Por Guillermo Velásquez Forero
El miedo es una de las emociones básicas, y constituye un esquema cerebral que funciona como un detector de peligros y amenazas reales o imaginarias contra la vida. Su fuente puede estar en el presente, el futuro, el pretérito o fuera del tiempo. Su función es la de proteger y conservar la integridad, el equilibrio y la seguridad del animal o la persona; también es una estrategia de adaptación a un entorno de alto riesgo. Al captar el estímulo, el mecanismo mental activa una alarma que desencadena una reacción inmediata de huida, enfrentamiento o parálisis. Este dispositivo psicológico desata cambios fisiológicos, comportamentales y mentales, indispensables para la supervivencia.
Pero también puede producir parálisis física y mental, bloquear la razón, impedir el pensamiento liberador y provocar respuestas erróneas o absurdas, ante las amenazas verdaderas o falsas. Causa sensación de indefensión y desamparo. Es decir, saca a relucir la fragilidad, impotencia y demás cualidades de la miseria humana. Además, el miedo suele ser infundado; y puede adquirir las formas de la angustia, el pavor y el terror.
La víctima se siente incapaz de enfrentar el peligro, y necesita un dios, un santo, una virgen, un héroe que lo defienda, un protector y redentor que lo libre de todo mal. Así, el miedo ha sido utilizado para dominar, manipular y explotar a los individuos y los pueblos.
El miedo, en la categoría de angustia existencial, expresada como miedo a la muerte, y pavor ante la amenaza de los tormentos eternos del infierno, ha sido la falacia más poderosa que han utilizado todas las religiones para inventarse e imponerse, crecer y extenderse por el mundo como un imperio criminal, ladrón, misógino, violador de los Derechos Humanos, enemigo de la ciencia, las artes, la inteligencia y la vida.
Maquiavelo, en su famoso adoctrinamiento para los grandes criminales del poder, enseña que, si está poseído por el miedo, el hombre es dócil, fácil de dominar y manipular, y se deja conducir y utilizar como un animal doméstico. Y con ese fin, le recomienda al Príncipe que debe infundir miedo, ser temido por su pueblo. En el negocio sucio y sangriento de la política colombiana tradicional, los politiqueros corruptos, ladrones y asesinos de la ultraderecha, liderados por el matarife Álvaro Uribe, han utilizado el miedo como un arma para intimidar a la gente necia, convencerlos de que están en peligro y persuadirlos de que voten por ellos porque son los únicos que pueden salvarlos de los terribles peligros de la izquierda, que llaman socialismo y comunismo. Los adoctrinan con el miedo, les lavan el cerebro vacío y les hacen creer que un gobierno izquierdista les quitaría todo lo que tienen: la pobreza, el desempleo, el hambre, la ignorancia, la fe y la imbecilidad; y los dejaría sin nada. Y por esa virtud, los peores delincuentes de la política siguen reinando, pues el miedo a lo desconocido, el analfabetismo político, la ignorancia blindada, el imperio de la opinión de los imbéciles y el periodismo lameculos y cómplice, todos al servicio del enemigo, parecen ser irremediables.