Por | Silvio E. Avendaño C.
La tendencia hacia el totalitarismo se manifiesta cuando las instituciones del Estado: el poder ejecutivo, legislativo, judicial se forjan en una propensión única. Así, el partido que gobierna pretende destruir la crítica, olvidando que la ciudadanía se caracteriza por la deliberación. Con ello se busca transformar la conciencia política, erigida en la libertad y la igualdad, en servidumbre. Mucho más en las instituciones del Estado se nombra a la camarilla de los amigos y familia. Cuestión grave, olvidando que en las instituciones estatales lo que debe existir es el concurso de méritos en función de la res pública.
La eliminación de la tensión entre la verdad y el hecho se extiende. En lugar de la verdad se pretende manipular la opinión pública por medio de noticias falsas (fake news). Además, se divide a la población en polos opuestos. Es significativo que se quiera eliminar la JEP, con ello se pretende echar a pique el proceso de paz, pues se dice que no hubo conflicto con la guerrilla sino con grupos de delincuentes.
Tras la palabrería se quebrantan las normas y leyes. La Constitución se altera y con ello la finalidad de las instituciones. La función de la policía se trastorna al inscribirla en el Ministerio de Defensa, con ello se le otorga a la institución un carácter militar, desconociendo su función ciudadana. A su vez, el ejército cuya misión está unida con la “defensa de las fronteras” se le asigna la lucha contra el enemigo interno que, no es otra cosa que la población.
Y, la infraestructura de la sociedad, en otras palabras, la economía declina al desastre. La industria de los elementos mínimos, por ejemplo, el calzado, el vestuario mengua cuando se abre el mercado a las compañías internacionales y, todo tipo de importaciones. Recientemente, en pueblos y ciudades, los productores del campo, han llegado a una situación crítica. Uno de los elementos de la alimentación, como es la papa, cultivo ancestral, se ha convertido en producto de importación. Así, se ha llegado a la situación en la cual los productores del tubérculo pierden, mientras toneladas de papa son importados. De esta manera, se beneficia a la burguesía comercial, sin ningún miramiento por la economía de las regiones productoras.
También hay que anotar los oídos sordos de las autoridades cuando se trata de las manifestaciones, marchas y protestas por parte de la población. Entonces, se recurre, a la pandemia, para desvirtuar las expresiones de la población.
Parece que se quiere vivir en el instante sin pasado ni futuro, desconociendo el pasado que ha trazado el camino hacia el mísero presente. A su vez, para el gobierno, el futuro no existe. Es llamativo en este punto lo que ocurre, en estos días, con los huracanes que han afectado a la región insular y a la costa.
Y, ante el desastre las autoridades gubernamentales salen a pedir limosna que, “todos los colombianos ayudemos a la reconstrucción.” Pero vale preguntar cuál reconstrucción si, por ejemplo, en Providencia no hay presencia del gobierno, ni de las instituciones estatales.
Y, de las más-acres ¿qué?