no sería aceptada para darle el permiso de turista.

Llegó el 2021, y siguen pensando en la forma de poder viajar a Estados Unidos, Claudia seguía trabajando, en cafés, ayudando con el aseo en casas de conocidas. Claudia vivía en donde una tía que a ratos le cuidaba a María José y a Kristhyan, y a ratos no. A Claudia se le quedan cortas las opciones, no había trabajo y no encontraba apoyo en su familia.

En medio del desánimo con el que Claudia cargaba, el día 27 de julio, a las 9 de la mañana, cuando ella se dirigía para su casa en el barrio Patriotas de Tunja, se le acercó un sujeto que se movilizaba en motocicleta, le sacó un arma de fuego y le preguntó por su exmarido, refiriéndose a Hugo. Ella le respondió que no sabía nada, que solo sabía que se había ido del país, este le respondió que si no le decía la iba a matar. Esto es parte de la denuncia que ella interpuso en la Sala de Denuncias de la Policía Metropolitana de Tunja.

(Número único 150016103080202100477. Número asignado 28958282 Fecha 03/08/21.)

El viaje a la frontera

Esta sería la razón final que llevaría a Claudia a acceder a la idea de Hugo de irse para Estados Unidos, y debía hacerlo pronto. Empezó el proceso para sacar los pasaportes, debía hacerse todo en el menor tiempo posible, era necesario también sacar el pasaporte de María José. Claudia animada por Hugo, decide viajar, pero también lo hace porque se sentía desprotegida por las dificultades diarias. Ella no encontró alternativas, no aguanto más.

Para el mes de agosto, luego de que Claudia Marcela no encontrara salida a sus problemas, y con el apoyo de Hugo, deciden tomar ruta lo más pronto posible. La idea era que ella debía llegar a la frontera y esperar una patrulla de migración gringa para entregar sus papeles y decir que necesitaba ser acogida y recibir protección, entregar los documentos y esperar.

Antes de viajar, Claudia Marcela trabajó y consiguió algo de dinero para dejar sus pocas deudas pagas, ella sabía que tal vez no regresaría pronto he intento dejar organizado todo lo que pudo.

Claudia Marcela inicia su viaje el 19 de agosto, organiza las maletas de María José, la de Kristyan y la de ella.

Su primer tramo es a Bogotá, en donde pasaría dos noches en casa de la señora Inés, quien es amiga de Cristina Pinzón, la madre de Hugo. 

El 21 de agosto llega al aeropuerto El Dorado, tres horas antes, como es la regla para hacer el registro. Tenía tres tiquetes con destino a México en la mano, comprados por Hugo desde Estados Unidos.

Foto | Archivo personal

Claudia le dice a su familia en Tunja que estaría unos días en una finca en donde no tendría señal y no podría recibir llamadas. Pero en realidad era la fachada de su largo viaje.

Ella estaba decidida a ir a Estados Unidos a verse con Hugo, quería que conociera a su hijo.

La llegada a México

Claudia Marcela, María José y Kristhyan llegan el 21 de agosto a Ciudad de México. Es retenida, le quitan el celular, pero dura unas horas la dejan salir a causa de sus dos hijos.

Claudia Marcela y sus hijos, después de dejar sus cosas en el hotel, el 22 de agosto en horas de la noche salen a un evento en la Plaza de la Constitución en México. El hotel está cerca y hay una catedral en frente.

Este fue un viaje de turismo para Claudia Marcela, era la primera vez que salía del país y veía otra cultura. Grabó con su celular todo lo que pudo, eventos distintos a la Semana Santa en Tunja. Solo vio tipos disfrazados con plumas en su cabeza, bailando y sacándole las malas energías o quién sabe qué demonio a los turistas; quienes abrían sus brazos y recibían el humo del tabaco y golpes con manojos de plantas en todo el cuerpo.

El 23 de agosto estaba con los niños en el hotel, a las 6:12 am se alistan y salen. Van en dirección a la Basílica de la Virgen de Guadalupe, el Castillo de Chapultepec y de nuevo regresarían al hotel.

Basílica de la Virgen de Guadalupe, el Castillo de Chapultepec. Foto | Archivo personal

Ella mientras vio el cuadro de la Virgen estaba dudó que fuera el original, lo había visto distinto en Internet. De todas formas, rezó y encomendó su viaje, su familia y amigos.

Ya tenían los vuelos Tijuana, ida y regreso

El 24 de agosto tienen el vuelo a Tijuana a las 11:30 a.m. – 12:59 p.m. Duración -3 h 29 m- Confirmation; Order number LBXJOV. Booking references: Fligth: HHJGNF.

Screenshot del celular de Claudia

Aterrizan el 24 de agosto a las 2:51 pm en Tijuana, el vuelo estaba retrasado

A este punto, Claudia Marcela estaría mas confiada, pensaba que si había llegado hasta ahí sin ningún problema era voluntad de Dios y la Virgen y que eso tenía un propósito. Deciden viajar a Tijuana para no ir directo a Mexicali, en donde sería el punto fronterizo. Pensaron que dar esa vuelta no levantaría sospechas de nadie y así hicieron.

Screenshot Google Maps

Una vez en Tijuana salió en un UBER que Hugo pedía desde Estados Unidos. En ese trayecto Claudia Marcela hace una pregunta al asistente de Google de su teléfono «¿A qué temperatura estamos?» Y este responde «No te preocupes por abrigarte» también da la información completa, la temperatura 101°f (unos 38° Centígrados), el día y la ubicación. Están pasando por Tecate. B.C. Martes 24 hora 19:00 / 7:00pm.

Screenshot del celular de Claudia

Tecate B.C queda entre Tijuana y Mexicali

Es decir que, de Tijuana, pasando por Tecate, iban en dirección a Mexicali. Se tardarían en carro 2 horas y 25 minutos. Pero no llegaron a Mexicali la ciudad sino al pueblo Ciudad Morelos; locación cercana a la frontera con Estados Unidos. Si en Tecate estaban aproximadamente a las 7 pm en Mexicali estarían a las 9:00 pm. Llegaron directo al hotel.

Ya en el hotel, las maletas estaban en el piso, no tenían mucho equipaje, la noche no era oscura. La hora de Ciudad de México es igual a la de Colombia pero la hora de Tijuana no, hay una diferencia de dos horas, oscurece tarde.

Los niños disfrutan de la TV en el Hotel Mexicali. Foto | Archivo personal

25 de agosto, salen del hotel a las 4:15 am

Una persona los recoge en carro, los lleva a desayunar y los lleva al punto en la frontera.

Foto | Archivo personal
Esta foto fue tomada por Claudia Marcela, esta es la persona que los llevaría a la frontera. Foto | Archivo personal

Ella se destacaba por su responsabilidad al momento del cuidado de sus hijos

Claudia Marcela madre de dos hijos, siempre estuvo preparada para el cuidado de los niños. Lo normal es que una madre tenga provisiones necesarias para todo momento. Ella se destacaba por su responsabilidad al momento del cuidado de sus hijos y así la reconocían sus amigos y familiares.

¿Y por qué Ciudad Morelos?

Desde su Whatsapp, Claudia mantuvo una videollamada con Hugo. Ella también tomó un pantallazo de su celular. La foto muestra que aún no se había bajado del carro porque se ve el techo, pero también fue tomada porque estaba enviando la ubicación en tiempo real del lugar en donde se encontraba, eran las 10:56 am y tenía 18% de batería.

Screenshot celular de Claudia

El carro está en el punto fronterizo en donde Claudia y los niños debían pasar el río Colorado y caminar en línea recta.

De 10:56 – 11:00 tal vez iniciaron a adentrarse al punto fronterizo, en donde se perdieron del camino y un señor de la zona, o quizá el mismo que las dejó ahí, se devolvió y los ubicó en el punto, también los hidrató.  

Tenían que caminar 300 metros

Tenían que caminar 300 metros aproximadamente después de pasar el río Colorado diez minutos hasta llegar a una carretera en donde se supone que pasaría una patrulla de migración estadounidense a la que le entregarían los pasaportes y dirían que necesitaban asilo político.

Tenía 18% de batería, lo suficiente para caminar en línea recta con sus hijos mientras hacia la llamada al 911. Llamada que se cortó porque su celular se apagó.

Al mismo tiempo Hugo estaría llamando a esa línea.

Claudia Marcela era una mujer guerrera como la mayoría de mujeres en Colombia. Una mujer que no tuvo una infancia fácil. Creció entre abusos y maltratos. Creció caminando Tunja durante toda su vida. Trabajando en bares, restaurantes, y cafés. Una mujer de talla baja, que tenía un humor picoso, responsable y siempre trabajadora.

Este día estaba lista para hacer lo que más sabía hacer: caminar

Claudia fotografía a sus hijos caminando por el desierto. Foto | Archivo personal

Este día estaba lista para hacer lo que más sabía hacer: caminar. Debió hacerlo durante unos minutos esperando a que pasara una patrulla que le habían dicho que pasaría cada 45 minutos, ella acababa de salir de un viaje de turismo en donde se quedó en hoteles que en la vida se había quedado, en donde María José disfrutaría del agua caliente que no tenían en su humilde casa en Tunja.

Con esa reducida carga de batería que le quedaba en el celular llamó al 911, llamada en la que se le escucha que ya está bastante cansada y dice que se va a desmayar, María José pide alimento. Seguramente ella tenía las provisiones necesarias para ese tiempo de espera bajo el sol, un sol distinto al de la fría Tunja. Se apaga su celular y queda incomunicada en medio de la nada. Está agotada y entre las dos se turnan a Kristhyan en sus hombros, y así lo muestra una de las ultimas foto que logró tomar con su celular.

Seguramente tienen provisiones para dos horas, tiempo en el que esperarían la patrulla fronteriza.

Última ubicación de Claudia Marcela.

Aquí Claudia Marcela se cansó de caminar.

En ese momento pensaría en que pronto llegaría la patrulla. Está deshidratada a causa del sol. Se desmaya, María José también y Kristhyan de dos años, no entiende lo que ve, no entiende lo que pasa. Él sobrevive.

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7 COMENTARIOS

  1. Que triste y que duro el relato y la vida de Claudía Marcela y sus hijos. Acabo de escuchar la entrevista de Hugo en la W. Sin palabras y con mucho dolor por esta familía.

  2. Muy triste la realidad y falta de garantías para la mayor parte de Colombianos, total desprotección del gobierno y sus representantes. Sumado a la ausencia de padres que abandonan a sus hijos a su suerte. Dios las reciba en su reino y llene de consuelo a sus familias y amigos. Hay que tener prudencia, pues no sabemos con la sed que vive otra persona.

  3. Dios que historia tan triste mujer guerrera y Valiente Dios perdone tus pecados y descansa en paz junto con tu pequeña hija 😇 que dolor tan grande fortaleza para la familia 🙏😓

  4. Que triste final para una guerrera de la vida. No podemos juzgar su actuar. Sólo DIOS sabe. Que la tenga en su gloria y perdone sus pecados. Afortunadamente está acompañada de su Maria José. Ojalá que Krystian pueda seguir la vida con su padre.

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