Se cumplirán hoy en Bogotá las honras fúnebres de quien, por respaldo popular, ocupó la Alcaldía de Duitama entre 1992 y 1993. Benjamín Herrera Espitia tenía inteligencia y preparación para haber sido gobernador o congresista, pero su Alcaldía no terminó bien.
Por Ricardo Rodríguez Puerto
Conocí a Benjamín Herrera Espitia en 1989 como concejal de Duitama. Disculpen que escriba en primera persona, pero quiero contextualizar que en esa época comenzaba a ejercer mi profesión como periodista y empecé en la reportería cubriendo noticias e informaciones de Duitama para el Noticiero Caracol Boyacá que se emitía por Radio La Paz de Paipa.
Mientras yo me desempeñaba en mi primer empleo, Benjamín Herrera ya había ocupado diferentes cargos nacionales en el sector automotor y en la banca, y había regresado a su ciudad natal para ser concejal, que fue el primer escaño de su carrera política y de su vida pública.
Por esas épocas el Concejo de Duitama era integrado por políticos de talla departamental y nacional y considero hoy, después de más de 30 años como periodista, que una sesión en ese cabildo tenía un nivel de debate, discusión y análisis mucho mayor del que hoy tiene la Asamblea de Boyacá.
En esos años fueron concejales de Duitama Juan B. Pérez Rubiano, Héctor Julio Becerra, Pedro Alejandro Rojas, Alfonso Soler Mantilla, Gregorio Becerra, Alfonso Salamanca Llach, María Izquierdo de Rodríguez, Gustavo Cano Riaño, Henry Albarracín, Carlos Velásquez, Carlos Julio Rojas, Armando Gutiérrez, José María Rojas, Avelino Márquez o Gonzalo Guarín Vivas, por mencionar algunos.
En muchas oportunidades asistí y le hice seguimiento a las sesiones del Concejo en las que Benjamín Herrera realizó grandes debates contra la administración del alcalde de ese entonces, Luis Francisco Mello Becerra, y fui testigo de sus enfrentamientos políticos contra el también concejal y senador Juan B. Pérez Rubiano, quien encabezaba la coalición oficialista.
Comencé a admirar a Benjamín Herrera por los debates que planteó, por sus denuncias, por sus discursos y desde esa experiencia siempre he creído que cuando hay inteligencia y capacidad la manera más cómoda de asumir posiciones en un concejo, en la Asamblea o en el Congreso es estar en la oposición.
Así como el verdadero periodismo se ejerce haciendo reportería, o como la capacidad de un abogado se mide en el litigio, los grandes concejales no son los que están en la bancada de gobierno, aplaudiendo y aprobando, sino lo que hacen oposición y realmente ejercen el control político que les corresponde.
Benjamín Herrera fue el mejor concejal que he conocido en mi carrera como periodista, pero él no quería seguir siéndolo porque, aunque era muy bueno en esa tarea, su objetivo y su obsesión era ser alcalde de Duitama, su tierra.
Después de unos meses de que estuve asistiendo a las sesiones del Concejo y de que los periodistas de esa época buscábamos a los concejales de la oposición para preguntarles sobre los temas de Duitama, Benjamín me ofreció trabajar a su lado en su objetivo de buscar la Alcaldía de Duitama. Como lo admiraba y me gustaba su trabajo, acepté y por primera y única vez estuve participando en la actividad proselitista.
El liberal Benjamín Herrera hizo una campaña brillante, pero nuestro rival era el abogado conservador Héctor julio Becerra Ruiz, un peso pesado en la política local, en una ciudad que entonces era absolutamente goda y perdimos.
Como los periodos de los alcaldes eran de apenas dos años muy pronto llegó la revancha. A los pocos meses iniciamos una nueva campaña y el rival en esta oportunidad fue Clemente J. Rodríguez, un hombre también brillante, dirigente cívico y empresario de la radio.
En esta oportunidad Benjamín tuvo el respaldo de las grandes familias de Duitama y de casi todos los sectores políticos diferentes al conservador. Su discurso comenzó a ser contradictorio porque ahora tenía el respaldo, por ejemplo, del gobernador Alfonso Salamanca Llach y de la familia Soler Mantilla, a quienes había cuestionado y atacado dos años atrás.
Recuerdo el campero Land Rover con cuatro banderas rojas recorriendo Duitama, del que muchas veces hice de conductor, los perifoneos desesperantes por toda la ciudad, los viernes culturales con Benjamín Herrera, los bingos para recolectar recursos para la campaña, las fiestas con las orquestas de Lucho Bermúdez y Los Tupamaros en el Club Campestre, el ajetreo en el Centro de Estudios Políticos y Sociológicos de las carrera 16, la gran cantidad de amigos y voluntarios que nos acompañaban y hasta las borracheras con aguardiente que nos pegamos después de las reuniones por barrios y veredas.
Al final de una lucha intensa de varios meses con todo lo que una campaña política significa, con miles de discursos en los que se termina repitiendo lo mismo, con discusiones, estrés y una inversión altísima ganamos y Benjamín Herrera se convirtió en el tercer alcalde de Duitama elegido por voto popular.
Lo que siguió después de ese triunfo ya no era tan romántico como una campaña y hacer promesas. La realidad fue dura porque las finanzas de la ciudad no eran las mejores, las necesidades excedían la capacidad oficial de atenderlas, hubo gran oposición por parte de la clase política tradicional y sectores de la prensa y, sobre todo, porque como gobernante Benjamín resultó ser temperamental y soberbio, de carácter dirían algunos.
Benjamín tenía muchos atributos, era un hombre preparado, capaz, carismático, pero esa característica, su temperamento, le generó muchas enemistades, lo que se sumaba a la oposición que ya de por sí, de manera natural, tiene un alcalde.
Entonces comenzaron los otros problemas. En esa época, por ejemplo, en épocas de los racionamientos de energía en el Gobierno de César Gaviria, Benjamín Herrera propuso un programa piloto a nivel nacional. Cómo la idea de los racionamientos era ahorrar energía, el Alcalde de Duitama le propuso al Gobierno Nacional que en la ciudad no se hicieran los cortes que se efectuaban en todo el país con el compromiso de que sus habitantes, de manera autónoma, harían ese ahorro.
Durante muchas semanas hicimos publicidad y promovimos que los duitamenses demostraran porqué la ciudad es conocida como la capital cívica. Pero Benjamín asumió una actitud muy dura ante sus gobernados, amenazando con sanciones, y sus detractores hicieron en silencio campaña para sabotear la propuesta, es decir, para consumir más energía, de manera que el programa piloto que propuso Benjamín fracasó y la ciudad tuvo que resignarse a acompañar al país en los apagones que nos afectaron durante mucho tiempo.
Entre los logros de su gobierno, Benjamín Herrera logró la recuperación de las carreras 18 y 19, desde la Avenida Las Américas hasta la Avenida Camilo Torres, tal vez las vías más importantes del centro de la ciudad, lo que se hizo ‘contra viento y marea’ porque sus adversarios políticos, muchos de ellos conservadores, hicieron campaña puerta a puerta, negocio a negocio, para generar oposición a una obra que al final terminó cambiándole la imagen a uno de los sectores más importantes de la ciudad.
También fueron realizaciones suyas en esos pocos meses la planta de tratamiento de agua de La Milagrosa y el colegio Simón Bolívar.
Los meses en los que Benjamín fue alcalde fueron todos turbulentos, pero las promesas e ilusiones de campaña, al igual que las esperanzas de muchos profesionales y personas del equipo que esperaban que el proyecto político se consolidara y llegara muy alto, se esfumaron cuando el Alcalde se vio involucrado personalmente en un escándalo de corrupción.
La empresaria del transporte que grabó al Alcalde y le hizo el favor a sus enemigos políticos fue la que terminó haciendo el gran negocio y hoy es la mayor usufructuaria de un monopolio que no solo lastima a los usuarios sino que explota a los trabajadores y conductores, como ha sucedido en la actual pandemia.
Quienes vivieron esa época saben lo que pasó. Benjamín se equivocó y sus enemigos aprovecharon para cobrarle su osadía de retarlos y ganarles y para castigarle sus equivocaciones en el manejo de los asuntos públicos.
Muchos se aprovecharon de su situación penal, que generó en un drama familiar y personal. Quienes hicieron el montaje contra Benjamín y lograron meterlo a la cárcel y provocaron su suspensión y destitución, incluyendo un concejal, se enriquecieron.
La vida política de Benjamín no terminó ahí. Después, años más tarde, su amigo personal, el gobernador Miguel Ángel Bermúdez, lo llamó a hacer parte de su gobierno, designándolo gerente del Instituto de Desarrollo de Boyacá.
Hoy que nos despedimos de Benjamín Herrera puedo decir que él amó intensamente a su esposa, Leonor, a sus hijas, las cuatro Marías, y a su Duitama, por la que siempre luchó.
Tal vez muchos duitamenses de hoy no lo conocieron, pero Benjamín Herrera tenía más estatura intelectual que muchos de quienes han gobernado la ciudad y de muchos de quienes han llegado a la Gobernación y al Congreso, a donde él también hubiera podido escalar.
¿Que se equivocó? Tal vez sí. Que lo juzgue la historia.